| REAL CRÓNICA DE ABRIL DE 1657(Número 371)
 
Quien aquí desenvaine pronta espada, que en defensa de débiles emprenda,
 sin temor si es difícil la contienda,
 en servicio a la altísima llamada.
 
Que esta noble encomienda ya olvidadase profese aunque nadie más la atienda,
 pese a alzarse un demonio de leyenda,
 siquiera el noble téngala jurada.
 
Que os inspire el ejemplo del guerreroque tedioso camino ha recorrido
 hasta lograr hacerlo prisionero.
 
Haced de Saint Georges santo elegidopues el valor del hábil caballero
 de honor el regimiento ha revestido.
 
 
(Soneto anónimo dedicado a André du Guerrier)
         ECOS DE SOCIEDAD Primera semana 
Empezaremos esta crónica relatando el estreno teatral de este mes. Sin ser una representación brillante, sí que fue entretenida y con una trama interesante, bien construida y hábilmente desarrollada. Alexandre de l'Oie, Phillipe Le Clothes Du Lacoste y Renné Gade, este último acompañado de Eléonor d'Yberville, salieron de Le Théatre Royale satisfechos y con la esperanza de que esto sea el inicio del renacer de la escena parisina.
 * * * 
De nuevo bullicio en el patio de la Guardia del Cardenal. Alrededor de dos carros de vituallas, preparándose para salir, varias decenas de guardias del Segundo Batallón se apresuran de un lado para otro. Los capitanes Lafayette y Lambert transmiten a sus subalternos las órdenes que les ha dado el Mayor Du Guerrier y estos, a su vez, las explican a sus hombres en los distintos corrillos que se conforman en el patio.
 
Mientras, en el interior de una de las galerías de un edificio anexo, André Du Guerrier y una pequeña escolta de guardias, caminan con brío hacia la celda en la que descansa François Lampourde. Al llegar frente a ella la abren sin mediar palabra ni aviso, y el Mayor entra sin preámbulos:
 
-Lampourde, buenos días. Os había dicho la tercera, y luego había pactado la segunda, pero, tras pensarlo mejor, creo que cuanto antes os libréis de mí, antes podré librarme yo de vos. Acompañadme, vamos.
 
Con los ojos entrecerrados, quizás por el sueño interrumpido o quizás por la sospecha ante tan súbito cambio de planes, el fraile recoge sus pocos pertrechos y sigue en silencio el paso de la formación mientras trata de descubrir o adivinar lo que está ocurriendo.
 
Al llegar al patio, y tras ver los carros, Lampourde intuye el movimiento de Du Guerrier, y le interpela:
 
-André, hermano, os dije que sin mis amigos no me iría...
 
Y sus palabras se interrumpen cuando ve que sus dos compañeros de fatigas, Izambard y Maugredie, con la ayuda de los Guardias del Cardenal se van metiendo en dos de los tres grandes barriles de uno de los carros.
 
-Y así será, Lampourde -replica Du Guerrier, quien sube al carro y, con un gesto de invitación, le señala el espacio vacío del tercer barril-. Vuestro turno, fraile.
 
-No soy fraile, hermano -responde Lampourde-, sino un simple hermano lego. No me honréis con un título que no merezco.
 
El ligero martilleo que asegura las tapas de los barriles resuena en el patio, pero reverbera aún más en el interior del barril en el que está encogido, dificultando sus pensamientos. Lampourde maldice ese giro del Destino, y trata de ver qué ocurre a través del orificio por el que intenta respirar, sin mucha fortuna. La comitiva inicia su marcha.
 
Tras varios giros, bastante traqueteo, y un trayecto de duración indeterminada, François Lampourde percibe que la comitiva se detiene.
Las bestias piafan, y se oyen varias voces humanas, aunque desde el interior del barril no puede distinguir qué se están diciendo. Consiguiendo una posición más cómoda en el espacio reducido, escucha un martilleo a lo lejos, seguido del sonido de una madera resquebrajándose.
 
Un poco más cerca, a los pocos segundos, vuelve a escuchar los mismos sonidos. Tras unos instantes tensos, alguien zarandea su barril y Lampourde pierde su posición. Al momento, se inicia el martilleo sobre su cabeza mientras algunas esquirlas de madera caen a su alrededor. La madera se resquebraja y un haz de luz brillante penetra en el barril, cegándole al instante.
 
Lampourde emerge del barril, ayudado por los guardias, mientras sus ojos se acostumbran paulatinamente a la luz del día. Cuando pisa el adoquinado y levanta la vista, lo comprende: delante de él, alzándose hacia el cielo como un titán, se erige la enorme mole pétrea de la Bastilla. Maldice para sus adentros cuando él y sus compañeros atraviesan las grandes puertas de la prisión y son dirigidos a su interior.
 * * * 
Un mes más, el prestigioso club L'Epée D'Or se vio honrado con la visita del Delfín de Francia y tío de Su Majestad, acompañado de su ayuda de cámara el Barón de Broglia. Éste, además, tuvo la cortesía de invitar a Charles Batz-Castelmore, y los tres pasaron una divertida velada bebiendo como si no hubiera un mañana.
 * * * Segunda semana 
Una vez más, un carro cargado con tres enormes barricas salió del cuartel de la Guardia del Cardenal en dirección a la Bastilla. Sin embargo, desconocemos quién o quiénes fueron trasladados esta vez. Al igual que en la ocasión anterior, estos Secretarios tuvieron que hacer múltiples averiguaciones para saber la identidad de los prisioneros; sin embargo, esta semana no hubo forma humana de averiguarla; probablemente la filtración de la semana anterior hizo que el Mayor Du Guerrier tomara precauciones adicionales, y seguramente ni los mismos guardias sabían a quién estaban escoltando. Un misterio más que añadir a la larga lista que ya tenemos...
 * * * 
Se reunió esta semana el Consejo de Ministros, convocado por el Ministro de Estado en nombre de Su Majestad. Asistieron al mismo: 
Ministro de la Guerra: Coronel de la Guardia Real Jacques de la Touché, Vizconde de la Touche, Barón de la Touche, Chevallier de Honor.Ministro de Exteriores: Mayor de los Mosqueteros del Rey Tessier Dusel, Baron de Dusel, Chevalier d'Honneur.Ministro de Justicia: Capitán de la Guardia Real Francesco María Broglia, Barón de Broglie, Chevalier d'Honneur.Ministro del Bienestar: Capitan de la Guardia Real Renné Gade, Barón de Gade, Chevalier d'HonneurTeniente General de la Policía: Coronel de la Guardia Real Jacques de la Touché, Vizconde de la Touché, Barón de la Truche, Chevalier d'Honneur.
Secretarios Reales, a los efectos de levantar acta. Se tocaron temas como la próxima campaña militar, el estado de la tesorería real, la concesión de cartas patentes Reales a los judíos de Alsacia confirmando sus privilegios anteriormente adquiridos, el progreso de las obras de pintura del techo de la Sala de las Estaciones en palacio, a cargo del italiano Gianfrancesco Romanelli y ya casi terminadas, la proliferación de salas de jeu de paume en París, de las que ya hay más de cien y sobre las que se decide elaborar un censo... En fin, una serie de temas diversos que mantuvieron ocupado al gabinete ministerial durante prácticamente todo el día. Por suerte, esa semana les quedó tiempo libre para sus otros quehaceres.
 * * * Tercera semana 
El granjero Gervaise corre hacia la puerta. Los dos golpes de aldaba han sido contundentes y, aunque no espera visita, sabe que los golpes suelen preceder a las calamidades si no se atienden con la oportuna diligencia. Así pues, retirando nerviosamente la balda que mantiene cerrada la puerta de la granja, abre la hoja de madera y una tromba carmesí entra en la modesta construcción.
 
André Du Guerrier se planta en medio de la estancia, examinando rápidamente todos los rincones y recovecos de la misma. Cuando termina, se gira para enfrentar la mirada del viejo campesino que ya se dirigía hacia él con las manos temblorosas.
 
-Gervaise, ¿me recordáis?
 
El hombre, pálido, asiente incapaz de proferir palabra.
 
-Bien, he venido a saldar una deuda. ¿A cuánto asciende la que ha contraído François Lampourde con vos, por el carro y la mula?
 
Gervaise, tambaleándose, nervioso, balbucea una cifra...
 
Du Guerrier resopla, coge su bolsa y, una a una, deposita encima de la mesa más cercana el doble de la cantidad, en monedas relucientes, mientras habla pausadamente al campesino, que no puede apartar la vista de las monedas:
 
-Espero que con esto consideréis saldada la deuda contraída. Esto es, Lampourde ya no os debe nada... Y, lo más importante, vos a él tampoco.
 
Con el sonoro tintineo metálico de la última moneda golpeando la mesa, Gervaise despierta de su ensoñación y levanta la vista hasta encontrarse con la mirada severa del Mayor de la Guardia del Cardenal. Éste, con una torva sonrisa, añade:
 
-¿Entendéis lo que he querido decir...?
 * * * 
El capitán Jean-Luc Picard celebró en su club la fiesta de despedida de Denis Valmont, que no asistió a su evento de celebración de cumpleaños. Acudieron Bernille Nienau, Jean Duprey, Philippe Le Clothes du Lacoste, Thibault Cul-de-Sac y fray Marcel du Calais, escoltado por dos Guardias del Cardenal que se quedaron discretamente en un rincón.
Todos brindaron por monsieur Valmont, deseando que regresara pronto a la capital. También faltaron algunos de los invitados más locuaces, por lo que el encuentro tuvo menos brillo que otros similares celebrados en pasados meses. Sin embargo, du Guerrier no quiso perderse la fiesta, aunque fuese sólo en espíritu, y durante la misma hizo llegar una botella de un excelente vino con la inscripción siguiente: Capitan Picard, aceptad esta botella para ahogar las pullas del pasado. André du Guerrier. * * * 
Esta semana, todas las damas que conocemos en París han recibido un anónimo consistente en una rosa roja con una nota: Por la inconmensurable belleza que vuestra persona desprende, no cabe más que celebrar.El caballero de la rosa y el dragón.
 Se desconoce quién ha sido el autor de los envíos, pero obviamente este misterio parece quedar, comparado con otros mucho más graves que se han producido últimamente en París, en el campo de la pura anécdota.
 * * * 
El martes de esta semana, al amanecer, la calma del claro del bosque donde Lampourde construyó su santuario se ve alterada de repente. Los dos o tres devotos y peregrinos que aún quedaban en el lugar, semidesierto después de la desaparición de su guía espiritual François Lampourde, huyeron despavoridos ante la imponente imagen de una sección de la Guardia del Cardenal subiendo la colina en perfecta formación. Llegados al santuario, poco tuvieron que hacer: el Mayor declaró el lugar cerrado y clausurado, y se inició la destrucción sistemática, con fría determinación, de todo lo allí construido. -Hecho -dijo el Mayor-. Lástima que los devotos han huído; habría estado bien dirigirlos a la Cofradía de la Caridad. Pero supongo que si trataron a Lampourde ya deben conocerla de todos modos.
 * * * Cuarta semana 
Como suele ser habitual a finales de mes, en el club de L'Epée d'Or se celebraba una velada con miembros del club y algún invitado distinguido. En un salón privado se montó una mesa redonda para catorce comensales, a la que acudieron notables caballeros con sus damas. El primero en llegar fue el anfitrión
Charles Batz-Castelmore con Magdalène Vien y al rato llegaron el resto de convidados: nuestro Ministro de Estado, le Viscomte de Rouen con Laurélie Hagopian, el Barón de Broglie -Ministro de Justicia- con Claire Lagaine, el Barón de Gade -Ministro de Bienestar- y su esposa Eléonor d'Yberville, el Mayor de la Brigada de las Guardias y de la Guardia del Cardenal André du Guerrier con Christine Daé. Cerraron esa comitiva el Barón de Dusel, actual Ministro de Exteriores, acompañado de Georgette d'Avignon, así como el dramaturgo y capitán de la Guardia Real Hércule Delaveau con Anne Gramme.
 
A pesar de que el anfitrión hubiese colocado estratégicamente a ambos enemigos regimentales en extremos opuestos de la mesa, du Guerrier fulminó con la mirada al Barón de Dusel, que no reparó en su rival y parecía extrañamente concentrado revisando un encargo que había hecho en las cocinas y le acaban de entregar: 13 hermosas alubias de tamaño muy similar y en su mayoría blancas, salvo dos que eran negras, una roja y una de un color verde muy llamativo. Se sentó guardando lo que aparentemente era un preciado tesoro en un bolsa de terciopelo azul bajo la atónita mirada de Georgette d'Avignon.
 
La cena se sirvió casi al instante y apenas se oía el murmullo de los diferentes grupos en cada zona de la mesa, confundiéndose con el tintineo de los cubiertos. La velada transcurrió plácidamente con anécdotas y chascarrillos que amenizaron la noche hasta después de los postres. En ese momento el Teniente-Coronel de la Guardia Real pidió la palabra haciendo sonar su copa y anunció al resto de invitados:
 
-Como colofón a esta agradable velada, he solicitado al Barón de Dusel que llevé a cabo un experimento lúdico que me ha propuesto, aunque no me hago responsable de las consecuencias del mismo.
 
Risas contenidas y alguna que otra mirada suspicaz, cuando el Ministro de Exteriores se levanta y toma la palabra.
 
-Hace ya varios meses tuve ocasión de conocer al embajador de Rusia, Konstantin Macehin, que había acudido a la capital en nombre de su Zar Alexis I (Alekséi Mijáilovich Románov) para solicitar ayuda en su lucha contra los polacos y los suecos. Tuve la oportunidad de charlar posteriormente con el caballero Macehin en una conversación distendida en la que salieron a relucir las inquietantes noticias sobre la existencia de una supuesta bestia en la capital. El embajador,
preocupado, me preguntó si podría tratarse de algún licántropo, a lo que le contesté que el gobierno de Su Majestad estaba investigando más bien la posibilidad de una trama criminal camuflada tras una cortina de leyendas y supercherías. A colación de mi explicación, me explicó cierto juego popular que se juega en la corte del Zar, que me pareció muy divertido.
 
Para disfrutar de dicha experiencia es necesario un número suficiente de participantes que se cumple sobradamente en esta cena. Si los presentes se prestan a ello, será un placer amenizar una partida de este juego ruso de origen popular conocido como "Los Hombres-Lobo de Nóvgorod".
 
Se hizo un incómodo silencio que Tessier Dusel no supo cómo interpretar. Afortunadamente, Batz-Castelmore acudió
jovialmente al rescate:
 
-¡Por supuesto! -anunció con entusiasmo aplaudiendo-. ¡Adelante!
 
NOTA DE LOS REALES SECRETARIOS: la partida tuvo lugar y fue muy divertida, pero como su relato detallado es algo largo, lo hemos colocado aparte para no cortar la acción. Sin embargo, hay algo más: le Baron de Dusel propone a los lectores el siguiente juego: leyendo el relato completo de la partida, deberán deducir el orden en que los personajes estaban sentados a la mesa. Pueden enviar sus respuestas directamente al barón, y el premio para los que acierten será una invitación a una velada en l'Epée d'Or. Para evitar perjudicar en puntos de status a los jugadores de nivel social más alto, se celebrarán dos veladas: una con los personajes de nivel social mayor de 19, y otra con los de nivel social menor. Por supuesto, le Baron de Dusel asistirá a ambas veladas.
 
L'Epée d'Or pudo cerrar sus puertas casi de madrugada, cuando por fin abandonaron el club los catorce selectos invitados del salón privado entre risas y comentando todavía lo ocurrido.
 
El barón Dusel, crecido por el éxito obtenido se ofreció para acompañar a la viuda d'Avignon hasta su casa después de despedirse de su protegida, la señorita Gramme, y abrazar a Hércule por la euforia del juego y las copas de vino ingeridas. Estaba algo afónico por el esfuerzo pero parecía tremendamente feliz...
   
DESARROLLO DE LA PARTIDA(para quien esté interesado en participar en el concurso del Baron de Dusel)
 Si prefieres no participar, puedes seguir leyendo la crónica aquí
Dusel se levantó de su asiento agitando su bolsa de terciopelo azul y haciendo sonar las habichuelas que contenía, empezó a hablar con una extraña voz algo más grave, pronunciando las eses con tono siseante y redoblando el sonido de las erres.
 
"Hace muchos años, en un burgo cercano a la ciudad de Nóvgorod, en la lejana Rusia, acontecieron una serie de hechos muy inquietantes. Se rumoreaba que en los bosques que lindan con la aldea se habían oído por la noche de luna llena escalofriantes aullidos de lobos que no presagiaban nada bueno. Los escasos habitantes del poblado -seréis todos vosotros- empezaron a recordar las terribles leyendas que narraban la existencia de unos enormes seres de apariencia humanoide pero con rasgos de lobo, a los que llamaban hombres-lobo o licántropos."
 
Retomando su entonación habitual, Dusel prosiguió: Todos vosotros representáis a los habitantes de dicha aldea, entre los cuales se ocultan dos licántropos cuya apariencia de día es absolutamente normal, pero que por las noches se transforman en terribles bestias que atacarán a uno de los aldeanos del lugar. Para representar esta situación, pasaré junto a cada uno de vosotros para que cojáis una de las alubias que contiene esta bolsa y tras mirarla detenidamente en secreto para distinguir su color, la ocultaréis hasta que llegue el momento de enseñarla. Las alubias blancas representan a los aldeanos "normales" del burgo. Aquellas dos personas que cojan una alubia de color negro -Tessier la muestra a todos los presentes que permanecen en silencio anonadados- serán las criaturas aquejadas de licantropía..."
 
-¿Y las alubias roja y verde? Preguntó Magdalène Vien con entusiasmo, que se había percatado de ese detalle cuando mostró el contenido de la bolsa.
 
-Son unos personajes excepcionales que habitan en secreto con el resto del pueblo. La alubia roja oculta a un brujo o bruja que confecciona venenos y pociones, mientras que la persona que tenga la verde tendrá dones premonitorios como un o una vidente. Ahora iré pasando junto a cada uno vosotros para que cojáis sin mirar una única alubia de la bolsa de terciopelo azul y la escondáis en vuestra mano tras haberla mirado e identificado en secreto.
 
Empezando por el Vicomte de Rouen, Dusel fue pasando y acercando la bolsa a cada comensal que tras coger una alubia de la bolsa y sacarla oculta con el puño cerrado, miraba en secreto el interior de su mano para averiguar el personaje que les había tocado.
 
-Os recomiendo que disimuléis y no deis pistas sobre vuestra identidad ya que en este juego dos bandos se enfrentan: los licántropos ganarán si consiguen exterminar a los aldeanos, que a su vez vencerán si logran desenmascarar y ejecutar a los hombres-lobo.
 
Esa advertencia provocó una extraña tensión en el ambiente, con diferentes reacciones entre los asistentes. Hércule Delaveau adoptó -como no podía ser de otra manera- un semblante dramático, mirando con recelo a los demás, mientras que Anne Gramme, sin duda abrumada por la distinguida compañía, bajo la mirada sonrojándose. El Barón de Gade permaneció impertérrito tras otear lo que ocultaba en su puño y Claire Lagaine no pudo reprimir una risa nerviosa. Al final de su recorrido alrededor de la mesa, Dusel acercó la bolsa a du Guerrier que cogió lo que quedaba en ella sin que nadie pudiera identificar el contenido y tras comprobar que estaba vacía, anunció con gravedad:
 
-Podemos empezar.
 
Y retomando esa extraña voz con la que expuso la introducción al juego:
 
"Cae la noche en la aldea y todos sus habitantes se disponen a dormir."
 
-Os ruego que cerréis todos los ojos y me escuchéis atentamente sin abrirlos.
 
Algunas cejas se fruncieron con desconfianza, pero finalmente se hizo el silencio y todos los presentes salvo Tessier inclinaron la cabeza y cerraron sus párpados.
 
Se oyó nuevamente la extraña voz:
 
"Mientras todos ya duermen, los licántropos abren los ojos, despiertan y salen al exterior."
 
-Solamente aquellas dos personas que tengan en su poder la alubia de color negro, que abran los ojos y busquen sin moverse y en silencio él uno al otro, con la mirada. Tessier buscaba entre las personas, con nerviosismo. La primera que localizó fue a la bella madame d'Yberville, que esgrimía una pícara sonrisa de satisfacción. Tardó unos segundos en localizar al segundo lobo y al hacerlo, tragó saliva: du Guerrier lo miraba fijamente. Tessier reanudó su narración mientras ponía en contacto visual a André y Eléonor con un gesto.
 
"Ambos licántropos se han reconocido y en silencio, con discreción e intentando no gesticular para no ser descubiertos, me indican cual será su víctima esta noche. Un intercambio de miradas, una muestra de aprobación del Mayor y Eléonor señaló con mucha sutileza al Barón de Broglie, sentado a su izquierda. Tessier se acercó y confirmó con ambos que era el escogido. Tras lo cual prosiguió en voz alta y con acento balcánico:
 
"Después de asestar su mortífero golpe, los licántropos regresan a sus dormitorios y se acuestan cerrando los ojos."
 
Tessier les indica que vuelvan a cerrar los ojos acercando sus dedos a los párpados.
 
"Y acto seguido, despierta la persona vidente poseedor de la alubia verde, abriendo los ojos."
En ese momento Hércule miró sonriendo al Barón de Dusel. "Su poder consiste en adivinar la identidad secreta de un jugador, señalándolo discretamente. Yo le informaré si se trata de una criatura licántropo... O no."
 
Tras meditar la explicación del narrador, Delaveau señala al Ministro del Bienestar... Y Dusel le hace una mueca para informarle que es un simple aldeano, para proseguir a continuación:
 
"Esa información le podrá servir cuando sea de día, pero tendrá que ser discreto o llamará la atención de los licántropos que no dudarán en eliminarlo a la primera ocasión que tengan. Tras haber tenido su revelación, el vidente se vuelve a dormir y cierra los ojos. Todos tenéis los ojos cerrados y está amaneciendo. Solamente la persona que tenga la alubia roja abre los ojos."
 
En ese momento, Laurélie Hagopian miró al narrador sin saber muy bien lo que podía hacer. Dusel retomó su relato con marcado acento:  
"De madrugada, esa persona recorre el pueblo en silencio, con dos pociones en su zurrón, en busca de pistas que desvelen la existencia de licántropos. No tendrá más pociones durante lo que queda de aventura, por lo que tendrá que usarlas sabiamente. La primera es un veneno con el que asesinar a cualquier habitante mientras duerme y la segunda un antídoto que logra salvar a la víctima de los hombres-lobo, siempre que actúe rápidamente. En ese momento descubre a la víctima agonizando." Y mientras dice estas palabras, Tessier Dusel, que seguía caminando alrededor de la mesa detrás de los invitados, se detiene detrás del Ministro de Justicia y lo señala mirando a Laurélie a los ojos, haciendo un gesto con el pulgar atravesando su propio cuello.
 
"La poción que salva a la víctima puede ser usada por ella misma en el caso de que fuese la víctima. ¿Desea gastar su antídoto para salvar a la víctima?"
 
Laurélie se queda un instante pensativa, reflexionando sobre las advertencias que ha pronunciado Dusel... Y oscila negativamente su cabeza como respuesta.
 
"Es de suponer que el veneno serviría para asesinar a uno de los licántropos mientras duerme. Si desea usarlo, indíqueme contra quién lo utilizaría... O puede conservarlo para usarlo más adelante."
 
Laurélie vuelve a negar con la cabeza tras un nuevo tiempo de espera, conservando así sus dos pociones.
 
"Bien, contesta Dusel sin dar más indicios. Tras el macabro descubrimiento, esa persona también regresa a su hogar y descansa, cerrando los ojos como todos los demás."
 
El barón de Gade carraspeó, impaciente y algo molesto por estar con los ojos cerrados tanto tiempo. Dusel anuncia en voz alta:
 
"¡Se hace de día! ¡Abrid todos los ojos!"
 
Todos los presentes se miran de nuevo por fin, esperando el desenlace de la extraña situación planteada por el Ministro de Exteriores, que reanuda su relato.
 
"Los habitantes de la aldea salen inquietos con la sensación de que ha ocurrido algo terrible y... -señalando a Claire Lagaine- ¡Ella descubre horrorizada que su pretendiente ha sido asesinado esta noche, de manera brutal!"
 
Con estas palabras, Dusel pone sus manos sobre los hombros del Barón de Broglie, diciendo con tono lúgubre:
 
"Por favor Francesco, muestre su alubia al resto de jugadores."
 
El Ministro de Justicia deposita su alubia blanca sobre la mesa, frente a él.
 
"¡La maldición de los hombres-lobo es cierta! ¡Tenéis ante vosotros a la primera víctima de esas bestias!"
 
-Lamento comunicarle, querido Barón de Broglie, que es usted la primera víctima de los licántropos -continua Tessier con su voz natural-. Ha sido eliminado de la partida y ya no podrá participar ni hablar hasta que acabemos, pero tendrá el privilegio de mantener en silencio los ojos abiertos y descubrir las identidades secretas de los personajes especiales. Reprimiendo un gesto de contrariedad, Francesco Maria se reclinó en su silla y observó al resto de participantes. -Pero el día no acaba aquí, prosigue Dusel, son tiempos remotos en los que se hacía justicia de manera expeditiva y cruel, dejándose llevar por las emociones. Todos vosotros, salvo la víctima, vais a debatir para buscar o descubrir al responsable de este crimen. Podéis exponer conjeturas o sospechas que tengáis y nadie os obliga a decir la verdad. De hecho, los licántropos intentarán ocultar su identidad y no dudarán en mentir si es preciso. Llegado el momento, daré por zanjado el debate y os pediré que señaléis simultáneamente a la de tres a un sospechoso. Y aquel que más acusaciones reciba será linchado por el resto de habitantes... Y descubriremos su identidad. Si conseguís descubrir a los dos licántropos... ¡Habréis evitado la maldición!
 
"¡Qué empiece el debate! ¿De quién sospecháis? ¿Habéis escuchado algo extraño esta noche?" El acento ruso volvía a marcar esas palabras."
 
-Yo he escuchado algún leve movimiento en esa zona tanto en el momento de los lobos como el de las pociones, asegura Batz-Castelmore señalando hacia el Viscomte de Rouen, la señorita Hagopian y André du Guerrier, sentados juntos. Los tres se observaron levantando una ceja. Laurélie oteó a ambos lados y se encogió de hombros.
 
-Extraño, contesta du Guerrier. Yo también tuve esa percepción, pero en vuestro lado.
 
El Ministro de Estado permaneció callado, pero sin dejar de mirar a los otros dos.
 
-Buena estrategia, estimado Charles, observó el Barón de Gade. Levantar sospechas para no ser inculpado.
 
-Tenéis toda la razón, querido René, corroboró su esposa posando la mano sobre su brazo. La actitud de Charles me parece muy sospechosa. ¿Qué opináis vos, Claire? La expresión del aludido era de puro asombro.
 
-Podría ser... Balbuceó Claire dubitativa. Hércule, que estaba a su lado, permanecía en silencio, examinando todos los rostros y escuchando los argumentos que empezaron a escucharse por toda la mesa.
 
-Anne, querida, estás sospechosamente silenciosa, le dijo Georgette con una sonrisa. La silla vacía de Dusel separaba a ambas damas. La señorita Gramme se sonrojó todavía más, bajando la mirada.
 
-Creo que ha llegado el momento de tomar una decisión, dijo de pronto Dusel. ¿Tenéis todos un sospechoso o sospechosa a quien señalar? Tras recabar las suficientes miradas de aprobación, anunció: -A la de tres, todos señalan a su sospechoso. Una... Dos... ¡Y tres!
 
Los brazos se levantaron apuntando. Dusel buscó la persona que más sospechas atraía. Charles estaba siendo señalado por André, Laurélie, René, Eléonor, Claire y Christine. Magdalène y Charles señalaban a du Guerrier. Georgette a Anne, que a su vez señalaba a Eléonor. Hércule y el Ministro de Estado se señalaban mutuamente.
 
-La mayoría acusa a esta persona, sentencia Dusel poniendo las manos sobre los hombros de Batz-Castelmore. Se lanzan sobre él y lo ejecutan sin miramientos. Al morir se descubre que es... (enseña tu alubia Charles), le susurra al oído. La alubia rueda sobre la mesa... De color blanco. Dusel retoma la palabra.
 
"Es la segunda víctima inocente. Tendréis que ser más hábiles si no queréis que los licántropos os ganen la partida. A partir de ahora y sin demorarnos tanto, repetiremos cíclicamente las fases de la noche y el día hasta que uno de los dos bandos consiga la victoria. ¿Listos? Cae la noche y todos cerráis los ojos, salvo Charles y Francesco que permanecen en silencio... Los licántropos se despiertan..."
 
 
-André y Eléonor abren los ojos y se miran de inmediato. André sugiere eliminar a Magdalène con una mirada pero Eléonor mira con determinación a Georgette con un gesto de cabeza. Du Guerrier sonríe... Y confirma la sentencia. Batz-Castelmore y de Broglia se miran atónitos al descubrir la identidad de los "lobos". Dusel prosigue con su extraña voz.
 
"Los hombres-lobo han sido tan mortíferos como veloces. Ahora cierran los ojos y la premonición del vidente le hace despertar, pensando en..."
 
Con un rápido cruce de miradas, Hércule apunta a Laurélie, obteniendo otra decepción como respuesta: no es un licántropo.
 
"Se duerme el vidente y al rato amanece. De nuevo madruga esa sombra con dos pociones que descubre..."
 
En silencio Dusel se ha desplazado hasta Georgette a la que señala cuando Laurélie abre los ojos. Ésta decide no gastar sus dos opciones, a la espera de poder usarlas con más pistas. Cierra los ojos.
 
"¡Y amanece un nuevo día!... Hay rastros de sangre que desvelan la existencia de una nueva víctima..." Dusel toca suavemente el hombro de Georgette d'Avignon, que deja rodar su alubia blanca sobre el mantel.  
"¡Hay que buscar un culpable, ya pueden debatir!"
 
Esta vez las acusaciones y la discusión son más acaloradas. Du Guerrier afirma que Georgette acusó a Anne el día anterior y tanto Cael como René y André lo corroboran, mientras que Magdalène persiste en acusar a André. Claire sospecha de Laurélie y Christine parece estar algo perdida. Hércule sigue discreto, comentando a Claire, la compañera de mesa que está a su derecha, que la señorita Hagopian le parece inocente. Hasta que llega el momento de acusar. Du Guerrier y Eléonor, junto a René y Cael señalan con firmeza a Anne, que totalmente roja por la vergüenza, señala tímidamente a Eléonor. Laurélie señalaba a Hercule y éste a su vez a du Guerrier. Delaveau se giró hacia su dama con mezcla en la mirada de complicidad y tristeza. Poco importa que Christine señale a Laurélie y Magdalène a su vez apunte a André. Claire no se decidió por nadie.
 
"-Lo siento, querida Anne, ha sido acusada..."
 
La aludida muestra su alubia blanca y suenan numerosas exclamaciones de estupor y decepción en la mesa.
Se oyen carraspeos y algunos intentan hacer conjeturas, pero Tessier dictamina, implacable:
 
"Cae la noche. Se hace el silencio y los ojos de los supervivientes se cierran -una breve pausa- Los licántropos despiertan."
 
Cuando André y Eléonor abren los ojos, Georgette y Anne miran a la esposa del Ministro de Bienestar. La primera con estupor no disimulado, la segunda con una sonrisa de satisfacción. Ajenos a esta situación, los licántropos escogen a una nueva víctima. André sugiere a René, y obtiene la aprobación de su cómplice.  
"Cuando cierran los ojos los licántropos, abre los oj..." Hércule señala sin dudar a du Guerrier y recibe de inmediato la confirmación de que es un hombrelobo. Sus ojos centellean de satisfacción.
 
"Y cuando amanece..." Laurélie sigue dudando y pasa de nuevo.
 
"Se hace de día y hay una nueva víctima" proclama Tessier que ya se ha colocado a la espalda de René. Otra alubia blanca sobre el mantel.
 
"Los ocho supervivientes pueden debatir."
 
Magdalène implora que le hagan caso de una vez y que acusen a André, su principal sospechoso desde el primer instante. Cael también tiene serias dudas después de tantos errores y Laurélie confiesa que no se fía tampoco. Hércule interviene y declara que también sospecha de André. Éste, buscando la complicidad de Claire, Christine y Eléonor alaba la habilidad con la que Cael está manejando el asunto... Hasta que Eléonor también revela que sospecha de Du Guerrier. En un fugaz instante que nadie consigue advertir, André se altera muy levemente y el propio Dusel pone ojos como platos sin que nadie repare en su estupor.
 
"Atención, uno, dos y... ¡Tres!"
 
André asiste al mayoritario señalamiento de Magdalène, Laurélie, Cael, Hércule y Eléonor. De nada sirve que los restantes señalen a Cael.
 
Tessier ya está a su espalda y no puede ocultar su satisfacción al ponerle la mano en el hombro y decirle:
 
"Estimado Du Guerrier, la turba se lanza sobre vos y se cobra venganza..." La mano de Du Guerrier deja rodar la alubia negra sobre la mesa y los supervivientes gritan con júbilo "¡Ya ha caído el primero!"
 
Dusel apela a la calma para frenar tanto entusiasmo y recuerda que todavía queda un licántropo por descubrir entre los seis jugadores restantes.
 
Se hace un silencio previo al anuncio de la noche en la que todos los jugadores que siguen en la partida parecen muy concentrados, repasando los acontecimientos anteriores para descubrir al último hombre-lobo. Les sobresalta la voz de Dusel advirtiendo:
 
"Cae la noche..."
 
Cuando Eléonor mira los rostros silenciosos que siguen en juego, parece sopesar quién podría la víctima idónea. Titubea un instante mirando respectivamente a Cael, Laurélie y Hércule, decidiéndose finalmente por ese último.
 
"El vidente..." Hércule abre los ojos y se dispone a señalar a Eléonor, consciente de la perspicacia que había tenido su dama antes de ser eliminada, pero Dusel le señala y le hace un gesto revelador: le han asesinado a él. Cierra los ojos, visiblemente decepcionado.
 
"Y al amanecer..."
 
Cuando Laurélie abre los ojos y Tessier le indica que Hércule es la víctima, no puede ocultar su sorpresa: estaba sospechando de él. Al ser preguntada por el uso de sus pociones, decide usar el antídoto con Hércule y envenenar a Cael, su siguiente sospechoso...
 
"Y se hace de día" proclama Dusel, que todavía intenta entender la rocambolesca situación que se ha producido.
 
"Parece que hay rastros de sangre, pero no aparece ninguna víctima descuartizada... Sin embargo, alguien ha sido envenenado. Su alubia, Ministro...", balbucea Tessier tocando el hombro del Vicomte de Rouen.
 
Eléonor no puede evitar sorprenderse y Tessier aclara de inmediato: "Todo parece indicar que se han usado las dos pociones y que el veneno ha matado a un inocente. Ahora tenéis que acusar..."
 
-¿Para descubrir al envenenador? pregunta Eléonor -Mejor desenmascarar al licántropo, responde Hércule mirándola fijamente.
 
Cuando Dusel invita a debatir, Magdalène, Claire y Christine parecen estar algo confusas por los giros de los acontecimientos. Eléonor invita a que las mujeres se unan con el único hombre-lobo sospechoso que queda: Hércule. Pero Laurélie proclama con solemnidad:
 
-Imposible que sea este caballero. Fui yo quien le salvó la vida con mi antídoto.
Hasta los "muertos" aplaudieron con entusiasmo este dramático giro de la historia y Tessier tuvo que llamar al orden para que todos recobraran la compostura.
 
El debate fue breve y llegó el momento de acusar: Magdalène, Christine, Laurélie y Hércule señalaron a Eléonor que junto a Claire señalaban a Hércule.
 
Con una sonrisa, Eléonor no esperó el veredicto y enseñó su alubia negra, dando pie a vítores generalizados de toda la asistencia.
 
"Y así ha terminado esta partida de "Los hombres-lobo de Novgorod". Lo habéis hecho muy bien y espero que os hayáis divert..."
La respuesta unánime no se hizo esperar. Al unísono todos gritaron: "¡Otra, otra, otra!"
 * * * 
La mansión del viscomte Valmont se encontraba intramuros, en frente de la place Neuve, muy cerca del puerto de Marsella, el cual se estaba ampliando y reconstruyendo. Después de esperar a que el criado abriera la puerta, Denis entró en un amplio recibidor y fue conducido a través de varios pasillos. Finalmente, el mayordomo lo introdujo en un amplio salón con una destacable chimenea a cuyos lados habían dos butacas, una de ellas ocupada por su abuelo Louis le Jeune, cuya juventud ya había quedado largamente atrás. El anciano sufría de un ataque de gota y mantenía la pierna levantada sobre un taburete. Le indicó con la mano que se sentara en el otro sillón.
 
-¿Así que tú eres el hijo de Phillipe? Ya tienes edad.
 
-Sí, mi señor- respondió sin saber a qué se refería con lo de la edad.
 
El hombre clavó sus ojos en él, estudiándolo. No se atrevió a apartar la mirada.
 
-¿Cómo va la repoblación de Montréal?
 
-Estupendamente, mi señor. El centenar de hombres y mujeres que llevó mi padre a Ville Marie están trabajando mucho para consolidarla como referente comercial para toda la región de Quebec.
 
-Bien, bien. Aquí también estamos haciendo nuestra parte.
 
-Tengo correspondencia para los tíos Charles y Quennel, para vuestros hermanos, Algernon y Marjorie, y para vuestra madre, si aún pudiera leerla por sí misma. También para otro caballero marsellés, pero esa se la entregaré personalmente esta tarde. Y, por supuesto, para la abuela Josephine y para vuestra merced. 
 
Denis mostró todas las cartas, dándole la última en mano. El viscomte cogió la que le correspondía y le indicó que depositara las demás en una mesita auxiliar. Rasgó el sobre con un pequeño abrecartas y leyó las noticias que le traía su segundo hijo desde el nuevo mundo. Su rostro se mantuvo imperturbable mientras pasaba las hojas de una en una y releía algunas partes, hasta que expresó disconformidad con el final de la carta, con una fuerte respiración que parecía más bien un amenazante gruñido.
 
-¿He entendido bien? ¿Acaso vas a ingresar en alguna orden eclesiástica?
 
-Sí, mi señor. De hecho, ya estoy estudiando para los dominicos y...
 
-¡Ese no es tu deber! ¡Eres el heredero del marquesado de Le Garrigue, que tanto le costó a Phillipe!
 
-Pero el tío-abuelo Algernon es vicario de...
 
-Mi hermano es el tercer hijo de mi padre. Nunca tuvo oportunidad de heredar nada. Tu obligación es esperar a que te concertemos matrimonio y tengas descendencia tan pronto como te sea posible, para que el título no se extinga contigo. ¡Eres el único hijo de tu padre! ¡¿Cómo es posible que te consienta esto?!
 
-Mis hermanos René, Pierre...
 
-¡Esos no son tus hermanos! Son Lavoisier, ¡no tienen nuestra sangre!
 
-¡Protesto!
 
-¿Que tú protestas? Tu no tienes opción de protestar. Te quedarás retenido aquí, en la mansión, hasta que te encontremos una esposa apropiada.
 
-¡¿QUE QUÉ?!
 * * * 
Y terminó el mes con una misa ofrecida por Marcel du Calais en memoria de Edmond Durant y Pierre Dubois. Aunque la ceremonia no tuvo mucha concurrencia, fue extremadamente solemne y honró con creces la memoria de los dos fallecidos. Por cierto que du Calais ha llevado durante todo el mes una escolta de Guardias del Cardenal, por iniciativa del Mayor du Guerrier.
 
 * * * EL CABALLERO DEL MES El título de Caballero del mes corresponde a:André du Guerrier
Por su resolutiva conducta para esclarecer un misterio que sólo disfrutan unos privilegiados conocedores de crónicas pasadas.
 
 EL PATÁN DEL MES El título de Patán del mes corresponde a:François Lampourde
Por no saber poner fin a este vodevil.
 
 * * * NOMBRAMIENTOS HABIDOS ESTE MES 
Cael de Rouen ha sido nombrado Mando de la 4ª División (M07D)Jacques de la Touché ha sido nombrado Ayudante del 2º Ejército (M11B)André du Guerrier ha sido nombrado Mayor de la Brigada de Guardias (M15A)Hércule Delaveau ha sido nombrado Capitán de la Guardia Real
 * * * ANUNCIOS DE PRESENTACIONES A CARGOS 
Charles Batz-Castelmore anuncia que se presentará a Ayudante de la 1ª División (M13A)Tessier Dusel anuncia que se presentará a Ayudante de la 2ª División (M13B)
 
 * * * 
 CARGOS PARA EL MES DE MAYO
| Cargo | Requisitos | N.S. mínimo | Quién nombra | 
|---|
 | Aides de Division | Teniente Coronel | 4 | Jefes Divisiones |  | Ayte. del Cardenal | Obispo | 12 | Cardenal |    ------------ Inicio de la estación de VERANO ------------ 
 CARGOS PARA EL MES DE JUNIO
| Cargo | Requisitos | N.S. mínimo | Quién nombra | 
|---|
 | Ministro de Ciencias | Brigadier o Baron | 10 | Min.Estado |  | Tte. Coronel Capellán | Obispo | 11 | Coronel |  
 * * * AGRADECIMIENTOS 
Pues... La verdad es que ya me da hasta miedo agradecer las contribuciones, porque luego os quejáis de que se rompe el anonimato de ciertas operaciones, pero bueno, intentaré ser discreto: a Enric, a Kike, a Johnny, a Luis, que yo creo que ha hecho la contribución más larga de la historia de la partida... Y a alguno más que ya sabe quién es 😉. ¡GRACIAS!
 NOTAS DE LOS REALES SECRETARIOS 
No mucho que decir, la verdad; todo lo que podría comentar aquí ya lo he dicho en la lista de correo, que está más abierta a debate. Pero creo que lo importante es que, de una manera o de otra, todos disfrutéis de la partida, ¡que para eso llevamos más de treinta años con ella! 😁
 FECHA LÍMITE PARA EL PRÓXIMO TURNO El plazo de entrega del próximo turno finaliza el viernes, 31 de mayo de 2024, a la medianoche (hora española peninsular). ¡Hasta pronto! 
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