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REAL CRÓNICA DE DICIEMBRE DE 1657
(Número 379)

GACETA MILITAR

Golfo de Vizcaya

La fragata Mirabelle surcaba las aguas turbias del Golfo de Vizcaya, tan cerca de las costas del País Vasco que Ladéroute podía imaginar la tierra firme como un fantasma en el horizonte. La situación política se había recrudecido todavía aún más, pues el conflicto entre Francia y España no daba tregua en las costas atlánticas. En los últimos meses, las incursiones de las flotas españolas se habían intensificado, y la escuadra francesa, bajo el mando de un comandante astuto pero extremadamente cauteloso, luchaba por mantener el control de las aguas en la región.

Ladéroute, coracero todavía inexperto pero templado por su última experiencia en el frente, estaba apostado en la proa, junto a otros dos compañeros de armas, los hermanos Guérin. Los tres habían sido destacados a bordo de la Mirabelle para desembarcar una unidad de coraceros en las costas del norte de España, donde las fuerzas francesas debían enfrentarse a las guerrillas realistas. Mientras las velas se hinchaban al viento, las primeras luces del alba comenzaron a disipar la niebla, dejando ver una silueta a lo lejos. Ladéroute observó en silencio, reconociendo la táctica de los corsarios españoles. Ellos rara vez salían a la caza sin la certeza de la victoria.

El primer disparo enemigo, claro como el filo de un cuchillo, atravesó la niebla y destruyó una de las velas mayores de la Mirabelle, haciéndola tambalear con una sacudida violenta. El aire se llenó de un rugido ensordecedor cuando los cañones de las naves españolas abrieron fuego, alcanzando la fragata en varios puntos. La Mirabelle no estaba en condiciones de maniobrar, su casco antiguo y la tripulación agotada por las semanas de navegación. Los marineros, atónitos ante la rapidez de la emboscada, corrían por la cubierta tratando de poner en marcha las reparaciones, pero el daño era irreversible. Ladéroute miró a los hermanos Guérin con cierto aire de fatalidad. Jean, el mayor, tenía los ojos fijos en la nave española que se acercaba rápidamente, su rostro tenso, pero sin pánico. Pierre, el más joven, se agitaba nervioso, pero seguía la disciplina del coracero. "No vamos a quedarnos aquí esperando", dijo Jean, en voz baja, dirigiéndose a su compañero. Ladéroute asintió. Sabían lo que venía: un abordaje, sin duda, y tal vez la muerte.

La fragata enemiga, más ligera y rápida, comenzó a rodear la Mirabelle en un movimiento de pinza. Ladéroute y los hermanos Guérin se unieron a un pequeño grupo de coraceros que, en medio del caos, se preparaban para defender la embarcación, esperando tal vez poder repeler el ataque o al menos hacer tiempo para que los demás barcos franceses pudieran llegar. Sin embargo, la situación se volvió más desesperada con cada segundo. Los hombres estaban desbordados; los cañones ya no disparaban con eficacia, y la escuadra francesa, mal posicionada y exhausta, no podía hacer frente a la maniobra precisa de los corsarios. La batalla no era en absoluto equitativa, y cada disparo enemigo parecía destrozar la resistencia de los franceses, que luchaban sin esperanza.

El comandante de la Mirabelle, con la voz rota por el rugido de los cañones, dio órdenes para intentar girar el barco hacia el viento y huir, pero ya era tarde. Los corsarios españoles estaban demasiado cerca, y los marineros franceses se encontraban desbordados por la ferocidad del ataque. Ladéroute se dio cuenta de que el combate estaba perdido. Los españoles habían abordado, y la confusión reinaba sobre la cubierta. "¡A las lanchas! ¡Rápido!", gritó, sin tiempo para explicaciones.

El grupo de coraceros que quedaba, apenas un puñado de hombres, se abrió paso entre los cuerpos caídos, algunos de ellos atrapados bajo las ruinas de los cañones destrozados. Pierre Guérin, herido por una astilla de madera, tropezó, pero Jean lo levantó con la fuerza de un hombre acostumbrado a la batalla. Ladéroute sintió el peso de la muerte acechando detrás de él, la fragata Mirabelle ahora una ruina flotante, mientras los corsarios españoles se extendían sobre el barco. No había lugar para la resistencia. Lo único que quedaba era la huida.

Una lancha de salvamento, abandonada en la borda, flotaba cerca, rodeada de hombres con ojos vidriosos, buscando desesperadamente una salida. Ladéroute, cubierto de sudor frío y salitre, vio cómo uno de los marineros enemigos caía sobre su propia espada. Jean, con su rostro pálido por el miedo, empujó a Pierre hacia la lancha. Ladéroute apenas alcanzó a saltar a bordo, cuando el peso de su propia armadura lo hizo caer de rodillas en el agua helada. El pequeño bote osciló peligrosamente, pero finalmente, logró estabilizarse. Los coraceros estaban exhaustos, casi sin aliento, como si cada remada los llevara más cerca de la muerte. En la distancia, la Mirabelle se hundía lentamente, la última gran fragata de la escuadra francesa de Vizcaya tragada por el mar.

El silencio que siguió fue tan profundo como el abismo bajo el agua. El sonido de la batalla ya había desaparecido, y el único ruido que quedaba era el del viento arrastrando las olas hacia la costa. Ladéroute miró a los hermanos Guérin. Jean estaba pálido, y Pierre, aunque no mostraba señales de haber sufrido demasiado, parecía estar al borde del colapso. Ninguno de los tres dijo palabra. Los corsarios habían ganado, y la escuadra francesa había sido derrotada. La guerra, en ese momento, parecía algo distante, como un sueño lejano. Sin embargo, la vida de Ladéroute seguía, a pesar de todo. Pero en su interior, algo se quebró, como si la furia del mar hubiera arrastrado consigo no solo la Mirabelle, sino también una parte de su alma.

* * *

ECOS DE SOCIEDAD

Primera semana

Parece que la calidad de la obra estrenada en le Théatre Royale ha mejorado sensiblemente este mes. Bernille Nienau, armado con un cuaderno de notas y un lápiz de grafito, tomaba notas incesantemente y no podía ocultar frecuentes gestos de satisfacción. ¡La cosa funcionaba!

Tal fue el comentario que le hizo a Charles Batz-Castelmore en una reunión posterior. Sin embargo, el Ministro no parecía del todo satisfecho.

-Sin duda la cosa funciona, mon ami, pero aún nos queda mucho por hacer. También es importante no encerrarnos en nuestra burbuja y contar con tantas opiniones como sea posible. Voy a enviar esta carta a todas las damas de París que han mostrado interés en las artes de Talía:

Apreciada mademoiselle:

En calidad de Ministro de Humanidades y como presidente de la Comisión para la Calidad de las Artes Escénicas, tengo a bien invitaros a la velada que tendrá lugar en el club L'Epée D'Or la segunda semana del mes, donde podréis expresar vuestra opinión y gustos y así ayudar a mejorar la programación teatral. Podéis acudir acompañada de otras amigas si lo deseáis, y yo personalmente pasaría a recogeros en mi carruaje si ello fuese necesario. Entre los asistentes estará el Ministro de Estado Cael de Rouen, el afamado dramaturgo Hércule Delaveau y otros caballeros miembros de la Comisión.
Celebraremos una comida navideña y, por gentileza de monsieur Nienau, habrá un pequeño obsequio navideño a modo de detalle para las damas asistentes.
Os agradezco vuestra consideración y confío podamos contar con vuestra presencia en ésta y futuras reuniones.

Charles Batz-Castelmore
le Baron de Castelmore
Ministro de Humanidades
Chevalier d'Honneur

* * *

El carruaje cerrado se detuvo ante la residencia de la familia Lefévre. De su interior descendió el Comte de Dusel para ayudar a mademoiselle Lefévre a subir.

-¿Entonces ya os habéis decidido? -preguntó la dama al arrancar el vehículo.

-Creo que sí. Solamente me falta vuestra aprobación.

La calesa recorrió las calles de París hasta llegar a uno de los distritos más elegantes, para atravesar una gran entrada con doble puerta forjada que daba acceso a un camino rodeado de árboles. La carroza giró de inmediato, desapareciendo de la vista de los pocos transeúntes que paseaban por la calle principal, para desembocar en un patio de gravilla y un cuidado jardín que daba acceso a un pequeño palacete.

-¡Es precioso! exclamó Anne viendo las vistas desde la ventanilla.

-¿Os parece excesivo? preguntó Tessier mientras paseaban por los jardines de acceso al edificio.

-Depende. Quizás os resulte abrumador si vais a vivir solo...

-Tenéis toda la razón. Estoy pensando en la manera de remediar esta circunstancia -respondió Tessier mientras accedían al interior del palacete y recorrían sus estancias.

Se detuvo ante una doble puerta cerrada, y tras soltar momentáneamente el brazo de Anne, se dispuso a abrirla mientras miraba fijamente a la dama.

-Este es mi cuarto favorito; a ver qué os parece. La contempló nuevamente antes de abrir las puertas, admirado, y verbalizó un pensamiento con voz suave y serena:

-Estáis resplandeciente esta mañana.

Las puertas se abrieron para dar acceso a un pequeño salón con chimenea y unas puertas ventanales con vistas al jardín desde donde se filtraban los agradables rayos solares.

Dos sillones con brazos y una mesa baja frente a la chimenea apagada adornaban la acogedora pieza. Sobre la mesa destacaba un precioso ramo de rosas rojas. Anne se acercó para olerlas y reparó en un pequeño estuche junto al ramo.

Extrañada, volvió la mirada hacia el conde, que se había sentado en uno de los sillones.

-Querida Anne, no pretendo vivir solo aquí. Sólo depende de vos que me mude a esta residencia. Si aceptáis este regalo de compromiso, me convertiréis en el hombre más feliz de este mundo.

La señorita Lefèvre todavía estaba ruborizada tras haber aceptado la proposición de Tessier Dusel que, visiblemente emocionado, le colocaba un delicado collar de perlas al cuello mientras ella contemplaba los jardines. En el reflejo del cristal, Tessier advirtió como una lágrima de emoción resbalaba por la mejilla de la radiante Anne, y la capturó con su índice antes de que llegara a la comisura de sus sonrientes labios.

* * *

Gamin de la Chaussée acudió puntual a su cita con el embajador sueco para brindarle sus servicios como maestro de ajedrez. El Barón Erik Svensson, que le recibió tras atender asuntos diplomáticos de su embajada, le saludó con un firme apretón de manos y una sonrisa de satisfacción no disimulada.

-Aquí está nuestro campeón, que ha triunfado nuevamente en el torneo de croquet con mi pequeña Ingrid.

-Todo el mérito ha sido de mademoiselle Svensson -respondió de la Chaussée. Su hija es una gran jugadora.

Mientras desplegaba el juego de ajedrez, el barón y su hijo Björn se dispusieron a jugar una partida bajo la atenta mirada de Ingrid. De la Chaussée alternaba consejos de juego con miradas fugaces a Ingrid, a las que la joven a su vez correspondía sonrojándose.

El ambiente era tan cordial que Gamin de la Chaussée se sintió como uno más de la familia, y por ello, al finalizar la partida, se atrevió a entregarle un delicado obsequio a Ingrid Svensson esperando ser correspondido por la bella dama y aceptado por su familia.

* * *

Segunda semana

La segunda semana se celebró el baile de debutantes organizado por los vizcondes de Gade en su mansión. Asistieron prácticamente todos los caballeros sin pareja, es decir, Christian De La Croix, Cole Campbell, Léo Hardy le Castel, Phillipe Le Clothes Du Lacoste y Thibaut Cul-de-sac. Incluso se pudo ver a fray Marcel du Calais, aunque obviamente éste no participó en el baile y acudió con el único propósito de ayudar a los vizcondes con la organización y el desarrollo del evento, cosa que la pareja anfitriona agradeció profundamente. En cuanto a damas, asistieron Marianne Moreau, Marie Dupont, Élise Leclerc y las hermanas Dubois, Madeleine y Catherine. Muy comentadas fueron las ausencias de Anne Lefèvre y Ingrid Svensson, además de las de Tessier Dusel y Gamin de la Chaussée, dando pie a toda clase de rumores... Rumores que, como hemos visto, resultaban más que justificados.

Para ayudar a romper el hielo, Renné Gade y Eléonor d'Yberville anunciaron que se sortearían las parejas del primer baile. De La Croix bailó con Marianne Moreau, Cole Campbell con Marie Dupont, Léo Hardy le Castel con Catherine Dubois, Phillipe Le Clothes Du Lacoste con Élise Leclerc y Thibaut Cul-de-sac con Madeleine Dubois. Entre baile y baile, refrigerios consistentes en delicias traídas del sur por le Castel para la ocasión. La fiesta fue sumamente animada, y se bailaron gigas y gavotas hasta bien entrada la noche. Después, algunos caballeros afortunados tuvieron ocasión de llevar a casa a sus parejas.

* * *

¿Y qué hizo el resto de caballeros, los que ya cuentan con los favores de una dama? Pues... Francesco Maria Broglia fue la excepción, ya que llevó a Claire Lagaine a pasear por el parque de les Tuileries. El resto se congregó en L'Epée D'Or para la reunión de la Comisión para la Calidad de las Artes Escénicas. Encontramos allí a Nienau, Charles Batz-Castelmore, Cael de Rouen con Laurélie Hagopian, Hércule Delaveau con Anne Gramme y le comte de Dusel con Anne Lefèvre (por cierto que estos dos últimos no estuvieron muy atentos al desarrollo de la reunión, dedicándose en su lugar a contemplarse el uno al otro). Al acabar y como agradecimiento por haber asistido, monsieur Nienau obsequió con pañuelos de bocamanga a todas las damas asistentes.

* * *

Tercera semana

Plantado en la puerta de L'Epée D'Or, Cul-de-sac desafiaba la ventisca invernal embozado en su capote. "Si pensaba llegar tarde, al menos podría haber dejado recado en la entrada", pensó.

Un buen rato después, una silueta apareció al principio de la calle, a paso más que rápido. Cuando llegó junto a él, Thibaut Cul-de-sac reconoció en el recién llegado a Léo Hardy le Castel, que comenzó de inmediato a deshacerse en disculpas.

-Bu-bu-e-no, mon a-ami -respondió el que esperaba-. ¿No po-podríais dis-disculparos de-dentro? ¡Hace un frí-frío que pela!

Entraron los dos rápidamente y fueron conducidos al salón principal. Allí tenía lugar una animada reunión de Navidad, con la presencia de el Barón de Broglia con Claire Lagaine, Léo Hardy le Castel, Thibaut Cul-de-sac y Renné Gade con Eléonor d'Yberville. También estaban, solas, Christine Daé y Magdalène Vien. Preguntadas por los recién llegados acerca de sus respectivos galanes, respondieron alguna vaguedad acerca de "acaban de salir a solucionar sus asuntos". En efecto, al cabo de muy pocos momentos, la puerta del pasillo que daba al patio interior del club se abrió y ambos aparecieron, Du Guerrier sujetándose el brazo izquierdo con la mano opuesta.

El breve incidente no dejó consecuencias graves, así que los asistentes reemprendieron los brindis y las risas hasta bien entrada la madrugada.

* * *

Una cena de Navidad mucho más tranquila fue la que organizó el gascón en su recién adquirida mansión, cena a la que asistió obviamente Anne Lefèvre, pero también la amiga de la infancia del conde, Anne Gramme, acompañada de su flamante galán Hércule Delaveau, que en algún momento llegó a sentirse como si hubiera ido a pedir la mano de Anne a su futuro suegro, tal era la actitud protectora del conde de Dusel hacia la joven. Mientras, Béatrice Gramme, madre de Anne y antigua institutriz del conde, también presente en la cena, esbozaba en silencio una sonrisa cómplice.

* * *

Un extraño suceso tuvo lugar frente a la embajada inglesa de Lord Thomas Steward. Cole Campbell se encontraba visitando al Embajador para pedirle prestado el interesante libro "Los misterios de la naturaleza y el arte", de John Bate, a petición de Hermeto Cornamusa, que se encontraba muy interesado en su contenido. "Algo sobre un dragón, creo", explicó el escocés. Cuando el embajador se dirigió personalmente a la biblioteca a buscar el libro ("se lo tendría que haber pedido a un criado, pero para eso tendré antes que contratar a alguno que sepa leer los títulos de los lomos", comentó), por las ventanas llegó un griterío desde la calle. Cole Campbell se asomó, y vio un grupo de unas cincuenta personas que protestaba delante de la embajada contra los herejes ingleses.

Tras un breve rato durante el cual Cole estuvo mirando la protesta con curiosidad, regresó el embajador y le entregó el tomo. El escocés lo agradeció y fue acompañado a la puerta principal. "Tened cuidado con esa gente, my friend. Podrían ser peligrosos", le dijo el embajador. A lo que el aludido respondió: "No os preocupéis, Excelencia. No parece que estén muy organizados." Y en efecto, cuando la imponente figura del gigantón escocés apareció en la puerta, la multitud huyó despavorida y se dispersó por las calles como alma que lleva el diablo.

* * *

Cuarta semana

El lunes 31 se celebró en el Gran Casino de París una fiesta de gala exclusiva para despedir el año viejo y celebrar el nuevo 1658. Los asistentes mostraban su invitación personal en la entrada al recinto. Los primeros en llegar fueron los Reales Secretarios con el rigor profesional de cubrir la crónica de este evento dirigido al equipo de Gobierno de su Majestad. Los organizadores, el ministro de Humanidades barón de Castelmore y el conde de Dusel, junto con sus respectivas damas, les ofrecieron la primera copa de bienvenida; una copa de un vinum titillum apodado champagne por su región de origen.

En la media hora siguiente fueron llegando el resto de integrantes del gabinete de ministros: el ministro de Ciencias barón de Broglie acompañado de la bella Claire Lagaine, que lucía un espectacular vestido de gala azul turquesa; al rato también apareció el ministro de Estado Vicomte de Rouen de la mano de su prometida Laurélie Hagopian ataviada con un elegante vestido gris perla. Finalmente se presentaron el Vicomte y la Vicomtesse de Gade, la bella Eléonor d'Yberville, que estaba resplandeciente con un vestido verde esmeralda.

La fiesta fue un éxito rotundo en el que todos los invitados se acercaron para apostar a la gran mesa de juego del Casino. La suerte dispar benefició a unos en detrimento de otros. El comte de Dusel apostó 300 coronas en compañía de Anne Lefèvre, que obtuvo los beneficios de la apuesta ganadora.

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Simultáneamente, otra fiesta tuvo lugar en Les Chasseurs. Acudieron a ésta monsieur Nienau, De La Croix, Cole Campbell, de la Chaussée con Ingrid Svensson, Jean-Luc Picard con Daphée Bourtagre, le Castel, fray Marcel du Calais, Le Clothes y Cul-de-sac. André du Guerrier, en cambio, prefirió un lugar más tranquilo para compartir la entrada de año con Christine Daé y se encaminó a L'Epée D'Or.

Obviamente, el principal tema de conversación fue el "sorprendente espectáculo sin igual, nunca antes visto en Francia y, quizás, ni en Europa entera" anunciado por CDC. Interrogado éste diversas veces por los invitados, su respuesta se limitó a una sonrisa enigmática y un "todo a su debido tiempo, mes amis".

Terminada la cena, en el momento de los brindis y celebraciones, Jean-Luc Picard alzó su copa tomando de la mano a su prometida Daphée para anunciar solemnemente.

-Mes amis, tengo el honor y privilegio de informar que en la cuarta semana del próximo mes la señorita Daphée Bourtagre y un servidor se unirán en santo matrimonio en la iglesia de Saint-Merri. Estamos buscando residencia, seguramente una casita sin demasiadas pretensiones, por lo que la recepción en la nueva vivienda estará limitada por el aforo de la misma, así que enviaré invitaciones personalizadas.

¡Nos hubiese gustado tener una recepción sin límite de invitados, pero hasta que Dios no nos bendiga con descendencia, preferimos vivir en un espacio pequeño y acogedor!

Los vítores de los asistentes en el momento del anuncio culminaron en un apasionado beso de la feliz pareja.

Tras el anuncio de monsieur Picard la fiesta siguió su curso y, pocos minutos antes de la medianoche, los mayordomos de Chasseurs procedieron a abrir de par en par los ventanales del club orientados al Quai d'Anjou, siguiendo instrucciones precisas del anifitrión. Christian de La Croix, no sin cierto aire misterioso descaradamente impostado, animó a sus alegres invitados a salir a los balcones con sus bebidas para recibir el nuevo año a la luz de la luna, a pesar del relente y de que no se veía luna alguna pues el cielo estaba cubierto por un manto de nubes bajas. Una vez reunidos en el exterior, mientras el repiqueteo de las campanas de la catedral de Nôtre-Dame resonaba a sus espaldas, un resplandor plateado seguido del sonido de una explosión, provocó que todo el mundo alzara la mirada al cielo. El resplandor plateado sobre sus cabezas aún bañaba los edificios y las plazas de ambas orillas del Sena con una luz ultraterrena cuando, con el último tañir de las campanas de la catedral, una sucesión de silbidos muy agudos hizo vibrar el aire rompiendo a gran altura en un caleidoscopio de fuegos cromáticos, una miríada de brillantes destellos de amarillos, verdes, morados y azules que parecían surgir por doquier de la nada, si bien su origen no pasaría desapercido mucho tiempo. Algún ojo avizor llamó la atención a los demás sobre una pequeña barcaza fondeada más allá de la isla, inmóvil sobre las aguas muy cerca de la Puerta de San Antonio, frente a los muros de La Bastilla. Un par de tripulantes que iban y venían por la embarcación parecían ocupados en prender las baterías de morteros dispuestas en cubierta, de las cuales salían disparados hacia las alturas los enjambres de centelleos irisados que pudieron contemplar no sólo aquellos que salieron a los balcones de Les Chasseurs, si no toda la ciudad de Paris.

Aun de tan lejos se distinguía uno de los cohetes, ubicado en la proa de la barcaza, que sobresalía de los demás por su inclinación y tamaño, si bien nadie se esperaba lo que iba a acontecer a continuación... Encendida la mecha, el extraño artefacto subió zumbando en una suave parábola mientras dejaba una estela de humo verde tras de sí. La detonación, a muy poca altura sobre las aguas del Sena lanzó al aire otros tres proyectiles cuyas chisporroteantes estelas unidas a la explosión del primero dieron forma a la fantástica figura de un dragón que resplandecía con un fulgor turquesa, cuyas alas se alzaban sobre las aguas iluminadas, simulando emerger de ellas, y disipándose al rozar su superficie. Al extremo del largo cuello. Proyectado hacia las nubes y casi a su misma altura, de un fogonazo bermellón en su cenit, lo que podría interpretarse como la cabeza del dragón con las fauces abiertas, brotó una lluvia de espirales de fuego que creó la ilusión de incendiar el cielo. Entre la concurrencia apiñada en los balcones. La sorpresa y el asombro iniciales enseguida dieron paso a los vítores y brindis de año nuevo, los abrazos y los juramentos de amistad y amor eterno.

Únicamente Cole Campbell permanecía un poco apartado de los corrillos, mientras contemplaba embelesado el efecto de los fuegos reflejados en aquellos ominosos nubarrones, a los que un viento repentino dispersaba velozmente como si ciertamente fueran consumidos por las llamas.

Pese a las poco enérgicas e inaudibles protestas de algún encargado, el coloso escocés se había subido a la baranda, encaramándose al borde del abismo bien agarrado a un pendón en el extremo del balcón más oriental, para así poder observar el espectáculo desde una posición privilegiada.

De ahí que, mientras todo el mundo reía y celebraba a pocos metros de Cole Campbell, la expresión del escocés, también de júbilo al principio, fuera mudando a otra de preocupación al percatarse de que uno de los pequeños cohetes había perdido el rumbo de su excéntrica pirueta en espiral y parecía dirigirse fatalmente de vuelta hacia la embarcación, aún con una batería de morteros cargados a bordo de la misma. También el semblante de Christian de La Croix cambió de súbito, congelándose en una mueca de pavor, cuando todos fueron testigos de la gran explosión multicolor que voló la barcaza en mil pedazos. El gesto de espanto de Christian se petrificaría en uno de perplejidad e incredulidad un instante después al ver a Cole Campbell colgado del pendón de Les Chasseurs, quien balanceaba para tomar impulso sobre la fachada del club, yendo a caer hábilmente en un tejado adyacente, un piso más abajo, milagrosamente ileso y presto a salir volando en la dirección del desastre.

Alguien gritó: "¡Están en el agua!", y en efecto, los dos tripulantes de la malograda embarcación habían tenido el tiempo justo de saltar por la borda y ahora luchaban por mantenerse a flote en las gélidas aguas de Sena, pues a causa de las lluvias recientes el río bajaba con más caudal de lo habitual por estas fechas y la corriente parecía ser inusualmente fuerte, impidiéndoles llegar a la orilla y arrastrándoles consigo sin darles tregua.

La gigantesca forma del dragón escupefuego se desvaneció con la sombra de la última nube arrastrada por el viento helado que ahora serpenteaba por los salones de Les Chasseurs, en ráfagas ululantes que congelaban la sangre en las venas y dejaron el club a oscuras hasta que lograron cerrar todas las ventanas y encender de nuevo las velas y las lámparas de aceite. Sin embargo, ahora resplandecía la Luna en el firmamento, tal y como había prometido monsieur de La Croix, quien permaneció afuera, asomado a la baranda mientras seguía atentamente las acrobacias de Cole Campbell camino del río. Cole avanzaba saltando con gracia y determinación de uno a otro por los tejados de las mansiones que discurren paralelas al Sena a lo largo del Quai d'Anjou. Los naúfragos habían logrado acercarse con gran esfuerzo a la rivera izquierda del río pero parecía que uno de ellos tenía dificultades e iba a remolque del otro, la corriente tiraba de los dos sin remisión, ambos agarrados a un pedazo de su barquito destruido y muy pronto dejarían de ser visibles desde cualquier ángulo posible en Les Chasseurs. Apenas se les veía ya cuando monsieur Campbell, sin dudarlo un instante, ejecutaba el salto del ángel desde un tablón en precario equilibrio en lo alto de un andamiaje providencial y se zambullía de cabeza en las oscuras aguas, a la altura del puente de la Tournelle. Monsieur De La Croix todavía alcanzó a divisarle un par de veces más en la distancia. Observó entonces que nuestro héroe, aunque temerario, parecía ser un nadador muy avezado y el presentimiento de que tal vez pudiera conseguirlo cruzó audaz por su mente al mismo tiempo que le perdía de vista definitivamente tras los otros dos desgraciados que, tan solo un momento antes, la corriente se había llevado río abajo.

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EL CABALLERO DEL MES

El título de Caballero del mes corresponde a:
 


EL PATÁN DEL MES

El título de Patán del mes corresponde a:
 


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NOMBRAMIENTOS HABIDOS ESTE MES

  • Charles Batz-Castelmore ha sido nombrado Ministro de Humanidades (C03)


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ANUNCIOS DE PRESENTACIONES A CARGOS

    • Cael de Rouen anuncia que se presentará a Ministro de Estado (C01)
    • Renné Gade anuncia que se presentará a Ministro de Estado (C01)
    • Renné Gade anuncia que se presentará a Ministro de la Guerra (C02)
    • Tessier Dusel anuncia que se presentará a Ministro de la Guerra (C02)
    • Marcel du Calais anuncia que se presentará a Rector (R09)


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    CARGOS PARA EL MES DE ENERO
    CargoRequisitosN.S. mínimoQuién nombra
    Ministro de Estado General o Comte12 Rey
    Ministro de la Guerra Tte.Gral. o Viscomte12 Rey
    Rector Cura6Vicario

     

    CARGOS PARA EL MES DE FEBRERO
    CargoRequisitosN.S. mínimoQuién nombra
    Ministro de Justicia Brigadier o Baron 8 Min.Estado
    Canciller de Finanzas Brigadier o Baron 10 Min.Estado
    Tte.Gral. de la Policía Coronel o Chevalier 6 Min.Estado
    Maréchal de FranceGeneral o superior 12 Rey
    Inspector Gral.Infant. Tte.General o superior 10 Min.Guerra
    Inspec.Gral.Caballeria Tte.General o superior 12 Min.Guerra


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    AGRADECIMIENTOS

    A Nacho, por la crónica militar (la verdad es que me ha sacado de un apuro).
    A Guille, por el fragmento de los fuegos de artificio y la barcaza.
    A Luis, por el documento con diversos fragmentos, especialmente el de la nueva residencia de Tessier Dusel.
    A Marc, por el fragmento del ajedrez de la primera semana.

    Y un segundo agradecimiento especial a Luis por la lista de sucesos históricos de este nuevo año, que irán saliendo en la página principal como titulares de la Gazette (lo siento, Luis, pero esto no cuenta como "doble mención en la Orden") ;o)

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    NOTAS DE LOS REALES SECRETARIOS

    Bufff... Ha sido un calvario, pero creo que finalmente he conseguido acabar la crónica. Un teclado japonés y además minúsculo (no sabéis cómo echo de menos mi fiel modelo M), un Windows 7 (también en japonés, of course), un solo monitor y además de 1024x768... En fin, que os pido paciencia si encontráis errores de formato o cosas así. También habréis notado que no hay ninguna ilustración... Es que no tengo ni visualizador de imágenes para ajustarlas como es debido.
    Otra cosa, una pequeña aclaración: En esa época y hasta el siglo XIX, los fuegos de artificio eran totalmente monocromos. La idea de Hermeto Cornamusa de introducir color es esencialmente una fantasía histórica, pero da juego para la narrativa. ¡Gracias, Guille!
    En principio, para el próximo turno las cosas ya habrán vuelto a su cauce (y yo a mi casa), y Joan me podrá echar una mano (si no se queda bloqueado por una nevada, porque se ha ido a vivir a un sitio que ya, ya...)
    ¡QUE TODOS TENGAMOS UN GRAN 2025!

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    FECHA LÍMITE PARA EL PRÓXIMO TURNO

    El plazo de entrega del próximo turno finaliza el viernes, 7 de febrero de 2025, a la medianoche (hora española peninsular).

    ¡Hasta pronto!

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