| REAL CRÓNICA DE JUNIO DE 1657(Número 373)
GACETA MILITAR 
El sitio de Alessandria continúa, esta vez con el refuerzo del grueso de las tropas de nuestro Ejército. El Mariscal parece decidido a tomar la ciudad de una vez por todas, pero no parece que eso vaya a ser tarea fácil.
 
A destacar que André du Guerrier fue herido (por enésima vez) en una refriega, cosa que da idea del arrojo y valentía de este Guardia del Cardenal. También Bernille Nienau recibió una herida y, aunque ninguna de las dos es especialmente grave y no se teme por sus vidas, fueron ambos evacuados a París. También nos preocupa el estado de Francesco Maria Broglia y Cael de Rouen, ya que hace días que no se sabe nada de ellos y se teme que hayan sido apresados por el enemigo.
 
Evidentemente, combates tan encarnizados han reportado una buena cosecha de menciones en la Orden. Charles Batz-Castelmore fue mencionado dos veces gracias a su iniciativa de realizar incursiones con un destacamento para localizar puntos débiles en el enemigo. Jacques de la Touché y Léo Hardy le Castel también obtuvieron una doble mención, y Renné Gade, Jean Duprey, Tessier Dusel, Alexandre de l'Oie, Gamin de la Chaussée y Eugnace-Michel de Laderoute fueron mencionados en la Orden una vez. Phillipe Le Clothes Du Lacoste fue ascendido a Subalterno de su Regimiento. Los menos afortunados fueron Hércule Delaveau, Jean-Luc Picard y Thibaut Cul-de-sac, que no obtuvieron ninguna recompensa en especial. Les deseamos mejor suerte el próximo mes.
 * * * 
Bernille Nienau, montado sobre su caballo y frente a sus soldados también a caballo, les instaba a compartir su destino en el campo de batalla:
 
¡Compañeros de armas, hermanos en la batalla, gloria de los Coraceros del Delfín! Os habla vuestro Mayor:
 
Hoy nos encontramos al borde de la historia, al umbral de la inmortalidad. Hoy no luchamos solo por nosotros mismos, sino por nuestras familias, por nuestro honor y, sobre todo, por Francia y por el Rey. La gloria nos llama, y en esta hora decisiva, debemos responder con la valentía que siempre ha caracterizado a este Regimiento.
 
Mirad a vuestro alrededor. Ved los rostros de aquellos que han jurado luchar a vuestro lado. Ved a los hombres que confiarán su vida en vuestras manos, igual que vosotros en las de ellos. Somos un solo cuerpo, una sola fuerza. Somos la espada y el escudo de nuestra patria. Ella confía en nosotros y espera lo mejor de cada uno de sus soldados.
 
Nuestros enemigos creerán que pueden intimidarnos con su número o sus armas, pero lo que no comprenden es que nuestra verdadera fuerza reside en nuestro espíritu, en nuestra determinación. No luchamos por conquista ni por riquezas. Luchamos por nuestra tierra, por la justicia, por la libertad, por la paz. Y no hay fuerza en este mundo capaz de doblegar un corazón decidido.
 
Hoy, mientras nos preparamos para el combate, recordad que llevamos con nosotros la esperanza de todos aquellos que no pueden luchar. Somos los defensores de sus sueños, los guardianes de su tranquilidad. Cada paso que damos en el campo de batalla es un paso hacia un mañana más brillante.
 
Si hoy caemos, lo haremos como héroes, con el orgullo de haber defendido lo que es justo. Y si vencemos, la historia cantará nuestras hazañas por generaciones. Hoy, no somos simples soldados; hoy, somos leyendas en formación; ¡somos los Coraceros del Delfin!
 
¡Adelante, mis valientes! Que nuestro grito de guerra resuene hasta los cielos y que nuestra valentía sea un faro de esperanza en estos tiempos oscuros. ¡Por la Patria, por el Rey, por la justicia y por la gloria! ¡A la batalla, y que la victoria sea nuestra!
 
Tras esta arenga, posa su mirada sobre sus buenos amigos Eugnace-Michel de Laderoute y Thibaut Cul-de-sac y asiente con la cabeza. A su señal, las tropas empiezan su marcha hacia el frente.
 * * * 
Estimada amiga Anne:
 
Espero que la presente os encuentre bien a vos y a vuestra señora madre, Béatrice.
 
Las cosas en el frente transcurren entre la tranquilidad y las más crueles batallas, aunque comprenderéis que por seguridad no puedo daros muchos detalles, aunque por otra parte tampoco serían del interés de una joven dama como vos.
 
¡Cuán equivocado estaba al pensar que en campaña dejaríamos atrás las intrigas y misterios de la capital!
 
Cierta noche de bivouac en la que nuestro regimiento pernoctaba al raso en tierras navarras del territorio español, paseando entre los diferentes grupos que forman a mi batallón, distinguí la inconfundible voz de un subalterno, Albert Rocambole, famoso por sus inverosímiles historias y su capacidad de asombrar narrándolas a la soldadesca. El hecho de únicamente escuchar su voz y verlo rodeado junto al fuego de una multitud silenciosa, me hizo acercarme con discreción para escuchar lo que contaba, evitando que se sintieran intimidados por la presencia de un oficial. Esto fue lo que llegó al alcance de mis oídos:
 
"¡Os juro que es cierto! bramaba Rocambole gesticulando dramáticamente, ¡Me lo acaba de confirmar Paul Pasquín, subalterno del tercer batallón de la Guardia Real, que acaba de llegar de París reventando a dos caballos para acudir ante el alto mando y anunciar el trágico suceso! 
 
Cuando el grueso del ejército ponía rumbo al frente de batalla a principios de mes y mientras nosotros ya estábamos aquí luchando contra los perversos íberos, el capitán de la Guardia Real Francesco Maria Broglia obtenía un permiso especial para incorporarse unos días después a raíz de su entrevista con el ministro de Estado, el Vicomte de Rouen, para el cargo de ministro de Ciencias. Estaba previsto que ambos se unieran al frente de batalla con pequeño destacamento en el que estaría Pasquín, tras formalizar la obtención del cargo. El mismo día de dicho acontecimiento, el barón de Broglie se disponía a celebrar la obtención del cargo con el Viscomte de Rouen en el club de l'Epée d'Or cuando se unió a ellos y por sorpresa Su Majestad Louis XIV, Delfín de Francia, para darle la enhorabuena a su aide de chambre.
 
Paseaban por las despejadas calles de París, debido en gran parte a la voluntarización masiva de todo el ejército, cuando de pronto irrumpieron un grupo de encapuchados armados, obligándoles a subir a un carruaje sin ventanas a punta de pistola y cerrando las puertas por fuera con cerrojos que imposibilitaban la salida de los secuestrados. Pasquín, atónito testigo de estos espeluznantes hechos, asegura que el grupo de tapados raptores parecía de lo más variopinto: bajo sus oscuras túnicas pareció distinguir unos pies mugrientos calzados con austeras sandalias y los bajos de unas desgastadas sotanas, así como otros calzando botas de montar, que parecían militares.
 
Paul Pasquín atravesó corriendo la calle para ensillar un caballo que se encontraba atado junto a un poste cercano al club, pero tuvo que apartarse y rodar al suelo tras esquivar un caballo al galope que siguió la estela de polvo levantada por el misterioso carruaje... Se levantó de inmediato, sacudiéndose el uniforme y tosiendo, para distinguir al jinete que galopaba tras el extraño carromato, sin poder saber a ciencia cierta si estaba persiguiendo a los raptores o escoltando el misterioso grupo... Pero identificó sin ápice de duda el tabardo que portaba el jinete... Con la cruz cardenalicia a la espalda.
 
A pesar de su estupor inicial, Pasquín no cejó en su empeño de perseguirles y saltó a lomos del caballo apostado... Para darse de bruces contra el suelo. 
 
Su versión es que el indómito animal se encabritó; la otra posibilidad es que cediera la silla aflojada a conciencia por su dueño para evitar que le roben el jamelgo. 
 
Y bueno, todos sabemos que los subalternos de infantería no tenemos muchas oportunidades de practicar equitación."
 
La sonora carcajada y los aplausos del improvisado auditorio cubrieron mis propias risas, posibilitando que desapareciese de la escena sin ser visto.
 
-Este Rocambole es un figura; menuda imaginación.
 
No puedo negarle cierto talento a la hora de embaucar con sus historias y por eso me pareció divertido compartirlo con vos y con vuestra madre.
 
 
Vuestro amigo de corazón,
 
Mayor Tessier Dusel
 
2º batallón de los Mosqueteros de Su Majestad	
 * * * 
-Pero pero... ¿Qué me decís, Barón? Entonces es cierto que el capitán, aide de Su Alteza Real el Dauphin y nuevo ministro, y el propio Dauphin han sido secuestrados? Si es asi, ya podéis enviarme a Rocambole a la tienda de mando del segundo Ejército. Como Teniente General de la Policía, he de interrogarlo.
 
Además, ¿quién rayos autorizó el permiso a el Barón de Broglia? Que yo sepa, eso es potestad del Ministro de la Guerra, o del Coronel de la Guardia Real, que da la coincidencia de que soy yo, y no recuerdo haber firmado ningún permiso. ¡Por todas las colas de mil sirenas hijas de Neptuno! No es que me parezca mal que Broglia tome esa semana, pero sí que otro me suplante...
 
-Excelencia, conociendo a mi subalterno Rocambole, su relato me pareció tan... Extravagante, que supuse que se trataba de otra de sus inconcebibles fantasías y no le dí mayor importancia, salvo por la divertida anécdota que me llevó a compartirlo con los caballeros de nuestra sociedad y con mademoiselle Gramme, con quien bien sabéis que me une una fraternal amistad. Pero no os preocupéis: procedo a ordenar inmediatamente a Albert Rocambole que se persone como un rayo en vuestra tienda.
 * * * 
Habían pasado varias horas desde que se produjo el revuelo en el alto mando en sazón de la carta enviada por el Mayor de los Mosqueteros del Rey, cuando se presentaron ante el Ministro de Guerra el Teniente General de la Policía y el Ayudante del 2º Ejército, Viscomte de la Truche, los dos protagonistas del "imbroglio" (en honor al Barón de Broglie) sobre los supuestos acontecimientos acaecidos en París:
 
-Se presenta el subalterno de la primera sección de la compañía E del tercer batallón de la Guardia Real, Paul Pasquín.
 
-Se presenta el subalterno de la tercera sección de la compañía C del segundo batallón de los Mosqueteros del Rey, Albert Rocambole.
 
-¡Por las barbas de Neptuno! ¿Sabéis cuánto tiempo llevo esperando, par de filibusteros de poca monta? ¡Reportad de inmediato los graves hechos ocurridos en París!
 
El rubicundo rostro de Rocambole subió tres tonos mientras balbuceaba: 
 
-Euh... Yo... Me contó Pasquín... 
 
Pasquín miraba anonadado a su amigo regimental, alternando gestos de absoluto desconcierto con el mosquetero y el Ministro de Guerra.
 
-¡Basta! vociferó el Teniente General de Policía. ¡Pasquín! ¡Como principal testigo de los hechos, contad lo sucedido en ese trágico secuestro!
 
-¿Secuestro, mi coronel? ¿Os referís acaso a la captura de nuestro capitán, el Barón de Broglie?
 
-¡Por supuesto mentecato! ¡Deme todos los detalles sobre el rapto del Dauphin Louis XIV, su aide de champ y el Ministro de Estado!
 
El tono de piel del coronel de la Guardia Real estaba superando al del pobre Rocambole, que parecía estar disminuyendo sorprendentemente de tamaño a cada nuevo exabrupto proferido por de La Touché, cuya ira e impaciencia empezaba a reflejarse en su tez con matices que iban desde el magenta a un azul marino... Real.
 
-¡Dios mío! Exclamó Pasquín con sincera estupefacción ¿Cómo y cuándo han sucedido estos terribles acontecimientos?
 
-¡Por el tridente de Poseidón! ¿Qué par de besugos son éstos? ¡Explicadme de una vez lo ocurrido u os pongo a ambos a cavar túneles con los dientes!
 
Pasquín se puso más firme todavía, carraspeó e intentó explicarse:
 
-En la escaramuza que tuvo el tercer batallón con las tropas españolas, fui testigo de cómo nuestro capitán, el Barón de Broglie, cayó de su montura cuando se encabritó su caballo al ser alcanzado por un disparo enemigo. Sin perder la compostura, nuestro capitán ordenó un repliegue táctico pero se mantuvo en la posición para levantar a su corcel herido dando la espalda al enemigo que aprovechó su noble gesto abalanzándose sobre él y haciéndolo prisionero antes de que pudiéramos reaccionar. El rocín del capitán coceó a dos enemigos y galopó hasta mi posición, y a duras penas conseguí sujetar las bridas mientras el pobre animal se desangraba. En el fragor del combate y con la zozobra al intentar poner a salvo al caballo, perdí la orientación y acabé llegando a las posiciones del segundo batallón de los Mosqueteros tirando del jaco que ya estaba en muy mal estado y que acabó desplomándose tras las filas de los Mosqueteros. El subalterno Rocambole me prestó auxilio, y tras comprobar que la sangre de mi uniforme y rostro eran del equino, me dejó su cantimplora y volvió al combate...
 
-¿Eso es todo? ¿Y cómo diantres ese galimatías se ha convertido en...?
 
Rocambole no deja terminar la frase del airado coronel e interviene con voz entrecortada.
 
-Yo pue-do expli-carlo, mi co-ronel. Tras la batalla en la que conseguimos rechazar momentáneamente al enemigo, regresé al lugar donde todavía se hallaba el subalterno Pasquín, celebrando en el camino con varios camaradas el desenlace y que siguiéramos vivos. Unos cuantos tragos, quiero decir metros después, pude vislumbrar al abatido Pasquín junto al pobre animal. Otros compañeros de regimiento intentaban animarle y le invitaron a beber para apaciguar su desasosiego. Conmovido por la tristeza de mi nuevo amigo, le pedí una redoma de aguardiente a nuestro marmitón y le propuse compartir la botella mientras me contaba lo que le había ocurrido. He de confesar que estaba algo achispado cuando...
 
-Querrás decir totalmente beodo, puntualizó Pasquín.
 
Haciendo caso omiso de la incómoda observación, Rocambole prosiguió:
 
-El caso es que estuvimos bebiendo y al preguntarle por el caballo me aclaró que pertenecía a su capitán, el barón de Broglie. Ante mi ignorancia, me aclaró que había sido nombrado ministro de Ciencias del Gobierno de Su Majestad ese mismo mes en París. Ante mi estupor por la noticia, me precisó que había solicitado una semana de permiso especial para su entrevista con el Ministro de Estado, el Viscomte de Rouen.
 
-Cierto -confirmó Pasquín-, y también era notoria su exaltación a introducir en el relato a figuras tan ilustres. Se levantaba trastabillando y exclamando ¡El Ministro de Estado! ¡El Viscomte de Rouen!
 
-Al profesar mi admiración por haber tenido el honor de conocer personalmente al Ministro de Estado, Pasquín me asombró nuevamente al desvelar que el barón de Broglie era el aide de champ de Su Alteza Real Le Dauphin.
 
-También lo recuerdo, aseveró Pasquín. Alzó con pasión la botella de aguardiente salpicando a su alrededor y profiriendo ¡Le Dauphin de Louis XIV! ¡Vive le Roi!
 
Rocambole carraspeó incómodo y retomó su explicación mirando de reojo y con recelo a su amigo Pasquín:
 
-...Tras lo cual, estuvimos comentando los extraños sucesos acaecidos en París estos últimos meses. Ya sabe, La Bestia, rumores sobre cofrades y complots...
 
-Pero todo esto no explica el terrible suceso que me han relatado, inquiere furibundo el Teniente General de Policía.
 
-Buenooo -titubeaba Rocambole-, ya sabe que al transmitir boca a oído ciertos datos suelen exagerarse...
 
-Sobre todo cuando una de las partes está notoriamente borracha, señaló Pasquín. Rocambole tuvo un comportamiento algo aturdido ante mis explicaciones y en ocasiones me interrumpía profiriendo incongruencias como "¿Y has reventado a tres caballos para venir a comunicar este terrible secuestro?
 
-No recuerdo esa parte -observó Rocambole.
 
-No me extraña -sonrió Pasquín-. Tampoco recordarás tu exaltada sospecha: "¿Acaso tendrá algo que ver Su Eminencia en todo este asunto?"
 
-¡Imposible! -se enfureció Rocambole-. Jamás diría eso...
 
-...estando sobrio -concluyó el Viscomte de La Truche-. ¡Lárguense inmediatamente y recen para que la campaña acabe bien y olvide sus nombres!
 * * * ECOS DE SOCIEDAD Primera semana 
La rutina de François Lampourde y Damien Moreau en la Bastilla, aunque no llegaron a verse ni hablar durante todo el mes, sigue siendo la misma. Cambios constantes de celda, escolta permanente, un paseo de diez minutos por el patio interior de la fortaleza, y nada de visitas. Sin embargo, los prisioneros se encontraron con una sorpresa: en sus respectivas celdas había tres velas de excelente calidad. El Teniente General de la Policía, que supervisaba todos los traslados internos acompañado de una escolta, explicó a cada uno (obviamente por separado): -Messieur, a partir de ahora tenéis derecho a tres velas por semana, de la mejor calidad, para que tengáis luz clara por las noches y podáis escribir vuestras obras teatrales, cartas y, si procede, testamentos. También tendréis plumas, tinta y papel de forma periódica. Y, por supuesto, una Biblia. De todas formas, os recuerdo que seguís siendo prisionero y que todos y cada uno de mis hombres tienen órdenes expresas de impedir vuestra fuga a cualquier precio, incluso el de vuestra vida si las circunstancias lo dictan.
 
&rquo;Como sabéis, la campaña de verano ha comenzado y he de partir al frente, pero no dejo desprotegida la Ciudad de las Luces. He tomado medidas, y lo más seguro para vos es no intentar huir, ya que en tal caso no habría juicio alguno. Además, yo mismo me encargaría de destruir vuestras obras, porqué me tomo muy mal que me intenten engañar, tomar el pelo, etc... Y no os permitiría dejar legado alguno para la posteridad.
 
&rquo;Cuando alguien viaja en un buque, puede pensar que está encerrado en una carcasa de madera; como marinero que me siento, les diré que nunca lo vi así, más bien contemplé la libertad que me otorgaba la grandeza del mar. Estas paredes que os rodean son ahora vuestra mejor opción, como el barco que navega hacia no se sabe dónde, pero que tarde o temprano llegará a tierra.
 
En el caso de François Lampourde, el Teniente General continuó: 
 
-Pensad que tenemos a 2 "amigos" vuestros y que podrían sufrir las consecuencias de acciones digamos poco lícitas que pudiérais intentar.
 
Y a Damien Moreau le añadió:
 
-Sé que pondríais en riesgo vuestra vida por vuestrass ideas, pero dudo que queráis que Isabelle sufra las consecuencias de una toma de decisiones erróneas por vuestra parte. Así pues, confío en que no me obligaréis a ser más desagradable de lo que habitualmente soy. A las buenas soy relativamente razonable, el Inefable lo sabe, pero a las malas, la furia de Hades se apodera de mí y me convierto en un iracundo basilisco.
 
-Dicho lo cual -concluyó para cada uno-, disfrutad de vuestro cautiverio en la medida de lo posible.
 
-¡Señores! Valentía y Audacia. Que esta campaña ponga fin a la larga guerra que mantenemos contra el bastardo español, y ganemos la posición, desterrándoles a su tierra más allà de las montañas. Marcharán al frente gobernados por el Teniente Coronel Charles Batz-Castelmore, hasta mi llegada la semana próxima. Que la fortuna esté con todos ustedes. ¡Por Francia y por el Rey!
 
Sargento Boulanger, elija a cuatro hombres de confianza. Estos se quedarán para ser mi escolta personal esta semana.
 
Tras ver partir al Regimiento bajo las órdenes del T. Col. Manteniendo el saludo marcial, se giró a su escolta para comentar:
 
-Señores, tengo mucho que hacer. Aparte de escoltarme, serán ustedes una clara declaración de que la Guardia Real está ocupándose de la seguridad de la Bastilla. Naturalmente, esto ha de quedar entre ustedes y yo, ¿correcto? Ahora vayamos a mi despacho allí.
 
Media hora más tarde el Viscomte de la Truche entraba saludando a la Guardia Vieja apostada en la entrada del Palacio, seguido de sus cuatro hombres:
 
-Soldado, que su sargento se encargue de avisar para que me manden al despacho, a la mayor brevedad a Monsieur Alexandre de l'Oie.
 
Pasados unos 10 minutos el prisionero era anunciado, y le Viscomte de la Touché se levantó para recibirlo:
 
-Monsieur de l'Oie, tras nuestra conversación he tomado la decisión final de liberaros como habíamos comentado, para que se reúna con su regimiento que seguramente ya está de camino al frente. No os demoréis y servid bien a Francia. Y por vuetro bien procurad no encontraros de nuevo en el lugar equivocado y en el momento inoportuno.
 
Le tendió una copa de brandy y le invitó a tomarla, mientras le entregaba una autorización para salir libre. 
 
-Por Francia y por el Rey.
 
Tras salir de la estancia y esperar unos minutos, el Teniente General de la Policía ordenó al guardia de la puerta:
 
-Hacedme el favor de avisar de que acompañen al prisionero Phillipe Le Clothes Du Lacoste a mi presencia de forma inmediata, y que se disponga todo para que su hermana Lucille le espere en el salón del antepatio, hasta que se reúnan los dos hermanos para salir de la fortaleza. Dado que hay una dama, consigan un carruaje para que les lleve a su casa, taller o lo que sea. Venga, dénse brío, antes de que la brisa amaine y todo quede en calmachicha, no tenemos todo el día.
 
Quince minutos más tarde, el Teniente General de la Policía a la puerta abría la puerta de la celda de Phillipe Le Clothes Du Lacoste:
-Buenos días, monsieur Le Clothes. Tal y como os comenté, he valorado vuestra declaración y las circunstancias que os rodean rodean a vos y a vuestra hermana y he tomado la decisión de permitir que salgan. Son ambos libres. Su hermana le está esperando en el patio, y juntos podrán tomar el carruaje que he dispuesto para que los lleve a su domicilio.
 
Os recuerdo que vuestro Regimiento ha sido llamado a filas, y que en el momento de salir libre estáis obligado a reuniros con él. Suerte en el frente, y espero que la fortuna sea les sea más grata a partir de ahora.
 
Desde este momento, vigilen ambos con quién se mezclan y, si detectan injerencias o usurpaciones, o incluso detectan que los inmiscuyen en asuntos que no les competen, no duden en denunciarlo a mi persona.
 
Al regreso de la campaña de verano hablaré con vuestra hermana de ciertos trajes que necesitaré.
 
Ahora tomad (una nueva copa de brandy) y brindemos. ¡Por Francia y el Rey!
 * * * Segunda semana 
Pese a saber que la celda estaba vacía después del enésimo traslado interno de Moreau, Pierre echó instintivamente un vistazo por el ventanuco de la puerta antes de abrir y, cuando lo hizo, miró otra vez en el interior antes de entrar. Una vez dentro y siguiendo las órdenes que le habían dado, comenzó a limpiar la celda a conciencia, procurando detectar cualquier detalle que le pareciese sospechoso o fuera de lo normal. Era un trabajo duro, pero el Teniente General de la Policía pagaba bien. En un momento dado encontró un papel arrugado en un rincón del suelo. Lo recogió, lo desplegó cuidadosamente, y se quedó mirando fijamente el texto escrito en él, lleno de curiosidad.
 
Después de casi un minuto, suspiró y se guardó el papel. Lo dejaría en el despacho del Teniente General de la Policía, sobre la mesa. "Los que saben leer se enteran de todo", pensó, "pero también de cosas que no traen más que preocupaciones. Ya decidirá el Teniente General si el papel es importante o no."
 
El acto segundo se desarrolla en Arcadia, la tierra de las hadas, donde se encuentra al Rey Oberon y junto con este vive una serie de aventuras entre las que se incluye una batalla contra las criaturas de La Hueste Desleal y finalmente el regreso a casa... O eso cree el protagonista.El acto tercero inicia al volver al mundo mortal, pero el lugar parece algo cambiado, y al preguntarle dónde está, como buenamente puede, con un inglés mal chapurreado, a la primera persona que pasa, esta no le entiende, y al probar a hablarle en francés, este le responde que se encuentran en Francia. Hablando, el protagonista descubre que se encuentra cien años en el futuro, que toda la Bretaña fue conquistada por los franceses, que ahora son la primera potencia mundial. El acto explora los cambios que han ocurrido en ese último siglo y los sentimientos del protagonista al saber que todo lo que consideraba su mundo, como su familia, sus amigos y su amada, murieron hace tiempo, aunque al final encuentra una esperanza al saber que su amada se había quedado embarazada antes de él partir, y que sus descendientes aún viven.
 
 - Escrito de Damien Moreau, casi dramaturgo
 * * * Tercera y cuarta semanas  Como hace habitualmente, Fray Marcel du Calais salió a caminar por las calles de París en busca de limosna y de menesterosos a los que ayudar. La ciudad, normalmente repleta de bullicio y actividad, se encontraba inusualmente tranquila y serena, mientras todos sus ciudadanos habían partido al frente de guerra.
 
Las empedradas calles, normalmente vibrantes con vendedores, transeúntes y niños jugando, ahora mostraban una desierta quietud. Muchos comercios mantenían sus persianas bajas, y las plazas antes llenas de risas y chismes estaban prácticamente abandonadas, engullidas por un vacío abrumador.
 
Fray Marcel, en su túnica marrón, avanzaba lentamente por esas calles silenciosas, observando atentamente los cambios. Su mirada se posaba en las construcciones medievales, ahora con sus puertas y ventanas cerradas, en los adoquines desgastados por el constante pisar de los parisinos y en la basílica de Notre Dame, que aparecía como un faro solitario en el horizonte urbano, sin su habitual cúmulo de feligreses y peregrinos.
 
El aroma del pan recién horneado estaba ahora ausente, reemplazado por el olor picante del verano y la frescura de la vegetación cercana. Las risas y gritos habían desaparecido, dejando atrás sólo el sonido del viento susurrante y el murmullo distante del río Sena.
 
La visual de la ciudad junto al río, una vez llena de pescadores y barcos de carga, ahora era simplemente agua fluyendo tranquilamente bajo los puentes vacíos. Sin embargo, la belleza del lugar aún persistía con los sauces llorones y los castaños de la orilla cubriendo la vista.
 
Para fray Marcel, este escenario silente y dormido seguía siendo majestuoso a su manera. Incluso la Cofradía de la Caridad parecía tener menos movimiento del habitual, mientras los jardines y senderos del parque cercano parecían estar en una tranquila siesta.
 
Aunque las calles vacías transmitían tristeza y desolación, fray Marcel se consolaba con la idea de que la ciudad simplemente descansaba, guardando su energía para la alegría y la emoción que se desbordaría en ella al regresar sus habitantes. De esta manera, continuó su paseo, con una esperanza tranquila y un espíritu inconmovible, a través de las sinuosas y solitarias calles.
 
Finalmente, cansado de recorrer calles vacías, fray Marcel du Calais encaminó sus pasos a Le Crapaud et l'Apricot, donde pudo refrescarse con una deliciosa limonada.
 * * * EL CABALLERO DEL MES El título de Caballero del mes corresponde a:Jacques de la Touché
Por haber atrapado a los culpables de tan peligrosa trama criminal.
 
 EL PATÁN DEL MES El título de Patán del mes corresponde a:Phillipe Le Clothes Du Lacoste
Por dejarse engañar por anónimos de dudosa procedencia, provocando su propio encarcelamiento y el de su hermana.
 
 * * * NOMBRAMIENTOS HABIDOS ESTE MES 
Francesco Maria Broglia ha sido nombrado Ministro de Ciencias (C05)Phillipe Le Clothes Du Lacoste ha sido ascendido a Subalterno de los Marines Reales
 
 * * * ANUNCIOS DE PRESENTACIONES A CARGOS 
Este mes no ha habido anuncios. 
 * * * 
 CARGOS PARA EL MES DE JULIO
| Durante este mes se renuevan los rangos religiosos (consultar reglas). |    CARGOS PARA EL MES DE AGOSTO
| Durante este mes no se renuevan cargos. |  
 * * * AGRADECIMIENTOS 
 
A Luis, por la que ha liado con su "inocente" relato para la crónica que acabó publicando en la lista de correo 😂A Xas, por su arenga y los diálogos con sus prisioneros.A Xavier, por la arenga.A Kike, por cosas que no hemos podido publicar bajo pena de spoiler.NOTAS DE LOS REALES SECRETARIOS Bueno, ha llegado el verano. Calor, vacaciones... Y campaña militar. De hecho, seguramente el juego original se diseñó así precisamente para minimizar el impacto de las vacaciones en los turnos. Pero bueno, tampoco viene mal un poco de relax, ¿no? Por otra parte, es casi un milagro que haya una crónica tan larga en un mes de campaña; afortunadamente siempre hay quien aporta algo de animación a la partida, sea la época del año que sea. ¡Gracias a todos y feliz verano!
 FECHA LÍMITE PARA EL PRÓXIMO TURNO El plazo de entrega del próximo turno finaliza el viernes, 2 de agosto de 2024, a la medianoche (hora española peninsular). ¡Hasta pronto! 
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