Preux et audacieux: Una partida de En Garde!®por e-mail

 

REAL CRÓNICA DE ENERO DE 1658
(Número 380)

GACETA MILITAR

El regreso a la costa

La fragata Vigilante avanzaba en silencio por las aguas oscuras del Golfo de Vizcaya, acercándose a la costa vasca. En la proa, Eugnace-Michel de Laderoute miraba al horizonte con una mezcla de concentración y desdén. La Mirabelle había sido un golpe para su escuadra, una pérdida que aún pesaba sobre sus hombros, pero ahora no había tiempo para lamentaciones. El objetivo era claro: golpear al enemigo en su corazón, en las arcas del Banco de San Sebastián, sede de la Contaduría Militar del enemigo, como un castigo por su victoria anterior.

La noche estaba especialmente oscura, sin luna, y la niebla apenas dejaba ver la costa, un manto de silencio que parecía envolverlo todo. Ladéroute, junto a los hermanos Guérin, caminaba por la cubierta, repasando mentalmente lo sucedido semanas antes: la emboscada sorpresa, la pérdida de la Mirabelle, el abordaje de los corsarios. Muchos habían caído, pero algunos sobrevivieron, y esa supervivencia les había hecho más fuertes.

"¿Crees que podremos hacerle frente a este banco?", preguntó Jean Guérin, su tono grave. "Después de lo que ocurrió con la Mirabelle, deberíamos tener más cuidado." Ladéroute lo miró. Sus ojos se endurecieron. "Eso lo sabemos todos, Jean. Pero hemos aprendido. Los corsarios nos arrebataron la Mirabelle, pero no nos arrebatarán nuestra dignidad. Este golpe es por la escuadra, por los que ya no están. No fallaremos."

Pierre, el hermano menor, asintió, su rostro marcado por las cicatrices de la batalla y el cansancio. "Esta vez no nos pillarán desprevenidos. Vamos a sorprenderlos." La fragata Vigilante fondeó en Cala Mendiola, a pocos kilómetros de San Sebastián. La costa permanecía silenciosa, como si la ciudad misma estuviera esperando algo. Los hombres se alistaron rápidamente, vestidos con los uniformes de los soldados españoles, una táctica que les permitiría infiltrarse sin levantar sospechas. La noche estaba a su favor.

El grupo, compuesto por los supervivientes de la Mirabelle y algunos refuerzos, avanzó hacia la ciudad con rapidez. Las calles de San Sebastián estaban desiertas, la ciudad sumida en el sueño, ajena a la amenaza que se aproximaba. Ladéroute lideraba el grupo, sus ojos alerta en cada esquina. Recordaba las semanas de exilio, la humillación del fracaso, y ahora, cada paso le parecía una oportunidad para redimirse.

"Al banco. Rápido, antes de que alguien nos vea", murmuró Ladéroute mientras guiaba a los hombres hacia el objetivo. Jean y Pierre iban al frente, vigilando cualquier movimiento sospechoso. Al llegar al banco, la entrada estaba custodiada solo por unos pocos soldados españoles. El disfraz y el sigilo funcionaron a la perfección; no levantaron sospechas. El golpe debía ser limpio. Nadie debía saber que, tras esos uniformes, se escondían los supervivientes de la Mirabelle dispuestos a vengar su derrota.

"¡Adentro!", ordenó Ladéroute, con voz baja pero firme. El grupo se adentró rápidamente en el banco, moviéndose entre las sombras. Jean los guió hasta encontrar la sala donde se encontraba la caja fuerte. Pierre, mientras tanto, se encargaba de preparar la pólvora. Todo debía ser rápido. No podían quedarse mucho tiempo.

Con un fuerte estallido, la gruesa puerta que protegía los caudales cedió. El oro, joyas, la plata y documentos de valor quedaron expuestos, resplandeciendo en la penumbra. "Llenad las bolsas, rápido", dijo Jean mientras comenzaba a cargar los cofres. Ladéroute observó, una mezcla de rabia y satisfacción en su rostro. Éste era su golpe de redención. El sonido de los pasos de los guardias se oyó a lo lejos. "¡Ya vienen! ¡Rápido, a la salida!" gritó Pierre, mientras el grupo comenzaba a retirarse con el botín. En ese momento, la adrenalina comenzó a dispararse: el riesgo de ser atrapados aumentaba con cada segundo.

La retirada fue veloz. Los hombres, ahora con los cofres a cuestas, se apresuraron hacia la costa. El regreso a la cala fue aún más rápido que la llegada. La lancha de desembarco ya esperaba, y al poco tiempo, la fragata Vigilante se alejaba de la costa, desapareciendo en la oscuridad de la noche. Ladéroute, sentado junto a los hermanos Guérin en la cubierta, miró el botín que habían obtenido. "Lo hemos conseguido. No ha sido fácil, pero lo hemos hecho. Esta victoria es por los que perdimos en la Mirabelle."

Jean Guérin asintió. "El precio de la victoria es alto, pero al menos ahora sabemos que todavía podemos golpear al enemigo cuando más lo necesita." La fragata navegaba lejos de la costa, su misión cumplida. A pesar de la derrota previa, los supervivientes habían conseguido la victoria, y el mar se encargaba de ocultar sus huellas.

* * *

Muy lejos de allí, tierra adentro, Christian De La Croix espera su oportunidad. Llevan horas esperando el paso de un pequeño grupo de suministros enemigo del que les ha informado un espía. Ocultos en un bosquecillo no lejos del camino, le acompaña un pequeño destacamento de Coraceros.

De repente aparece el grupo esperado. De La Croix desenvaina y, dando un atronador grito, se lanza a la carga. Oye gritar a sus hombres detrás, y esto le enciende aún más. Cruza sin detenerse por en medio del grupo de sorprendidos españoles, que apenas empiezan a reaccionar cuando su atacante, cabalgando como un relámpago y repartiendo tajos al aire, acaba de cruzar la formación y desaparece en el otro lado del bosquecillo. Atónitos, los españoles se quedan mirando y, después de dudar unos momentos, deciden que debe tratarse de un loco, se encogen de hombros, y prosiguen su camino.

Al anochecer, en el campamento de los Coraceros, un furibundo Christian De La Croix lanzaba una severa reprimenda a sus hombres, formados frente a él.

-¿¿¡¡CÓMO SE OS OCURRE DEJARME TIRADO EN PLENO ATAQUE!!??

Antoine, el más veterano del grupo, intentó responder:

-Ma... Mayor, es que ése no era el grupo de suministros que estábamos esperando. Ése era un simple grupo de reconocimiento. La idea era dejarlos pasar para que pensasen que todo estaba tranquilo, pero... Os lanzasteis a la carga de improviso y nos pillasteis totalmente por sorpresa. Intentamos avisaros, pero no hicisteis caso de nuestros gritos y atravesasteis el pelotón enemigo como un poseído por el demonio. Yo creo que hasta les disteis miedo...

-¡O SEA, QUE HE HECHO UN RIDÍCULO ESPANTOSO! ¡OS VOY A...!

Sus palabras fueron interrumpidas por un batidor: "Mayor, el general desea veros".

Pensando en la que le iba a caer, Christian De La Croix se dirigió a la tienda de campaña del general con paso vacilante, mientras sus hombres lo miraban con una mezcla de miedo y compasión. Al rato, salió de la tienda con un rollo de papel en la mano y expresión incrédula. Ante la mirada interrogante de Antoine, se detuvo y explicó:

-Por... Por mi arrojo en combate y mi desprecio del peligro atacando en solitario a una patrulla enemiga, ¡me han ascendido a Teniente Coronel!

Ante la risotada de sus hombres, no pudo hacer otra cosa que imitarles y, entre carcajadas, decirles:

-Está bien, por esta vez pase, pero ¡la próxima vez seguidme a donde vaya, por muy equivocado que esté!

* * *

A destacar también el arrojo mostrado por Léo Hardy le Castel. El Mayor, que voluntarizó su batallón para apoyar a los Regimientos Fronterizos que luchaban en el Pirineo occidental, tuvo un papel destacado en la coordinación con el segundo batallón de los CPC, también voluntarizado y mandado por Thibaut Cul-de-sac. Ambos consiguieron atrapar en pinza a un batallón enemigo y aniquilarlo. Los dos recibieron sendas menciones en la Orden, más una adicional en el caso de Léo Hardy le Castel por su iniciativa en el ataque.

* * *

ECOS DE SOCIEDAD

Primera semana

Como de costumbre, Bernille Nienau llegó al Théatre Royale dispuesto a presenciar la representación del mes, pertrechado con material para tomar notas. A destacar su indumentaria, con aspecto de ser nueva y con motivos y ornamentos occitanos; hay que reconocer que le quedaban realmente bien. Se cruzó en el entreacto con Phillipe Le Clothes Du Lacoste, quien iba acompañado de Élise Leclerc. Ambos lo saludaron y no pudieron dejar de comentar la elegancia de sus ropajes, cumplidos que Nienau agradeció sinceramente.

Amiens, sábado 5 de enero de 1658

Un individuo encapuchado se abre paso entre operarios y actores del teatro de Amiens, dirigiéndose hacia un grupo reunido. En el centro del mismo, un caballero de más de treinta años, con abundante cabellera y fino bigote, está dando órdenes precisas en tono conciliador pero con determinación. Al abrirse paso entre la gente, el caballero repara en el tapado y se queda en silencio, mirándolo fijamente. El sujeto retira su capucha y le pregunta al gentilhombre:

-¿Jean-Baptiste...?

El rostro serio del director se transforma dando paso a una amplia sonrisa.

-¡Sacrébleu, el aprendiz aficionado! ¿Qué te trae por aquí?

Una tarde cualquiera, en una de las toscas mesas de Phillippe Le Rouge, Hermeto Cornamusa medita en silencio mientras de vez en cuando va sirviéndose vino de una pequeña jarra. Sobre la mesa, un libro bellamente encuadernado en cuya portada puede leerse "Los Misterios de la Naturaleza y el Arte".

Pasan las horas, y el tedio se va apoderando del piamontés. Finalmente, viendo ya la luna a través de la ventana del club, da un suspiro y decide irse. Se levanta, recoge el libro y su capote, y sale al exterior camino de su vivienda; hace poco se ha mudado a las afueras de París, así que el camino será un poco largo.

Una tarde cualquiera, en una de las mesas de La Garde Montante, Cole Campbell medita en silencio mientras de vez en cuando va sirviéndose vino de una pequeña jarra.

Pasan las horas, y el tedio se va apoderando del escocés. Finalmente, viendo ya la luna a través de la ventana del club, da un suspiro y decide irse. Se levanta, recoge su capote, y sale al exterior camino de su vivienda; está situada en el otro extremo de París, así que el camino será un poco largo. Al cabo de un rato, en una calle oscura, una figura encapuchada se le aproxima. Tensa los músculos, pero está tranquilo: sabe que su enorme estatura y corpulencia es un excelente disuasorio para potenciales asaltantes, y el encapuchado no parece muy alto y además se le ve ligero. Podría incluso levantarlo sobre su cabeza, llevarlo así hasta el puente de Marie, y tirarlo al Sena, piensa divertido. Pero no: cuando llega a su altura, una voz conocida lo interpela por su nombre:

-¡Cole! ¿Dónde os habíais metido?

-¡Vaya, mon ami Hermeto! -el escocés reconoce a su amigo al instante-. Eso mismo pregunto yo. ¡Os he estado esperando toda la tarde en La Garde Montante!

-Sin duda tuvimos un malentendido. Yo os estuve esperando en Phillippe Le Rouge.

-Pues vaya manera de perder el tiempo los dos. En fin, ¿tenéis al menos el libro? Tengo que devolvérselo al Embajador...

-Claro, aquí lo tenéis -Hermeto Cornamusa sacó el libro de debajo de su capote y se lo dio al escocés.

-Gracias, mon ami. Lo devolveré esta misma noche. Por cierto: la próxima semana tenemos un concurso de bebedores en La Garde Montante. ¡Os espero allí! Y recordad: ¡Es en La Garde Montante, no en Phillippe Le Rouge! -terminó con un guiño-.

* * *

El capitán de la Chaussée se presentó en la embajada de Suecia como cada mes, para la sesión de ajedrez con el Barón Erik Svensson y su hijo Björn. Reinaba el mismo ambiente cordial que en otras ocasiones. Mientras padre e hijo se enfrentaban en el tablero con buen humor y mutuos halagos, Gamin sonreía, sintiéndose uno más de la familia.

Al terminar la partida que ganó el Barón, Ingrid también quiso jugar. El capitán de los Carabineros de la Reina, muy solícito, le colocó las piezas en el tablero. En el momento de empezar la partida, la señorita Svensson advirtió que faltaba su dama, ocupada su posición por un pequeño estuche. Extrañada, abrió el misterioso presente y descubrió en su interior un precioso anillo. Levantó la vista y su mirada se cruzó con la de Gamin que abrió su mano para mostrar la dama blanca.

-Ya tenéis mi corazón, Ingrid. ¿aceptáis también mi compromiso?

-Yo... Tengo que pensarlo...

-No hay problema, Ingrid querida. Esperaré el tiempo que haga fal...

-Ya lo he pensado: ¡Sí! -dijo la joven con una pícara sonrisa-.

* * *

Del diario de Alain de la Débacle:

6 janvier 1657: Llego a París en lo que los ingleses dirían que es la 'Twelfth night' (mi madre siempre me leía a Shakespeare, lo siento. Aunque he de decir que el año pasado vimos en Cherbourg una obra representada por la compañía de un tal Molière que estaba muy bien: 'El atolondrado o los contratiempos', escrita y dirigida por él mismo; pero me estoy desviando del asunto). Mi primera misión es conseguir plaza en algún regimiento: lo intento en la Guardia de Dragones, pero casi que se ríen de este segundón de provincias. Sin embargo, tengo una mejor acogida en los Dragones del Gran Duque Maximiliano. Tan buena que consigo la plaza de mayor del segundo escuadrón. Los trámites, siempre enojosos, me ocupan prácticamente toda mi primera semana en París.

* * *

Segunda semana

Estaban ya casi todos los asistentes de la Comisión reunidos en L'Epée d'Or cuando se escuchó un bullicio creciente que provenía de la entrada del local. El sonado alboroto dio pie a un estruendoso jolgorio, cuando irrumpieron en la reunión de la Comisión el Comte de Dusel y Anne Lefèvre riendo a mandíbula batiente junto a un caballero con andares ridículos que hablaba un francés muy nasal con fuerte acento italiano.

-Bonsoir Mesdames et Messieurs! È questa la commissione? Dov'è il ministro?

Tessier no conseguía mantener la compostura. Esforzándose para no soltar otra carcajada, los presentó:

-Jean-Baptiste Poquelin, de la compañía teatral Molière. El Barón de Castelmore, Ministro de Humanidades del Gobierno de Su Majestad.

-Es un grandísimo honor conocerle, monsieur le Baron-. La rápida transformación asombró a todos los presentes; un gentilhombre de aspecto y porte distinguido estaba saludando con elegancia y una poderosa voz, en un impecable francés. Poquelin, que prefería hacerse llamar Molière, era el director de la compañía teatral del mismo nombre que estaba haciendo representaciones en las provincias. Actualmente estaban de gira por Amiens, representando El doctor enamorado. Dusel consideraba que dicha compañía podría triunfar en París y por ello había insistido en que los acompañara a la reunión de la Comisión. Molière relató que estaban de gira por el norte, y que había tenido el placer de conocer a Corneille en Rouen. Sus compromisos en Normandía le mantendrán alejado de la capital hasta el mes de octubre. Conversó animadamente con los asistentes hasta que se disculpó para visitar el club, que iba a ser, según dijo, el escenario de una próxima glissade.

Inesperadamente, un grave incidente se produjo en uno de los pasillos del club: Charles Batz-Castelmore se cruzó con André du Guerrier cuando se dirigía a una sala reservada y, sin que sepamos si fue de forma intencionada o no, los hombros de ambos chocaron. Sin mediar palabra, se cruzaron miradas feroces y desenvainaron sus rapiers hasta media hoja. De tácito acuerdo se dirigieron a la salida del patio, donde acabaron de desenvainar y comenzaron un feroz duelo.

Tras un breve intercambio de estocadas, Charles Batz-Castelmore perforó el hombro de du Guerrier, quien no tuvo otro remedio que conceder el duelo. Sin embargo, esto no fue todo: atraídos por el ruido, Tessier Dusel y Jean-Luc Picard hicieron su aparición. Batz-Castelmore los tranquilizó con unas palabras:

-Tranquilos, mes amis. Aquí ya está todo resuelto.

A lo que el Guardia del Cardenal respondió:

-Os equivocáis como os equivocasteis al elegir regimiento. Aquí no hay nada resuelto todavía. ¡Desenvainad!

Por rango militar fue le comte de Dusel quien se adelantó primero. Pero aquél no era el día de suerte de el Mayor, quien al rato recibió una herida aún más grave que la anterior que lo dejó inconsciente en el suelo del patio. Mientras el gascón se ocupaba caballerosamente de su rival, monsieur Picard se dirigió al salón reservado por el Guardia para poner en antecedentes a Christine Daé, quien algo empezaba a sospechar a raíz de la tardanza de su amado. Obviamente, ella salió corriendo hacia el patio envuelta en lágrimas y al mismo tiempo llena de furia.

* * *

Esta semana tuvo lugar también el concurso de bebedores organizado por Cole Campbell, en este caso en el club La Garde Montante. Asistieron Hermeto Cornamusa, quien esta vez sí que acertó con el club correcto, y Phillipe Le Clothes Du Lacoste, además de Björn Svensson, el hijo mayor del embajador sueco. También hizo acto de presencia Marcel du Calais pero, como dejó claro desde el primer momento, "únicamente en calidad de ayudante de monsieur Campbell, ya que mis votos me privan de tomarme ciertas licencias".

El primero en presentarse en el club fue el escocés, como corresponde al organizador de la competición. Le siguió Hermeto al poco rato. Le Clothes se presentó ataviado con una elegancia quizás excesiva para un evento de este tipo, llevando un fino chaleco bordado. Finalmente apareció, casi por sorpresa, el joven Björn, que además aportó una botella de algo llamado "aqvavit", elaborado en su tierra y de una transparencia cristalina que daba a entender que en aquella botella habría poco más que alcohol puro. Los contendientes decidieron dejarlo para después, si es que quedaba alguien de pie.

Cuando estuvieron todos, pasaron al salón reservado para la ocasión. El fuego crepitaba en la chimenea, lanzando sombras danzantes sobre las paredes de madera mientras los participantes se preparaban para la contienda. A un repique de la campana que fray Marcel había traído para la ocasión, la competición empezó.

Las rondas de bebida se sucedieron rápidamente, con cada participante mostrando su habilidad para resistir y disfrutar del vino que había sido preparado para la ocasión.

En una de las rondas, Cole se levantó para hacer un brindis en gaélico, pero en su entusiasmo perdió el equilibrio y cayó de espaldas, derramando el vino por toda la mesa. Rápidamente se levantó con una sonrisa y proclamó: "¡El suelo necesitaba más un trago que yo!"

En un ataque de entusiasmo épico, el gaillonés lanzó su sombrero al aire con un gesto teatral. Pero el sombrero voló demasiado alto y terminó colgando de una viga del techo. La audiencia estalló en carcajadas mientras Philippe intentaba recuperarlo con la ayuda de una escoba. Mientras tanto, Björn Svensson notó que empezaba a flaquear, y decidió entonar una tradicional canción nórdica para animarse. Sin embargo, la letra de la canción era tan complicada que terminó inventando palabras y rimas sobre la marcha. Sin embargo, debido al hecho de que ninguno de los asistentes entendía el sueco (y menos en el estado etílico en que se encontraban), nadie lo notó y el hijo del embajador fue aplaudido a rabiar.

Finalmente, después de varias rondas y numerosas anécdotas y canciones, el penúltimo contendiente cayó, y sólo uno quedó en pie. Al verlo, Fray Marcel se levantó y anunció con solemnidad: "El ganador de esta inolvidable competición es... ¡Hermeto Cornamusa!"

Al oírlo, el piamontés tuvo una reacción no por repentina menos previsible: levantó su brazo en signo de victoria y cayó redondo al suelo. Fray Marcel, con un suspiro, agarró la copa de madera que Cole Campbell había tallado para entregarla como premio, se la colocó junto a la cabeza, y abandonó el lugar, no sin antes avisar al encargado del club de que dejase dormir a todos por unas horas antes de arrastrarlos puertas afuera.

Del diario de Alain de la Débacle, Mayor de los Dragones del Gran Duque Maximiliano:

13 janvier 1657: El coronel de mi regimiento me dice que debo tener tres caballos. Y un criado que los cuide (y que me cuide a mí, claro). Tengo suerte de dar con un tratante que viene de la Bretaña y al ser yo de Cherbourg, me hace un buen precio. Así consigo mis tres monturas: Pinto, porque es un caballo pinto, será mi montura habitual para el día a día; luego compro un excelente alazán, al que llamaré Alazán (porque es de color canela), listo y rápido como una gacela (bueno ,como una gacela macho, claro), que dedicaré a mis patrullas de reconocimiento. Por último, veo un caballo negro como la muerte, de remos poderosos y muy malas pulgas; también lo compro. Me lo llevo a las afueras y lo pongo a prueba: montado en él, disparo mis dos pistolas junto a sus orejas; ni se inmuta... ¿estará sordo? Pero no, lo que pasa es que está templado como el buen acero. Lo bautizo como Coupdegrace y será mi caballo de batalla. Lo de los caballos me toma un par de días. Luego es urgente encontrar un criado. Y la suerte me sonríe de nuevo: contrato a Jean Luc Pottard, que también es de Normandía, aunque no del Contentin, sino de las afueras de Caen. Cuando me lo presentan, desprende un tufillo a Calvados que me resulta familiar y reconfortante. Además, prepara una tarrina de tripas al modo Caen que tira de espaldas.

* * *

Tercera semana

En el club L'Epée d'Or ya había una algarabía considerable, inusual para la fecha, en el momento que entraron el grupo de caballeros de la Société Preux et Audacieux, encabezados por el Barón de Castelmore y el capitán Jean-Luc Picard, el homenajeado. A la despedida de soltero también acudieron el Viscomte de Gade y el Barón de Broglie, así como los caballeros Hércule Delaveau, Bernille Nienau y Gamin de la Chaussée. Desde el interior hizo su aparición el Comte de Dusel, organizador del evento, haciéndoles un gesto para que entraran en la gran sala reservada. Al entrar, todos repararon en una tarima ubicada frente a la gran mesa, que parecía ocultar tras los cortinajes un pequeño escenario. Al lado, unos músicos tocaron una música árabe y se abrió el telón desvelando una bailarina exótica y enmascarada con curioso atuendo compuesto por varios velos muy coloridos. El grupo de caballeros, con Picard en el centro de la mesa, se quedaron boquiabiertos sin poder brindar. La bailarina se deslizaba por el escenario sensualmente contoneándose con provocación, desprendiéndose de uno de los velos a cada estribillo de la repetitiva melodía. De pronto avanzó hacia la mesa mientras la música redoblaba insistencia, dejando caer otro velo y mirando fijamente a Jean-Luc. Así siguió danzando y soltando velos, hasta quedarse plantada frente al capitán Picard, y en pleno crescendo musical soltó el velo que tenía atado al cuello dejando a la vista de todos... ¡un impresionante embarazo!

-¡JEAN-LUC PICARD! -vociferó-. ¿Piensas reconocer a tu hijo bastardo?

Los rostros del grupo reflejaban el más absoluto asombro, pero el de Picard estaba además lívido. Otro estruendoso bramido, a la espalda de los comensales, sobresaltó a todo el grupo, que se giró dispuesto a desenvainar el rapier. Una imponente figura de tez oscura ataviada con capa y turbante, blandía amenazadoramente una cimitarra.

-¡Vil meretriz! Ya sabía yo que me estabas engañando. ¡Te sacaré de las entrañas ese fruto impío y lo bañaré con la sangre de tu amante!

-¡Nadie tocará a mi hija y el infiel pagará con la vida su crimen!

Todos se giraron nuevamente, ya que la amenaza provenía de la pequeña banda de músicos. El raquítico flautista esgrimía su Ney y una jambia en la otra mano. Y en ese preciso instante, una obscena tripa de goma golpeó el pecho del capitán Picard, que soltó su rapier por el impacto mientras escuchaba a la bailarina gritar: "¡Quedaos con vuestro hijo, libertino!" Todavía estupefactos y mudos por lo que estaba ocurriendo, los atónitos caballeros escucharon numerosos aplausos. Provenían de los músicos, de la bailarina que ya no estaba embarazada, e incluso del feroz árabe que ahora se reía mostrando su impecable dentadura, abundante cabellera y fino mostacho. También aplaudía con entusiasmo el Comte de Dusel anunciando:

-Caballeros, es un honor presentar una glissade* representada por la compañía teatral de Molière para nuestro invitado: ¡el capitán Jean-Luc Picard!

* Resbalón. Actuación en la que los espectadores son partícipes involuntarios de una broma.

* * *

Marianne Moreau salió de su casa y empezó a caminar con paso tranquilo en dirección al parque de Les Tuileries, que no quedaba muy lejos. Ermengarde, su dama de compañía, avanzaba detrás de ella, arrebujándose en su chal. La mañana era fresca, pero al solecito invernal se estaba francamente bien.

-Tapaos bien, mademoiselle, no sea que os resfriéis -comentaba la solícita asistenta.

No pasó mucho tiempo cuando la acompañante percibió algo sospechoso. Se detuvo disimuladamente frente a una tienda y miró de reojo. En efecto: alguien las seguía. Para no alarmar a su señora, prefirió no decir nada y seguir camino unos pasos atrás. Buena conocedora del barrio y sus rutinas, dio una voz a Marianne:

-Mademoiselle, girad a la derecha en la próxima calle, es más soleada.

La dama hizo un gesto de asentimiento y tomó la dirección inidcada, seguida por Ermengarde. Tal y como ésta había calculado, al poco se cruzaron con una patrulla de la Guardia de la Vieja Ciudad, momento en el que la dama de compañía empezó a gritar, señalando al mismo tiempo al sujeto que les seguía que, en efcto, acababa de doblar también la esquina:

-¡AU SECORS! ¡SOCORRO! ¡UN ASALTANTE!

Estaba claro que el misterioso transeúnte las estaba siguiendo, porque en lugar de sorprenderse con el grito, inmediatamente dio media vuelta y echó a correr. La Guardia le dio el alto y salió corriendo tras él, dejando a las asustadas damas en mitad de la calle. Finalmente, con un suspiro, Ermengarde propuso volver a casa, pero Marianne Moreau insistió en seguir el paseo.

Unas pocas calles más allá, Cole Campbell Se ocultaba en un portal mientras la patrulla pasaba corriendo calle abajo, a pocos metros de él.

"¡Uf!", pensó. "¡Guárdenos Dios de las damas de compañía!"

En ese momento, la puerta donde se ocultaba se abrió, cosa que volvió a poner de punta sus ya alterados nervios. Se tranquilizó al ver un hábito de monje, y aún más cuando el sacerdote se giró tras cerrar la puerta y ambos se reconocieron mutuamente.

-¡Pero si es fray Marcel du Calais! -exclamó aliviado Cole Campbell. ¡Qué feliz coincidencia!

-Vaya, monsieur Campbell. Aquí me tenéis, de casa en casa recogiendo ayudas para los necesitados. Pero decidme, ¿os persiguen acaso? Parecéis nervioso, y este portal es muy adecuado para ocultarse...

-Bueno... He tenido un pequeño malentendido con una dama de compañía más desconfiada de lo normal... Permitidme que os acompañe, hermano Marcel, para apaciguar las sospechas de la patrulla. No hay mejor compañía que la de un siervo del Señor para tener una apariencia respetable...

* * *

Del diario de Alain de la Débacle, Mayor de los Dragones del Gran Duque Maximiliano y dueño de tres caballos de colores distintos:

20 janvier 1657. Tremendas agujetas en las piernas tras tirar con espada con mis compañeros de regimiento. Soy consciente que he de mejorar mucho si quiero sobrevivir. Jean-Luc me da friegas con Calvados y prosigo mis prácticas de esgrima.

* * *

Cuarta semana

La cuarta semana del mes de enero se celebró en la iglesia de Saint-Merri el enlace matrimonial de la señorita Daphée Bourtagre con el Capitán Jean-Luc Picard. Tras la boda tuvo lugar una recepción en la casita de los recién casados, en el mismo barrio de la iglesia.

A los dos eventos acudieron el Comte de Dusel, padrino de bodas, con su dama Anne Lefèvre, el Barón de Castelmore con Magdalène Vien, el Viscomte de Gade con Eléonor d'Yberville, quienes regalaron a la pareja una vajilla finamente decorada, Francesco Maria Broglia con Claire Lagaine y el Chevalier d'Honneur Gamin de la Chaussée con su flamante prometida Ingrid Svensson.

En la confortable casita del nuevo matrimonio que acogió a los ilustres invitados se sirvió un almuerzo con platos típicos de Picardía: carne guisada de pato, ensalada de ruibarbo y un licor Cambusier de dicha zona.

* * *

Del diario de Alain de la Débacle, Mayor de los Dragones del Gran Duque Maximiliano, dueño de tres caballos de colores distintos y torturado por las agujetas:

27 janvier 1657. Le digo a mi coronel que quiero llevar a mi escuadrón al frente. Me dice que no hay problema, pero que he de esperar a que comience febrero.

* * *

EL CABALLERO DEL MES

El título de Caballero del mes corresponde a:
 

Jean-Luc Picard
Por sentar finalmente la cabeza y contraer matrimonio.

EL PATÁN DEL MES

El título de Patán del mes queda
 

DESIERTO
Por un triple empate a un voto.

* * *

NOMBRAMIENTOS HABIDOS ESTE MES

    • Renné Gade ha sido nombrado Ministro de la Guerra (C02)
    • Alain de la Débâcle ha sido nombrado Mayor de los Dragones del Gran Duque Maximiliano de Valois
    • Christian De La Croix ha sido ascendido a Teniente Coronel de los Coraceros del Príncipe de Condé por sus méritos en combate.
    • Marcel du Calais ha sido ascendido a Cura franciscano.

* * *

ANUNCIOS DE PRESENTACIONES A CARGOS

    • Renné Gade anuncia que se presentará a Auditor General de Finanzas (C07)
    • Tessier Dusel anuncia que se presentará a Auditor General de Finanzas (C07)
    • Renné Gade anuncia que se presentará a Ministro de Justicia (C08)
    • Tessier Dusel anuncia que se presentará a Ministro de Justicia (C08)
    • Charles Batz-Castelmore anuncia que se presentará a Teniente General de la Policía (C09)
    • Gamin de la Chaussée anuncia que se presentará a Teniente General de la Policía (C09)
    • Tessier Dusel anuncia que se presentará a Teniente General de la Policía (C09)
    • Cael de Rouen anuncia que se presentará a Inspector General de Caballería (M03)

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CARGOS PARA EL MES DE FEBRERO
CargoRequisitosN.S. mínimoQuién nombra
Ministro de Justicia Brigadier o Baron 8 Min.Estado
Canciller de Finanzas Brigadier o Baron 10 Min.Estado
Tte.Gral. de la Policía Coronel o Chevalier 6 Min.Estado
Maréchal de FranceGeneral o superior 12 Rey
Inspector Gral.Infant. Tte.General o superior 10 Min.Guerra
Inspec.Gral.Caballeria Tte.General o superior 12 Min.Guerra

 

------------ Inicio de la estación de PRIMAVERA ------------


CARGOS PARA EL MES DE MARZO
CargoRequisitosN.S. mínimoQuién nombra
Ministro del Bienestar Brgder. o Baron 10 Min.Estado
Ayudante General General o superior 8 Maréchal France
Jefes de Ejercito General o superior 10 Maréchal France
Aide camara Maréchal Teniente Coronel 6 Maréchal France
General capellán Arzobispo 13 Maréchal France
Jefes de Brigada Brigadier General 6 Inspectores Generales

* * *

AGRADECIMIENTOS

  • A Nacho, por la crónica militar.
  • A José, por los fragmentos del diario de Alain de la Débacle.
  • A Johnny, por la "nota de prensa" de la boda.
  • A Marc, por esconder la dama blanca del ajedrez del embajador sueco.
  • A Luis, por el cameo de Molière y el relato de la despedida de soltero.

NOTAS DE LOS REALES SECRETARIOS

Bueno... La resolución de este turno fue bastante caótica, por motivos ajenos a nuestra voluntad. Por suerte, estáis todos ojo avizor, y se han corregido algunos errores que detectasteis. ¡Gracias!

FECHA LÍMITE PARA EL PRÓXIMO TURNO

El plazo de entrega del próximo turno finaliza el viernes, 28 de febrero de 2025, a la medianoche (hora española peninsular).

¡Hasta pronto!

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