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Christian de la Croix
Un hombre fácilmente catalogable en el ámbito militar, como tantos otros. Apasionado por el arte marcial, se le suele encontrar en el cuartel de los Coraceros del Príncipe de Condé supervisando el entrenamiento de los soldados, revisando los planes de batalla de la próxima campaña o estudiando los mapas de los lugares donde se distribuirán las tropas. Su aspecto, sin embargo, no se corresponde al de un soldado, sino que es un tanto ambiguo. Es ligeramente delgado, lo que le hace parecer alto, aunque sólo sea un poco superior a la media, pese a que no se le nota cuando va envuelto con su larga capa negra con esclavina, sea invierno o verano. Su piel a veces se torna pálida y un tanto sudorosa, por lo que no es extraño verle secarse el rostro con algún pañuelo. Se apoya en un bastón cuando va a pie, pero no parece débil cuando monta a caballo, quizás porque el noble animal le aporta su salvaje fuerza. Tanto que se podría decir que su constitución es la de un hombre que no tendrá una larga vida, mas alguno ha dicho que, pensando que estaba al borde de la muerte, recobró fuerzas de flaqueza y revivió. Quien empieza a tratar con él diría que sus orígenes son humildes, aunque pareciera haber recibido una noble e inusual educación con la que sobreviste sus modales. Un caballero con varias capas de temperamento y carácter, que uno no sabe si son reales formando así una compleja y rebuscada personalidad, o si alguna de ellas es impostada por la instrucción recibida. (Ilustración por Kike)
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