| REAL CRÓNICA DE MAYO DE 1658(Número 384)
		¡Si avanzo, seguidme! ¡Si retrocedo, disparadme!Tessier, le Baron de Dusel
 GACETA MILITAR Dunkerque 
Los españoles estaban preparados en Dunkerque. El asalto que tenía que ser sorpresivo se encontró con fuego denso de artillería pesada. Parece claro que alguien los previno con tiempo...
 
-Mayor Dusel, esa artillería nos bloquea el paso y diezmará a nuestros hombres si nos exponemos a su alcance.
 
-No vamos a correr riesgos innecesarios, Rocambole. Somos poco más de trescientos y nuestros mosqueteros son demasiado valiosos para perderlos frente a un estúpido cañon.
 
-Parece que nos han visto. Están fijando la pieza y cargando munición. Suerte que la distancia nos mantiene a salvo de momento.
 
-¿Propone alguna de sus ideas disparatadas que tanto me divierten, Albert?
 
Rocambole sonrió levemente, apreciando que su superior recordara su nombre.
 
-Si tuviéramos caballos, podríamos lanzar una carga por flanco avanzando ocultos por ese bosque, pero aún así estaríamos a descubierto en el tramo final y podrían...
 
-Disponemos de cuatro caballos. Los dos capitanes, yo mismo y mi caballo de repuesto para...
 
-Para mí, Mayor Dusel. Sería un privilegio que me concediera tal honor y le recuerdo que ya tuve ocasión de cabalgar en el frente de batalla...
 
-No es momento de chácharas, Albert. Acepto su ofrecimiento. Ensille mi alazán y pongámonos en marcha. No hay tiempo que perder.
 
Mientras el resto del batallón efectuaba movimientos que parecían indicar un avance inminente, cuatro jinetes se alejaban por la retaguardia del batallón y aprovechaban un repecho del camino para infiltrarse en la espesura. Los tres oficiales y el subalterno Rocambole trotaban en silencio con el semblante adusto, conscientes de la peligrosa acción que iban a llevar a cabo, palpando la empuñaduras de sus rapiers, que distaban de tener la misma eficacia que un sable de caballería.
 
El bosque empezaba a despejarse y se podía vislumbrar a lo lejos la atareada sección preparada para cañonear al batallón de mosqueteros. Tessier Dusel podía distinguir perfectamente el perfil de la caña y el bocal. Buen trabajo, pensó.
 
A su señal, los jinetes desenvainaron el rapier, iniciaron un trote ligero en silencio y espolearon sus monturas para desembocar al galope por el claro, sorprendiendo a los artilleros.
 
Menos de quinientas yardas. Dusel iba claramente en cabeza, con la mirada encendida, casi enajenado. Su montura se despegaba progresivamente del resto, con un galope infernal. El enemigo reaccionó con pánico y empujaron el cañón para hacerles frente. La situación era caótica. A lo lejos, se escuchó el aullido de los mosqueteros, cargando hacia ese punto de no retorno que anticipa sangre y muerte.
 
Apenas doscientas yardas separaban el Mayor Dusel del sombrío artefacto cuando se escuchó el sonido atronador. El proyectil impactó en el suelo a unos metros por el lado izquierdo del caballo de Dusel, levantando polvo y trozos de roca. No pudieron recargar; el Mayor atravesó el pecho del artillero y estuvo a punto de caer de su montura, pero pudo retirar a tiempo su rapier y siguió repartiendo tajos a diestro y siniestro. Los capitanes y Rocambole llegaron en ese momento, dando estocadas letales a los pocos hombres que quedaban en el lugar e intentaban huir.
 
El batallón se estaba acercando corriendo y profiriendo hurras por la colosal hazaña que les había proporcionado un valioso botín: un cañón enemigo. Rocambole, que había hecho alarde de su bravura y una notable destreza montando el alazán de Dusel, se acercó a su Mayor, que estaba tumbado exhausto sobre el cuello de su montura, con el brazo caído, empuñando todavía su rapier.
 
-¡Impresionante, Mayor! ¡Jamás he visto antes...
 
Al situarse junto a su oficial, Rocambole empalideció. Un reguero de sangre brotaba del muslo izquierdo de Dusel, empapando la pierna y goteando en el suelo.
 
El rostro de Dusel había perdido esa furia, parecía sereno, hasta relajado.
 ECOS DE SOCIEDAD Primera semana 
Exasperante la atroz calidad de la obra que se perpetró en le Théatre Royale este mes. Un furibundo André du Guerrier mostraba su indignación golpeando ruidosamente el asiento de su palco, mientras Christine Daé hacía esfuerzos por intentar calmarlo, sin éxito. En el palco vecino, Charles Batz-Castelmore, Magdalène Vien, Francesco Maria Broglia, Claire Lagaine, Hércule Delaveau y Anne Gramme habían decidido directamente ignorar la obra y tratarla como ruido de fondo mientras se sumergían en una interesante conversación sobre música. En la platea, Madeleine Dubois y Élise Leclerc, también ajenas al desastre que ocurría en el escenario, conversaban sobre moda. Al principio parecía que el esfuerzo de la Comisión para la Calidad de las obras teatrales estaba dando sus frutos, pero nos tememos que fue un simple espejismo y el Théatre Royale sigue tristemente abandonado.
 Del diario del Mayor Alain de la Débâcle: 
6 de mayo del año del Señor de 1658
 
La pequeña fiesta que organicé en La Garde Montante para celebrar mi nombramiento como mayor de la Brigada de Dragones superó todas mis expectativas. Mi, ya lo puedo decir, amigo Hermeto Cornamusa y yo habíamos quedado un poco antes para afinar nuestros instrumentos, puesto que la velada se iniciaba con un breve concierto.
Fui el primero en llegar, y al poco apareció monsieur Cornamusa acompañado de un invitado sorpresa: el embajador inglés Lord Thomas Steward.
 
-Espero no os importe, mon ami de la Débacle -se excusó el recién llegado-. Lord Steward es un gran aficionado a las composiciones de John Dowland, y no pude resistir la tentación de invitarle, máxime estando en deuda con él por el préstamo de aquel libro de su biblioteca.
 
-Al contrario, amigo Cornamusa -le respondí-. Será un placer tocar para él, aunque seguramente tendrá que sufrir nuestra nefasta pronunciación de la lengua inglesa.
 
Los mayordomos del club habían habilitado una de las salas para este divertimento musical e hicieron pasar allí a los invitados para que ocuparan los cómodos sillones dispuestos alrededor de una pequeña tarima que hacía las veces de escenario. Cuando llegó el resto de invitados, Hermeto y yo nos presentamos y mientras yo ordenaba mis partituras en el atril me quedé sorprendido al ver que entre los asistentes se encontraba el ministro de Estado, le Comte de Rouen. ¡Qué honor para un mero mayor de Dragones como yo! Pero al mismo tiempo percibí una tensión en el ambiente, y no era porque estuviera el público ansioso de escucharnos. También estaban allí Cole Campbell y Philippe Le Clothes du Lacoste, ambos de la Guardia de Dragones y, por lo tanto, enemigos regimentales del ministro.
 
Hermeto y yo atacamos con brío la primera pieza, con la esperanza de que la música calmara los ánimos. Y la verdad es que los tres caballeros se comportaron muy educadamente y pudimos terminar el concierto con la sorpresa final de la intervención del embajador de Inglaterra, a quien Hermeto había convencido para que se uniera con su voz para un par de piezas de John Dowland. Pero una vez se acabaron los aplausos, estalló la tensión: con alguna excusa trivial (un leve codazo involuntario, una copa volcada...), Cole Campbell y Cael de Rouen se encararon.
 
-Esto es inadmisible, Campbell. Me veo en la ineludible obligación de enseñaros modales, para que luego a vuestra vez eduquéis a vuestro Regimiento.
 
-¿Modales? ¿Desde cuándo esa palabra figura en el vocabulario de los Carabineros de la Reina?
 
Aquí fue providencial la intervención del padre fray Marcel du Calais:
 
-Messieurs, por favor. Es muy poco cristiano recurrir a la violencia por tales trivialidades. Sean buenos cristianos, y desistan de su actitud. Además, ¿qué ejemplo estaría dando todo un Ministro de Estado batiéndose en un lugar tan concurrido y por un asunto tan nimio?
 
-Está bien -respondió el aludido después de meditarlo un momento-. Lo dejaremos pasar por esta vez.
 
Apartó la mano de su rapier mientras los dos Dragones hacían lo propio, y guardando una prudente distancia entre ellos el resto de la noche, la diversión continuó.
 
El ministro y el embajador fueron los primeros en dejar la fiesta, y observé que mi amigo Philippe le dirigía una mirada especialmente furibunda. Hermeto también debía irse, pero antes de hacerlo me entregó un pequeño paquete con instrucciones para que se lo diera a los mellizos Le Clothes du Lacoste más avanzado el mes. ¡Cornamusa es siempre un misterio envuelto en un enigma que me pilla por sorpresa!
 * * * 
Mientras tanto, en la estancia principal del club, apoyado en la barra de La Garde Montante y ajeno al jolgorio que provenía del salón antes mencionado, Gamin de la Chausée le hablaba a su jarra de vino, que obviamente permanecía en silencio.
 
-No puedo creer que me haya dejado.
 
Gamin de la Chausée le hablaba así a su jarra de vino, que obviamente permanecía en silencio.
 
-¡Me ha dejado, ha roto el compromiso!
 
El Teniente General de la Policía se sirvió otro trago.
 
-¡Ingrid, ¿por qué?!
 
Esta vez su desesperado lamento obtuvo respuesta:
 
-Monsieur, discúlpeme, pero vamos a cerrar.
 
En ese momento pareció reaccionar:
 
-Cerrar, sí, cerrar este capítulo de mi triste vida.
 
Apuró la jarra, dejó unas monedas encima de la mesa, y salió cabizbajo a la oscuridad de la noche, ignorando al animado grupo que salió detrás de él y se alejó en dirección contraria.
 
Este grupo lo componían Cole Campbell, Hermeto Cornamusa y el embajador inglés, que habían decidido ir a tomar la última copa en Phillippe Le Rouge. Sin embargo, entre el desconocimiento de la ciudad por parte de Lord Steward y el elevado nivel de alcohol de sus anfitriones, se despistaron y acabaron delante de Le Crapaud et l'Apricot. Tras una breve discusión con el portero acerca de su condición de socios, Cornamusa decidió inscribirse in situ y el trío tuvo el tiempo justo de tomarse la planeada última copa antes de la hora del cierre.
 * * * 
La luz del atardecer mantenía entrecerrados los pálidos ojos de Thibaut Cul-de-sac. Según dictaba la alta sociedad a la que ansiaba pertenecer, aquella era la hora apropiada para un primer encuentro con una dama. Él era más amigo de luces más tenues, pero no le quedaba más remedio que adaptarse a las reglas de aquel intrincado juego. Durante mucho tiempo, había estado buscando a la candidata perfecta para él: alguien de buena familia, pero no demasiado importante, por razones evidentes relacionadas con su estatus. París era y sería una ciudad grandiosa, pero las candidatas de ese perfil no abundaban, y Thibaut no era el más diestro en asuntos del corazón.
 
Después de mucho investigar, descubrió a Madeleine Dubois. Aquélla era una dama acomodada, rica incluso, aunque para los cánones de belleza en vigor no se la consideraba demasiado agraciada. Con el paso de los desengaños, parecía más dispuesta a valorar candidatos de la talla de Thibaut. Unos días antes, durante una de las fiestas de sociedad, consiguió invitarla por fin a compartir una apacible tarde juntos y, contra todo pronóstico, ella aceptó.
 
Rememorando aquel primer contacto, Thibaut esperaba a su dama junto a un parterre de flores cerca del paseo de Les Cygnes. Justo a la hora acordada, advirtió cómo se aproximaba una dama de andar resuelto, sin esos aires de languidez y pompa que caracterizan a muchas jóvenes de París.
 
Cuando alcanzó a Thibaut, Mademoiselle Dubois le tendió una mano enguantada y le dijo:
 
-Monsieur Cul-de-Sac, nos encontramos de nuevo.
 
-Mademoiselle Dubois.-respondió Thibaut tras aceptar su mano y rozarla apenas con sus labios. -Estoy encantado de veros otra vez.
 
-Eso es evidente -dijo Madeleine, con una sonrisa pícara-. Ahora debemos descubrir si ese sentimiento está justificado.
 
-Nada me gustaría más -añadió Thibaut-. ¿Qué os parece si disfrutamos de esta deliciosa tarde de primavera? ¿Os apetecería pasear en mi compañía?
 
-Eso sería aceptable, siempre que la conversación valga la pena.
 
-Eso también es algo que debemos descubrir -añadió Thibaut, con aire burlón-. Quizá nuestra forma de entender la vida sea tan opuesta que no soportemos la presencia del otro.
 
-O quizá conversemos sin descanso, saltando de un tema a otro, sin percibir siquiera el discurrir del tiempo.
 
-O puede que solo sintamos indiferencia el uno por el otro -añadió Thibaut, divertido-. En cualquier caso, parece que lo descubriremos hoy.
 
Mademoiselle Dubois tomó a Thibaut del brazo, sonrió y dijo:
 
-Monsieur Cul-de-sac, es hora de dar comienzo a ese paseo.
 
Y así, Thibaut Cul-de-sac, después de pasar la tarde entera paseando por los jardines de París, pudo contarle a su amigo Léo que, por primera vez en su vida, había disfrutado de una charla agradable con una dama. Además, le reveló un dato que pensaba sería de su interés: Madeleine no era la única Mademoiselle Dubois a la que se podía cortejar.
 * * * 
La sastrería Le Clothes Du Lacoste recibe un encargo extraordinario: una colección de trajes de bailarina de inspiración turca, llenos de color, bordados y detalles exóticos. El pedido, destinado a un desfile conmemorativo, pone en marcha a todo el equipo de sastres, quienes trabajan a contrarreloj para tener todo listo a tiempo. Al frente de la operación está Lucille Le Clothes Du Lacoste, quien toma las riendas con decisión y precisión.
 * * * Segunda semana 
Majestad:
 
Asumo que habéis seguido el juicio y conocéis la debilidad (por decirlo de manera suave) de las pruebas presentadas contra este humilde súbdito y servidor vuestro, al menos una de las cuales es claramente falsa, ya que me sería imposible escribir la supuesta nota manuscrita en español que se me atribuye, dada mi poca habilidad en escribir y nula en el idioma en que está.
 
En cuanto al resto de presuntas pruebas:
 
Ya expliqué que mi primera impresión, en el momento de volver de la fallida misión de rescate, fue que alguien tenía que haberlo filtrado al enemigo, dado su elevado nivel de alerta. Y sigo pensando que esa era la conclusión lógica con la información disponible en aquel momento, mas al saber que los prisioneros se habían fugado por si mismos, tal como apuntó el (si mal no recuerdo) entonces subalterno le Castel, la causa de del elevado nivel de alerta no tenía que ver con una filtración, sino con la fuga propiamente dicha.
 
En cuanto al documento encontrado en la fortaleza: ciertamente habla de un renegado, lo que coincide con mi nombre, pero le da un nombre cuyas iniciales, a diferencia de lo que apuntó el TGP, no coinciden con las mías, que serían solo RG, puesto que en Francia no hay segundo apellido. También hace alusión a que se coló en la fortaleza, cosa que me fue imposible a mi o a mis camaradas, para informar de que uno de los prisioneros era el Ministro de Estado (francamente, me sorprende que no lo supieran ya), pero no hace ninguna alusión a un intento de rescate, lo que claramente prueba que no lo conocían (o habrían alertado de él a las tropas), en contra de le que el Teniente General de la Policía afirma.
 
Respecto a mi presunta negativa de acudir de campaña con mi Batallón, la verdad es que su marcha fue por sorpresa, y, probablemente sabiendo de mis otras obligaciones para con Vos (al presentarme a Ministro de la Guerra) y vuestro heredero como ayudante suyo que soy, ni siquiera se me convocó.
 
También es de destacar que el tribunal, en su sentencia, demuestra no haber escuchado mis alegaciones con atención, puesto que habla de mi desconocimiento del idioma francés, cuando yo hablé de mi desconocimiento del español, si bien es cierto que reconozco tener algunos problemas en la escritura del primero (algo que los secretarios ministeriales has sido capaces de corregir con su diligencia, tanto en el Ministerio de Bienestar como en el de la Guerra), debido a la falta de educación en mi infancia. Eso, francamente, me hace dudar de la imparcialidad del tribunal, ya que tergiversa mis palabras para que no sean creíbles.
 
En vista de todo ello, Majestad, es difícil deducir alta traición de las los hechos acaecidos o de mis actos, salvo que el Ministro de estado haya sido engañado por un Teniente General de Policía que falsificó al menos una de las pruebas (y cuya huída de París es más sospechosa que cualquiera de las supuestas pruebas que aporta), por lo que pido de vuestra sabiduría y justicia la revisión y nulidad de la sentencia.
 
Qué Dios nuestro Señor, que os confió el Reino de Francia, os ilumine y dé serenidad y sabiduría para ver más allá de los engaños.
 
Vuestro más leal siervo
 
Vizconde Renné Gade
 
 
 * * * Del diario del Mayor Alain De La Débacle:
 
13 de mayo del año del Señor de 1658
 
El Barón Charles Batz-Castelmore me invitó a la sesión del Comité de Artes Escénicas que se celebraba en el palacete del comte Dusel. Llegué de los primeros y un tanto nervioso, porque esto de la alta sociedad parisina todavía no lo domino lo suficiente, pero la encantadora hospitalidad de la Comtesse me tranquilizó rápidamente. Decidí escuchar y mantenerme en un discreto segundo plano, aunque por supuesto saludé a los asistentes: Bernille Nienau con Élise Leclerc, el Barón de Broglie con Claire Lagaine, Hércule Delaveau con Anne Gramme, Léo Hardy le Castel, Ingrid Svensson, Marie Dupont y Catherine Dubois. Le Comte de Dusel se encuentra actualmente en campaña, en la toma de Dunkerque, ya que voluntarizó su batallón a principios de mes; espero poder saludarle debidamente cuando regrese.
 
He de decir que me encantó todo lo que se trató en la sesión. Esperaba saludar a monsieur Molière, pero no fue posible ya que se encuentra en Rouen. Desde que lo vi en Cherburgo, cuando recorría las provincias con su compañía, le considero uno de los mejores autores y actores de Francia, si no el mejor. Si no me ocurre ninguna desgracia en la campaña de verano, espero volver a ser invitado a este comité para aportar algunas ideas en el tema de los acompañamientos musicales. Hermeto Cornamusa y un servidor podemos hacer algo en ese campo.
 
Mientras la Comisión se reunía en el palacete Dusel, Christian De La Croix, fray Marcel, Cole Campbell y Thibault Cul-de-Sac charlaban animadamente en L'Epée D'Or. Les acompañaban las damas de estos dos últimos, Marianne Moreau y Madeleine Dubois. Poco ha trascendido de esta velada, aunque no cabe duda de que fue divertida.
 * * * Tercera semana 
Edicto Real de Su Majestad Luis XIV
 
Nos, Luis, por la Gracia de Dios Rey de Francia y de Navarra, habiendo tomado conocimiento de la sentencia pronunciada contra Renné Gade, hasta ahora Vizconde y Capitán de la Guardia Real, y tras ponderar con detenimiento sus méritos pasados al servicio de nuestra Corona, así como las circunstancias del caso, hemos decidido ejercer nuestro derecho soberano de gracia.
 
Por tanto, conmutamos la pena capital impuesta al referido Renée Gade por la presente disposición, dictando en su lugar las siguientes sanciones:
 
Será desposeído de todos sus cargos y dignidades, así como del título de Vizconde de Gade, quedando únicamente autorizado a conservar, en atención a sus servicios anteriores, el título de Barón así como la distinción de Chevalier d'Honneur.
 
Servirá por el término de doce meses en uno de los regimientos destacados en nuestras fronteras, donde habrá de demostrar con hechos su arrepentimiento y lealtad renovada. Con el único fin de que su experiencia militar pueda ser aprovechada en beneficio de Francia, se le permitirá conservar el grado de capitán.
 
Adicionalmente, le queda prohibido presentarse o ser presentado a cargo público o militar alguno durante un período de seis meses a contar desde el primer día del mes siguiente al de la firma del presente edicto. Pasado dicho período, se examinará su actitud y méritos en combate para tomar la decisión de habilitarlo para ocupar cargos al servicio de Francia.
 
Esta decisión ha sido tomada por clemencia real, pero no como desagravio, y se hace pública para que sirva de ejemplo a todos aquellos que ostentan honores concedidos por la Corona: que el favor del Rey es grande, pero no ciego; y que la traición, aun mitigada, no queda sin castigo.
 
Dado en París, bajo nuestro sello y firma, el día 15 del mes de mayo del año de Nuestro Señor mil seiscientos cincuenta y ocho.
 
Louis, Roi de France et Navarre
 
Por el Rey: El Ministro de Estado
(Firmado y sellado)
 
 
 * * * Del diario del Mayor De la Débacle: 
20 de mayo del año del Señor de 1658
 
Larga conversación con Philippe Le Clothes du Lacoste. Los dos pensamos en la dura campaña que se avecina, pero él seguía dándole vueltas al encuentro con Le Comte de Rouen y entendí que ese era un asunto no resuelto todavía. Al final, cuando ya nos despedíamos, me acordé del paquete que me dio Cornamusa. Le dije a Philippe que era un regalo para él y para su hermana (puesto que cumplían años algún día de este mes). Philippe sonrió al recibirlo y me dijo: "¿No lo has abierto? Porque está claro que te mueres de curiosidad por saber lo que es". Le juré que no lo había tocado, pero que desde luego que me moría de ganas por saber qué era. Y Philippe abrió el paquete. El regalito era una caja de música creada al alimón entre Hermeto y Jacob, su inseparable socio y asistente, tal como explicaba la carta que acompañaba el regalo. En ella se explicaba prolijamente que el primero elaboró e incorporó el mecanismo interno en un compartimento secreto y el segundo construyó la cajita de un pedazo de madera de cedro, la talló y la lacó con diseños geométricos, así como las dos figurillas unidas por las manos, alegoría a Géminis, que emergían del centro de la caja al abrirse la tapa, rotando sobre si mismas como si danzaran graciosamente al son de la melodía. Las dos figuras representan a Phillipe y a Lucille. ¡Un estupendo regalo! Espero que Philippe y Lucille lo disfruten.
 * * *En cuanto a la actividad de clubs, aunque fue más algo moderada que en semanas anteriores, no por ello fue menos animada: en La Garde Montante, Alain De La Débacle y Phillipe Le Clothes Du Lacoste estuvieron tomando unas copas. Este último, aprovechando que el encargo de los trajes para el desfile estaba casi terminado, consiguió convencer a su hermana Lucille para que le acompañase. Con Alain De La Débacle rememoraron la fiesta de la primera semana entre copas y carcajadas. Mientras comentaban los detalles del desfile que se aproximaba, la camaradería fluía con naturalidad. Los ánimos estaban en alto, aunque en Philippe persistía cierta inquietud que no llegó a confesar. * * * 
Por otra parte, en L'Epée D'Or se reunieron Christian De La Croix, fray Marcel du Calais, y las hermanas Dubois con sus respectivos galanes: Léo Hardy le Castel, quien por cierto acaba de conquistar los favores de Catherine, y Cul-de-sac. Por otro lado, De La Croix intentó entablar conversación con Christine Daé y Adèle Féraut, pero a pesar de sus esfuerzos no consiguió captar la atención de las damas, absortas en una partida de cartas.
 * * * Cuarta semana 
 Y llegó el gran día. La sastrería se transformó en una suerte de camerino improvisado: costureras, peinadoras y maquilladoras ayudaban a las bailarinas a prepararse para el desfile que conmemoraría el decimoquinto aniversario de la victoria en Rocroi. No se trata solo de entregar trajes: se cuida cada detalle para que el espectáculo sea impecable. Lucille, como siempre, lideraba con temple, aunque esta vez también iba a formar parte del evento. Ha decidido que tanto esfuerzo le ha hecho ganarse una recompensa, y en consecuencia ella también vestirá un atuendo especial y participará bailando por las calles, entre vítores y música. 
El sol se alzaba con solemnidad sobre los tejados de París, acariciando las fachadas de la elegante Place Royale, donde se agrupaban el batallón de los Dragones del Gran Duque Maximiliano comandado por el Mayor Alain de la Débâcle a la izquierda, el batallón de los Coraceros del Príncipe de Condé a la derecha, al frente del cual se encontraba el capitán Antoine haciendo las funciones de oficial y, en el centro, el batallón de Bernille Nienau, de los Coraceros del Delfín. Se habían dispuesto de esta manera para evitar cualquier tipo de enfrentamiento entre los Dragones de Gran Duque y los Coraceros del Príncipe, no fuera que en medio de la celebración del decimoquinto aniversario de la victoria de Rocroi, motivo por el cual se reunían, se pusieran a celebrar un sinfín de duelos entre dos regimientos rivales, algo que sin duda habría ensombrecido el evento.
 
Debido al tamaño de la Place Royale, los soldados se encontraban formados a pie, como si fueran un regimiento de infantería, pero sólo momentáneamente, pues los criados guardaban los caballos en la cercana Rue Sant Antoine, en perfecta formación militar y esperando a sus dueños.
 
Una multitud de parisienses, que sabían del acontecimiento porque la semana anterior lo habían pregonado los Coraceros por toda la Cité, se agolpaban alrededor de los caballeros y bajo los soportales de la plaza.
 
En el balcón principal del edificio que presidía la plaza apareció el Teniente Coronel Christian de la Croix, con porte erguido y distinguido, vestido con el uniforme de gala militar utilizado en las ceremonias.
 
-¡Soldados de Francia, hijos del acero y la disciplina! ¡Escuchad! Hoy no desfiláis solo por honra o ceremonia. Hoy camináis como centinelas de una nación que se levanta, que se impone en Europa como el sol que no se eclipsa, como demostramos en Rocroi el 19 de mayo del año de gracia de 1643. He logrado recuperar en los archivos militares de un humilde pero eficaz y valeroso Mayor, como los aquí presentes, Alain de la Débâcle y Bernille Nienau. Paso a relataros su informe:
 
A Su Eminencia el Cardenal Mazarino, ministro principal del Reino,
 
Por la presente, tengo el honor de informar a Vuestra Eminencia, dado que varios miembros del Estado Mayor perecieron en la batalla y me ha tocado a mi, que el día 19 del corriente mes, las tropas del Rey Nuestro Señor obtuvieron una señalada victoria contra las fuerzas del Imperio español en las proximidades de Rocroi.
 
El enemigo se presentó con número superior al nuestro, compuesto de cerca de veintisiete mil hombres, entre los cuales figuraban los veteranos Tercios de Flandes, reputados por toda Europa como los más temidos del continente. Nuestras fuerzas ascendían a poco más de veintitrés mil hombres, entre infantería, caballería y artillería.
 
La batalla dio comienzo con una carga de nuestra caballería rechazadas a ambos extremos por el fuego del enemigo. La primera línea francesa se vio fuertemente comprometida y comenzó a ceder terreno cuando cargó la caballería hispana, más la nuestra fue enviada a responder rápidamente, consiguiendo ponerlos en retirada y aniquilando a los arcabuceros enemigos.
 
Por varias veces hubo cargas y flanqueos entre ambas caballerías, hasta que el Duque condujo él mismo una carga relampagueante sobre el ala derecha, desbaratando la caballería flamenca. Tras este golpe, viró su línea y cargó por la vanguardia contra el centro español, en un combate terriblemente encarnizado.
 
Nuestra infantería, entre la cual nos encontrábamos los Cadetes de la Gascuña, evitamos la reorganización de la caballería hispana hasta conseguir dispersarla. Pero como la artillería española estaba disparando contra nuestro centro, sin poder replicarlos, el comandante condujo a la Brigada Pesada en un valeroso movimiento a través del mismo centro del ejército enemigo, separando a la veterana infantería española de los italianos, los alemanes y los valones, produciéndose una desbandada de los últimos y manteniéndose sólo firmes los españoles, con todos los supervivientes de cinco Tercios formando un gran rectángulo. Hasta seis cargas tuvo que hacer nuestra caballería para derrotar a los infatigables españoles, consiguiendo abrir brecha sólo cuando se les acabó la munición, sentenciando la batalla.
 
Los Tercios, formados en sus famosos cuadros, resistieron valerosamente, pero fueron finalmente rodeados y obligados a rendirse o perecer con honor. La victoria fue total.
 
Ruego a Vuestra Eminencia que tenga a bien transmitir este parte a la Reina Regente y que disponga lo necesario para el socorro de los heridos y el cuidado de los prisioneros.
 
Dado en campamento cerca de Rocroi,
al amanecer del día vigésimo de mayo,
año de Nuestro Señor 1643.
 
Firmado:
Julius Kern,
Mayor del segundo batallón de los Cadetes de la Gascuña
 
-¡Por la gloria de Francia y Su Linaje Real! -exclamó Christian de la Croix.
 
-¡Por la gloria de Francia! -repitieron los soldados.
 
-¡Por la gloria! -repitió el populacho.
 
Entonces sonaron varias salvas de cañones para rematar el discurso y se empezó a organizar el desfile en sí. Los soldados rodearon la Place Royale por todos los lados, incluido el centro. Alain de la Débâcle presto llevó a los suyos a liderar la vanguardia con los Dragones del Gran Duque Maximilano de Valois, subiendo entonces todos los caballeros a sus caballos y retirándose los criados. En el centro, a cierta distancia, los Coraceros del Delfín con Bernille Nienau, quienes también se habían subido a sus monturas. La muchedumbre impedía ver más allá.
 
Alain esperó a la señal convenida, momento en el cual, delante de su batallón se dispusieron una banda de trompetas naturales, cuya misión era presentar el desfile con sus fanfarrias, marchas y llamadas de atención para el público, más unos hombres que se encargaban de generar un humo de color azulado que servía también de espectáculo, para recalcar a la caballería emergiendo del «humo de los cañones del campo de batalla». Todos estos hombres comenzaron la marcha por la Rue Sant Antoine, anunciando la llegada del desfile a todos los parisienses que se amontonaban a ambos lados de la calle.
 
Después de los trompeteros aparecieron los Dragones, espléndidos en sus monturas, con monsieur Alain encantado de ser la vanguardia militar del desfile, honrado por aparecer el primero ante el pueblo de París, expectante al sonido de las triunfantes trompetas.
 
A continuación de los Dragones surgió una banda de timbales à cheval, con grandes timbales montados sobre caballos, tocados en parejas, golpeando con furor diversas marchas marciales. Un nuevo grupo de expertos en el arte de los fuegos se ocupó de crear detrás de ellos un nuevo muro de humo azul, que ocultaba la gran sorpresa que ningún parisiense se esperaría encontrar en un desfile militar.
 
Emergiendo del mismo humo apareció una compañía de bailarinas turcas, enmarcadas por la luz del sol que hacía centellear cada lentejuela, cada hilillo dorado cosido en sus vestidos. Las danzarinas se desplazaban con una gracia serpenteante, sus caderas marcando el ritmo como si el cuerpo entero fuese un instrumento. Los vestidos, cortos y livianos, parecían nacidos del viento: tejidos finísimos que apenas rozaban la piel, en tonos de zafiro, esmeralda y carmesí, con bordes de oro antiguo que brillaban al menor movimiento. Las faldas, al girar, se abrían en círculos perfectos, como sombrillas de seda en flor, proyectando un juego hipnótico de color y movimiento.
 
Sus vientres desnudos, ornados con cadenas de plata y diminutos espejos, reflejaban destellos de luz que bailaban junto a ellas. Cada paso, cada ondulación, estaba medido con un equilibrio exquisito. Había una audaz elegancia en sus movimientos que invitaba a mirar, sí, pero también a admirar. Sus figuras danzantes encendían algo íntimo en quienes observaban hipnotizados.
 
Y encabezando la marcha, bailando como una más, danzaba Lucille Brigitte Le Clothes Du Lacoste. Su rubia cabellera semejante a los rayos del sol destacaba entre los bellos y oscuros tonos de las bailarinas turcas. Había en el aire una tensión dulce, como si la danza de Lucille tejiera un hechizo que aún no podía romperse, como una rosa abierta al crepúsculo: hermosa, fragante, y apenas peligrosa.
 
Detrás de las bailarinas, un embobado Christian de la Croix, privilegiado espectador durante todo el desfile, apenas daba órdenes a los Coraceros, pues todos los de las primeras filas centraban sus miradas en la sensual danza turca y en sus estilizadas figuras. Quizás no prestaron suficiente atención a la marcha militar, más no les importaba mucho y, realmente, pocos se dieron cuenta de esos detalles. Tan sólo el capitán Antoine corregía el ritmo de las siguientes filas, sabedor de lo que ocurría más adelante.
 
La comitiva militar recorrió los principales barrios de París, desfilando por la Rue du Rei de Sicile y la Rue de la Verreire, girando por Saint Martin en dirección al Pont Notre Dame y l'Ille de la Citè, donde se estrechó y ralentizó la marcha para atravesar Le Petit Chatelet y el Petit Pont, punto en el que doblaron por Saint Michel. Recorriendo Quai des Grandes Agustins hasta llegar a Le Point Neuf. La marcha volvió a ralentizarse en Le Point Neuf a la altura de la estatua ecuestre de Su Majestad Enrique IV, para que todos los caballeros rindieran honores a caballo ante la estatua del muy querido Rey. Al llegar a la esquina de R. Saint Honore, descendieron por R. Saint Honore hasta alcanzar la calle que daba al Louvre. Los trompeteros pasaron de largo delante del Palacio Real tan sólo para anunciar la llegada del desfile, más callaron las trompetas una vez se marcharon por una calle anexa.
 
El Mayor Alain fue el primero en situarse delante del Palacio Real, repitiendo el mismo esquema del inicio y permitiendo la llegada del resto de batallones. Tanto la banda de timbales como la compañía de bailarinas se retiraron discretamente por los callejones adyacentes, dejando únicamente a los militares formar en fila en la plaza delante del Louvre.
 
Un silencio atronador se apoderó entonces del lugar, en respeto a la nobleza del momento. A una señal de Bernille, que ocupaba el centro, todos los soldados se descubrieron y gritaron al unísono, hasta tres veces:
 
VIVE LE ROI! VIVE LA FRANCE!
 
El desfile resulta un éxito rotundo. Más tarde, la celebración se traslada al Club L'Épée d'Or, donde la crème de la sociedad se congrega: Phillipe y Lucille Le Clothes Du Lacoste comparten la velada con caballeros como André du Guerrier, Christian De La Croix, Léo Hardy le Castel, Marcel du Calais, Thibaut Cul-de-sac, entre otros. A destacar que Ingrid Svensson apareció del brazo de un nuevo acompañante: Batz-Castelmore. Las copas se suceden una tras otra, los brindis se multiplican... Hasta que algo rompe la armonía.
 
Una fuerte discusión estalla entre Phillipe Le Clothes Du Lacoste y le comte de Rouen. Según se oye entre gritos, Cael ha osado ofender el honor de Lucille con palabras impropias de un noble. La tensión que arrastraban desde semanas atrás estalla sin mediación de nadie, y ante la ausencia del superior de Phillipe, no queda más remedio que resolver el asunto como dictan los códigos del honor: con un duelo.
 
La confrontación, presenciada por varios invitados, se torna el centro de atención. Aunque muchos opinan que todo pudo haberse evitado -y que el vino nubló los juicios-, la verdad es que Phillipe logra defender con valentía no sólo el nombre de su hermana, sino también la dignidad de la sastrería familiar. Una noche que, sin duda, quedará en la memoria de quienes la vivieron.
 * * * 
Del diario del Mayor De la Débacle: 
27 de mayo del año del Señor de 1658
 
He participado en el desfile para conmemorar la victoria de Rocroi, al frente de mis Dragones. El teniente coronel De La Croix nos concedió el honor de abrir la marcha (todo un detalle, teniendo en cuenta que las relaciones entre su regimiento y el mío no son precisamente un camino de rosas). Elegí como montura a Coupdegrace, aunque luego me arrepentí un poco porque en un par de ocasiones hube de recurrir a toda mi pericia como jinete para que el condenado no se lanzara a la carga contra el público. ¡Ya tendrá ocasión de desfogarse cuando nos encontremos con el enemigo el mes que viene! Luego me retiré, pero no sin antes enviar unas botellas de Calvados a la atención de De La Croix en L'Epée d'Or, donde celebró una fiesta que imagino espléndida.
 * * * 
R.I.P.Rogad a Dios por el alma de
 
 TESSIER DUSEL
 
 
 ![[Cruz para la esquela]](/headstone.gif) Mayor de los Mosqueteros del Rey
 
 Su familia, amigos y compañeros regimentales agradecerán
 UNA ORACIÓN
 
   * * * EL CABALLERO DEL MES El título de Caballero del mes corresponde a:Tessier Dusel
Por su entrega y dedicación en todo momento
 EL PATÁN DEL MES El título de Patán del mes corresponde a:Cael de Rouen
Por su pobre papel en el juicio de Renné Gadde
 * * * NOMBRAMIENTOS HABIDOS ESTE MES 
Christian De La Croix ha sido nombrado Ayudante de la 1ª División (M13A)
 * * * ANUNCIOS DE PRESENTACIONES A CARGOS 
Charles Batz-Castelmore anuncia que se presentará a Ministro de Ciencias (C05)Francesco Maria Broglia anuncia que se presentará a Ministro de Ciencias (C05)
 * * * ------------ Inicio de la estación de VERANO ------------ 
 CARGOS PARA EL MES DE JUNIO
| Cargo | Requisitos | N.S. mínimo | Quién nombra | 
|---|
 | Ministro de Ciencias | Brigadier o Baron | 10 | Min.Estado |  | Tte. Coronel Capellán | Obispo | 11 | Coronel |    CARGOS PARA EL MES DE JULIO
| Durante este mes se renuevan los rangos religiosos (consultar reglas). |  * * * AGRADECIMIENTOS 
Bueno... Siempre es difícil escribir esta sección, porque sois tantos los que contribuís a que pueda tener esta crónica en un tiempo récord... Pero este mes me vais a excusar que no os mencione, porque quiero dar un agradecimiento muy especial:
 
A Luis, por todo lo que ha hecho por la partida, mucho más allá de simplemente jugar: ha organizado tramas, ha "teatralizado" la entrada de nuevas damas, ha creado personajes no-jugadores que han dado color a la partida, me ha enviado cada año un resumen de noticias de La Gazette de la época, ha creado una versión en PDF de las reglas con una maquetación preciosa (y que realmente echaré de menos en la próxima actualización de las reglas)... En fin, que Luis ha hecho muchísimo por la partida, y gracias a él hemos conseguido llevarla a otro nivel. Mientras su estado de salud se lo ha permitido, ha estado ahí, ayudando como el que más, y poniendo a nuestro servicio su vastísima experiencia en las varias partidas de "En Garde!" en que ha jugado. Ahora... Ya no puede seguir. Ya lo esperábamos, pero igualmente duele mucho.
 
Un abrazo, Luis, y muchísimas gracias por todo lo que has hecho por "Preux et Audacieux". Hasta siempre.
 * * * NOTAS DE LOS REALES SECRETARIOS 
No cabe duda de que la influencia es una de las características más infrautilizadas de este juego. Normalmente un jugador la usa de forma individual para facilitarse la consecución de un cargo, o como mucho para ayudar a un "amiguete". Pero el juego de influencias que ha habido en la apelación de Renné Gade a Su Majestad ha sido fascinante. He estado más de media hora colocando todas las influencias en una tabla, consolidándolas, pintando los números de diferentes colores para orientarme, repasando todo varias veces... Es interesantísimo ver las tramas de alianzas y bandos que se han formado en el juego, y también las sorpresas que me he llevado viendo el uso que han hecho algunos de su influencia en un sentido totalmente distinto al que yo esperaba. Lástima que mis labios están sellados, porque las risas habrían sido épicas (y los cabreos también, para qué negarlo...) En fin, ¡ya tenemos tema de conversación para la barbacoa! aunque eso sí: yo no intervendré, para evitar que me tiréis de la lengua.
 * * * FECHA LÍMITE PARA EL PRÓXIMO TURNO El plazo de entrega del próximo turno finaliza el viernes, 4 de julio de 2025, a la medianoche (hora española peninsular). ¡Hasta pronto! 
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