Aquí tenéis el primer "experimento". Normalmente incluyo el nombre completo de los personajes, pero en este caso concreto he preferido no indicar "Jean-Luc Picard" para que la IA no se liase y me metiese referencias a Star Trek.
Ya veréis a lo que me refiero con eso de "quitar azúcar". Además, por si no fuera bastante, me lo ha almacenado bajo el título "Un Encuentro Mágico":

 

Hola. ¿Puedes elaborarme esta escena, por favor?
Verano de 1656, escena en el parque de las Tuileries de París: Jean-Luc P. va paseando tranquilamente y primero se encuentra con la dama Mussette d'Envion, a la que saluda, pero ella le responde con un gesto educado pero frío. Más tarde se encuentra con dos damas más, que pasean juntas: Magdalène Vien y Daphée Bourtagre. Las saluda y acaba entablando conversación con ellas.
Necesito unas 500 palabras aproximadamente.

 

Respuesta de ChatGPT:

En el cálido verano de 1656, un suave viento mecía las hojas de los árboles en el pintoresco parque de las Tuileries en París. El sol brillaba con intensidad, tejiendo una luz dorada sobre los caminos de grava y las exuberantes áreas verdes. Jean-Luc P. caminaba con pasos tranquilos, su atuendo elegante y su porte distinguido le hacían destacar entre la multitud que disfrutaba del día en el parque.

Mientras paseaba, sus ojos se posaron en la figura esbelta de la dama Mussette d'Envion. Con un gesto caballeroso, inclinó su cabeza y le dirigió una sonrisa amable. Sin embargo, la respuesta que recibió fue un saludo formal y gélido, que dejó una sensación de desconcierto en el aire. No obstante, Jean-Luc P. no se dejó afectar y continuó su paseo, preguntándose qué podría haber causado tal respuesta en la dama.

Más adelante, el destino jugó su papel y lo llevó a cruzarse con dos damas que paseaban juntas: Magdalène Vien y Daphée Bourtagre. Eran un contraste de belleza y gracia, una visión que iluminaba el parque con su presencia. Jean-Luc P. no pudo evitar detenerse en seco ante su radiante apariencia y, con una reverencia cortés, les dedicó una sonrisa genuina.

Las damas correspondieron al saludo con elegancia, mostrando una cortesía mucho más cálida que la que había experimentado con la dama Mussette. Pronto, una conversación amena se desplegó entre ellos. Magdalène Vien, con su mirada vivaz y chispeante, habló de las últimas tendencias en moda parisina, mientras que Daphée Bourtagre compartía anécdotas encantadoras sobre la vida en la alta sociedad.

Jean-Luc P. se encontró cautivado por su conversación, sintiendo una conexión inusual y una comodidad en su compañía. Hablaban de arte, literatura y los eventos más recientes en la ciudad, riendo juntos como si fueran viejos amigos. Poco a poco, la tensión que había sentido antes con Mussette d'Envion se desvaneció, reemplazada por un sentido de camaradería y empatía con Magdalène y Daphée.

El tiempo pareció detenerse mientras compartían historias y risas en medio del parque. La tarde avanzaba y el sol comenzaba a descender en el horizonte, pintando el cielo con tonos de rosa y naranja. A medida que las sombras se alargaban, Jean-Luc P. se dio cuenta de que había encontrado algo especial en ese encuentro fortuito. El mundo a su alrededor se desvaneció, y solo existían él y las dos damas con quienes compartía ese momento mágico en las Tuileries.

Y así, en ese verano de 1656, entre risas y conversaciones que fluían como el suave viento que acariciaba el parque, Jean-Luc P. descubrió que a veces, los encuentros más inesperados podían traer las conexiones más valiosas y duraderas. El parque de las Tuileries se convirtió en el escenario de un capítulo inolvidable en su historia, donde las miradas frías y los gestos distantes se transformaron en risas compartidas y vínculos formados en la calidez de la amistad.

 

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Y éste es el segundo, titulado por la IA "Restauración épica en París":

 

Gracias. ¿Ahora puedes desarrollar esta escena? Año 1656. Un viejo edificio de París conocido como La Cofradía de la Caridad está abandonado y en ruinas desde hace muchos años. El tejado está medio derruido. François Lampourde y Damien Moreau deciden repararlo y comienzan a trabajar en él, subiéndose al tejado y retirando tejas rotas para cambiarlas por otras nuevas; también cambian un par de vigas.
Necesitaría también unas 500 palabras.

 

Respuesta de ChatGPT:

En el año 1656, en las calles empedradas de París, se alzaba un edificio que llevaba siglos soportando los caprichos del tiempo: La Cofradía de la Caridad. Su fachada, una vez imponente, se encontraba ahora cubierta por una pátina de decadencia, y su tejado, en particular, estaba en un estado de deterioro que amenazaba con llevarse consigo la historia que aquel lugar guardaba.

François Lampourde y Damien Moreau, dos hombres de espíritu inquebrantable y habilidades artesanales, miraron con determinación la obra que tenían por delante. Se habían propuesto devolverle a La Cofradía su antiguo esplendor y significado. Juntos, comenzaron a recolectar herramientas y materiales necesarios para el desafío que tenían por delante.

A medida que subían por las escaleras de madera crujiente y polvorienta que conducían al tejado, sus corazones latían con una mezcla de emoción y respeto por la tarea que habían asumido. Al llegar a la cima, observaron el panorama que se extendía ante ellos: tejas rotas y desgastadas que parecían desafiar al viento y las inclemencias del tiempo.

Sin perder tiempo, François y Damien se pusieron manos a la obra. Con pasos seguros, se movían sobre el tejado, retirando con cuidado las tejas rotas una a una. Cada teja que desprendían era como un fragmento de historia en sus manos, una conexión directa con aquellos que habían vivido y cuidado del edificio en el pasado.

Las manos curtidas de François sostenían su martillo con maestría, mientras que Damien manejaba la palanca con destreza. Juntos, lograron remover las tejas dañadas y revelaron la madera que yacía debajo, desgastada pero aún sólida. La luz del sol se filtraba a través de las nubes, iluminando su labor en el tejado y recordándoles que estaban restaurando algo más que un simple edificio: estaban restaurando el alma de La Cofradía.

Con las tejas antiguas retiradas, llegó el momento de reemplazarlas por unas nuevas. Cada teja era colocada con esmero, asegurándose de que encajara perfectamente en su lugar. El sonido rítmico de los martillos resonaba en el aire, acompañado por sus susurros de conversación sobre la historia que podría haber ocurrido en aquel espacio sagrado.

Pero su labor no se detuvo allí. Al observar las vigas que habían perdido su fuerza con el paso del tiempo, decidieron que también era necesario cambiarlas. Con habilidad y determinación, quitaron las viejas vigas y las reemplazaron con madera fresca, fortaleciendo así los cimientos del edificio y asegurando que su labor perdurara por generaciones venideras.

Con el sol poniente como testigo, François y Damien finalmente bajaron del tejado, mirando con satisfacción su trabajo. La Cofradía de la Caridad había recobrado parte de su antiguo esplendor, y en sus manos quedaba el legado de su compromiso y dedicación.

Aunque el tiempo no podía ser revertido por completo, su labor había insuflado nueva vida en el viejo edificio. La Cofradía volvería a ser un lugar de encuentro, un faro de esperanza y caridad en la bulliciosa ciudad de París, y todo comenzó con dos hombres decididos a devolverle su dignidad perdida.

 

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