"Hugonotes" fue el nombre que se dio a los protestantes calvinistas de Francia a partir de mediados del siglo XVI. El protestantismo fue introducido en Francia entre 1520 y 1523 y, aunque toparon con cierta oposición inicial (en 1521 la facultad de Teología de la Sorbona los condenó por heréticos), sus principios fueron aceptados por muchos miembros de la nobleza, los círculos intelectuales y la clase media. En un principio, el nuevo grupo religioso gozó de protección real, sobre todo por parte de la reina de Navarra Margarita de Angulema y su hermano, el rey Francisco I de Francia. Sin embargo, hacia el final de su reinado, Francisco I retiró su apoyo a los protestantes, política mantenida por su sucesor, Enrique II. No obstante, el número de protestantes franceses aumentó. En su primer sínodo o consejo nacional (1559), estuvieron representadas quince iglesias. En el siguiente, celebrado dos años después, más de 2.000 iglesias enviaron representantes.
Las Guerras de Religión
El aumento en el número de protestantes franceses provocó
la alarma y el recelo de los católicos franceses. El odio
religioso se vio intensificado por la rivalidad política entre
la Casa de Valois, que entonces ocupaba el trono francés, y la
Casa de Guisa. Catalina de Médicis, viuda de Enrique II, quien
gobernaba en nombre de su hijo, el rey Carlos IX, se alió en
varias ocasiones con los hugonotes por motivos políticos,
pero, por lo general, estuvo en contra de ellos. Los hugonotes fueron
perseguidos durante el reinado de Carlos, pero ellos, a su vez,
tomaron represalias contra los católicos. Finalmente, estalló
la guerra civil. Entre 1562 y 1598 se produjeron ocho encarnizados
enfrentamientos entre católicos y protestantes franceses.
Los líderes hugonotes, durante la primera de las casi cuatro décadas de conflicto, fueron: Luis I de Borbón, primer príncipe de Condé, y el almirante francés Gaspard de Coligny; posteriormente, estuvieron encabezados por Enrique de Navarra, más tarde Enrique IV de Francia. Los principales líderes católicos fueron Enrique I de Guisa, Catalina de Médicis y Enrique III. Fue habitual que cada una de las partes solicitara ayuda extranjera. Los hugonotes obtuvieron tropas de Inglaterra, Alemania y Suiza; los católicos, de España.
La matanza de San Bartolomé
Los tratados que ponían fin a los enfrentamientos solían
conceder a los hugonotes algunas medidas de tolerancia, pero la posterior
negativa del gobierno a reconocer los términos de los tratados provocaba
la reanudación de las hostilidades. El principal acto de
traición de esta época tuvo lugar en 1572. Dos años antes,
Catalina de Médicis y Carlos IX habían firmado un
tratado con los hugonotes en el que se garantizaba la libertad de
culto; desde entonces, habían mantenido buenas relaciones con
los hugonotes, incluso invitaron a Coligny a la corte, donde gozó
de una gran influencia. Cuando al fin lograron que los hugonotes se
sintieran seguros, el 25 de agosto de 1572 la reina madre y el rey
causaron la muerte de miles de ellos en París y otros lugares
de Francia, durante la denominada Noche de San Bartolomé.
Coligny fue asesinado por el propio Enrique I de Guisa.
Un nuevo enfrentamiento tuvo lugar durante el reinado de Enrique III, sucesor de Carlos IX. Los hugonotes, ahora encabezados por Enrique de Navarra, derrotaron (1587) a los católicos en Coutras. Las disputas entre los propios católicos, que dieron lugar a los asesinatos del duque de Guisa en 1588 y de Enrique III en 1589, ayudaron a la causa hugonote. Con la muerte de Enrique III se extinguió la Casa de Valois, y Enrique de Navarra, el primero de la línea dinástica de Borbón, se convirtió en rey de Francia con el nombre de Enrique IV. Para evitar más enfrentamientos civiles, concilió a los católicos convirtiéndose al catolicismo en 1593. En 1598 Enrique IV promulgó el Edicto de Nantes, que proporcionaba a los hugonotes una libertad religiosa casi completa.
Un "Estado dentro del Estado"
Con Enrique IV, los hugonotes se hicieron fuertes en Francia. Formaron,
según palabras del cardenal Richelieu,
un "Estado dentro del Estado": tenían Asambleas y plazas fuertes,
negociaban por su cuenta con los cantones protestantes suizos, con los príncipes
alemanes luteranos y hasta con la Inglaterra de los Estuardo, que apoyaba su
independencia virtual a través del importante puerto
de La Rochelle, principal plaza fuerte de los hugonotes.
Para acabar con su poder, que era un obstáculo para el gobierno
absolutista que los dos siguientes reyes de Francia,
Luis XIII y,
sobre todo, Luis XIV, quisieron imponer en el país, ambos
monarcas instigaron nuevas persecuciones contra ellos y se produjeron
más enfrentamientos. Bajo el reinado de Luis XIII, el cardenal
Richelieu provocó la caída política de los hugonotes
con la toma, tras un prolongado sitio de un año dirigido por él
mismo, de La Rochelle, el 29 de octubre de 1628.
Después, trató de conciliar a los protestantes mediante un Edicto
de Gracia promulgado en Nîmes que les garantizaba la libertad de conciencia
y de culto privado. Para el pragmatismo de Richelieu, lo importante no era acabar
con el protestantismo como confesión religiosa, sino despojar a los
hugonotes de las riquezas y privilegios que los habían convertido en
un cuerpo separado del Estado.
Sin embargo, Luis XIV les persiguió sin piedad y, el 18 de octubre de 1685, revocó el Edicto de Nantes. Estas persecuciones, consecuencia de la desaparición de la libertad religiosa, provocaron que cientos de miles de hugonotes huyeran a Inglaterra, Alemania, los Países Bajos, Suiza y las colonias inglesas en América del Norte, como Massachusetts, Nueva York y Carolina del Sur. Se estima que entre 400.000 y un millón de hugonotes emigraron, mientras que aproximadamente un millón se quedó en Francia. Miles se asentaron en la región montañosa de Cevenas (Francia) y se les empezó a conocer por el nombre de camisards; el intento del gobierno para acabar con ellos desembocó en un nuevo conflicto (1702-1705).
El final de la persecución
Sin embargo, el espíritu ilustrado y escéptico del siglo
XVIII era contrario a la persecución religiosa y durante esta
época los protestantes franceses fueron recuperando casi todos
sus derechos. Aunque Luis XV promulgó un edicto en 1752
declarando nulos y sin valor los matrimonios y los bautismos
celebrados por sacerdotes protestantes, durante el reinado de Luis
XVI el edicto fue revocado. A partir de 1787, además de otros
derechos, se declararon legales los matrimonios protestantes. Varias
leyes aprobadas a finales del siglo XIX, otorgaron libertad religiosa
plena a todos los grupos religiosos franceses, incluidos los
protestantes. En los siglos XIX y XX, los protestantes franceses, a
pesar de su escaso número, han tenido una gran influencia en
la vida francesa, además de haber desempeñado un papel
importante en la educación, las leyes y las finanzas y, en
general, haber tomado una postura liberal en materia de reforma
social.
Aquí podrás encontrar más información sobre los hugonotes.
Enviado por Víctor P. Arissa; algunos datos añadidos por Tirs Abril
Volver al índice de Historia.
Volver a la página principal.
®"En Garde!" es una marca registrada de Margam Evans Limited