| REAL CRÓNICA DE FEBRERO DE 1656(Número 357)
		No quedan sapos en París, mon ami....
 GACETA MILITAR         
Y sigue Tessier Dusel cosechando éxitos en campaña. Este mes ha recibido otra Mención en la Orden, por saber organizar las misiones de reconocimiento de una manera que ha permitido recoger gran cantidad de información sobre las posiciones enemigas sin que ni una sola patrulla haya sido sorprendida. Su conocimiento de la zona y de los senderos de montaña que la pueblan ha sido fundamental, y nuestras tropas estarán preparadas para cuando el tiempo mejore y sea posible realizar nuevos ataques. ¡Enhorabuena otra vez!
 * * * ECOS DE SOCIEDAD Primera semana 
 Ha empezado el mes con otro macabro hallazgo: un cadáver con los diez dedos de las manos cortados. Fue hallado por un vendedor de pescado que de buena mañana se dirigía a su parada en el mercado de Les Halles. El cuerpo ha aparecido junto a la entrada de un viejo túnel cegado y abandonado que antiguamente daba acceso a la red de pasajes subterráneos de París, y que hoy en día es refugio de vagabundos en las épocas de frío. Pegado en la pared, justo encima de él, un cartel. Los primeros curiosos en personarse han podido reconocerlo: se trata de un delincuente de poca monta, conocido en la zona, que a veces se alquilaba como matón o como espadachín, según se presentara la ocasión. Todo parecería indicar que se trata de un simple ajuste de cuentas entre gente del hampa, pero es muy extraño que un sujeto así se haya dejado sorprender, sin apenas señales de lucha, y sobre todo que le hayan amputado los diez dedos tan cuidadosamente... ¿Y el cartel? ¿Qué hay del cartel? ¿Podría esta muerte estar relacionada con la del canónigo? ¿Quizás lo quitaron de enmedio porque sabía algo? Muchos misterios por resolver. Se supone que el tiempo dará la respuesta, pero tiempo es lo que no queda cuando hay un asesino suelto, ya que el reloj juega en contra de las gentes de bien.
 * * * Ajeno todavía al incidente, París seguía mostrando su bullicio habitual. El gran éxito del estreno del Théatre Royale fue presenciado por André du Guerrier que, desde su palco y acompañado esta vez solamente por Christine Daé, aplaudió con furia a los actores al final de la representación. Otro tanto hicieron Alexandre de l'Oie, François de Hadoque y Phillipe Le Clothes Du Lacoste, aunque en su caso desde la platea. Quien curiosamente se perdió el estreno fue Jacques de la Touche que, como Cael de Rouen y otros habituales del Théatre, estaban inmersos en la preparación de sus solicitudes para distintos cargos.
 * * * Segunda semana 
La amplia chimenea ilumina la estancia, manteniendo a raya la oscuridad creciente que cae con el anochecer y acecha desde los rincones del gran salón. Dos hombres, sentados frente a ella, se mantienen en silencio observando absortos la danza de las llamas. Uno, el mayor de ellos, se atusa el cano bigote lenta y distraídamente mientras sus dedos tamborilean sobre el legajo que reposa en sus rodillas. El otro, más joven, apurada su copa en varias ocasiones, lucha por mantener una apariencia de tranquilidad mientras combate la impaciencia que lo devora, fijando su atención en el fuego.
 
El crepitar de la leña, incesante, aleatorio y abrupto, emite ocasionalmente alguna brillante ascua que, cayendo fuera de la chimenea, languidece poco a poco hasta tornarse en otro punto oscuro, junto a otras manchas, uniéndose en un tapiz de negrura. Tan espesa como la que viste a la oscuridad que acecha fuera, como la que campa en París aún a plena luz del día, o como la que se acurruca en forma de cobardía en su corazón. El joven aprieta su puño al pensar en ello. Está aquí, después de una larga y agotadora carrera, en busca de respuestas...
 
Sus cavilaciones se interrumpen cuando la forma se interpone entre él y la chimenea. Abre los ojos, y observa cómo el otro caballero, inclinado hacia la llama, prende una mecha con la que enciende ceremoniosamente su pipa. Cuando la primera voluta de humo se eleva hacia el techo, una suave fragancia de tabaco lo inunda todo. El hombre se planta delante del joven, apuntándole con la pipa, y su voz rompe el silencio:
  - Y bien, una vez más, y a ver si lo he entendido. ¿Un canónigo de Notre-Dame asesinado con saña macabra y aparentes ritos diabólicos?
 - Así es.
 - Y esto, ¿justo antes de que los sapos iniciaran su croar?
 - En efecto.
 - ¿Y el croar, sólo tras el regreso de Guillaume aunque después del primer suceso?
 - Sí, sin duda.
 El mayor vuelve a su sillón, rebufando. Abre el legajo y revisa una a una, con atención y minuciosidad, las hojas de papel contenidas.
 - Permitidme que vuelva a admirar la factura de estas octavillas... Magníficas... Maravillosas... Gran artesano y mejor artista, sin duda...
 - Han ido apareciendo, semana a semana, en distintos lugares públicos... Nadie sabe nada, nadie dice nada, nadie ha visto nada...
 - ¿Y las autoridades? ¿Algún movimiento oficial?
 - Sólo prohibir a los caballeros el salir a la calle a dar caza al responsable.
 El caballero que examina los papeles se detiene, asiente, y mira a su invitado fijamente.
 - ¿Y vos? ¿Vos qué opináis?
 - Yo... Eh... Cumplo las órdenes que mis superiores extienden...
 - Cumplir las órdenes os exime de la responsabilidad, pero no os libera de la culpabilidad de la inacción.
 - ...
 - Habéis venido a verme por algún motivo, y no creo que sea sólo el distraerme y divertirme con lo que ocurre en la Cité. Eso ya no me concierne, pero está claro que algo buscáis de mí...
 - ...
 - ¿De qué se trata? ¿Opinión? ¿Consejo? ¿Aprobación? ... ¿Confesión?
 - ¿Vos estáis detrás...?
 - ¡Vamos, por favor! ¡Tengo tan poco que ver en este asunto como vos! -exclama con ira no fingida.
 - Disculpadme. No pretendía ofenderos...
 El caballero interrumpe al joven con un gesto de mano, y prosigue:
 - Pensad. ¿Un único responsable, habéis dicho? ¿Por qué no varios? ¿Y por qué no coordinados como uno solo? -el caballero camina varios pasos, y se gira de nuevo- ¿Habéis contemplado, incluso, la posibilidad de que sea un asunto orquestado desde altas instancias? ¡Qué mejor que una falsa amenaza para afianzar un poder! Ya se hizo antes... -prosigue su caminar, de un lado al otro del salón- E inculpar a Guillaume, ¿no lo veís demasiado evidente, demasiado fácil y burdo? -continúa su caminar, y ríe para sí- Me imagino la cara del general, maldiciendo el momento en que pensó que regresar a la ciudad era buena idea...
 - Pero, ¿y los sapos? -interrumpe el joven al mayor- ¿no podrían haber, en verdad, regresado?
 La pregunta hace que el anfitrión se detenga en seco y le mire fijamente, sin ningún rastro de la jocosidad anterior.
 - Los sapos pretendieron hacerse con el poder absoluto, o bien mediante un control superior impuesto, o bien socavando dicho poder mediante un caos ordenado. Los sapos desaparecieron todos, al igual que lo hicieron aquellos que se les opusieron. No, no quedan sapos en París, mon ami.
 - Pero, ¿y si los hubiera? -insiste el joven.
 - En ese caso -responde el mayor acercándose a la chimenea, y alargando sus brazos sobre el dintel de la misma para, con cuidado, descolgar un acero que ha permanecido casi invisible en la penumbra- también otros deberían volver.
 - ...
 - Tomad. Cogedlo. Desenvainad tres palmos y leed la inscripción en su filo. -ordena el caballero, mientras le da la espalda mirando de nuevo las llamas.
 - ¡¡Aud... -empieza el joven, tras admirar el bruñido de la hoja y posar sus ojos en la fina inscripción.
 - ¡No! -interrumpe el mayor- Leed para vos, no para mí. Yo ya me conozco la letanía.
 - ¿Qué significan esas palabras? -pregunta asombrado, el joven, devolviéndole el acero envainado al anfitrión.
 Éste sostiene el arma como si fuera muy pesada, admirándola en su longitud, antes de volverla a colgar con la misma delicadeza y responder al joven.
 - Estas palabras fueron el credo de una antigua orden. Lo primero, para hacer lo que ha de ser hecho. Lo segundo, para sostener lo primero. ¿Buscábais algo en mí? Ya lo tenéis. Mi opinión, que lo dejéis estar. Mi consejo, que os lo penséis muy bien antes de contravenir mi opinión. Mi aprobación, en caso de que desestiméis lo primero y desoigáis lo segundo, ya la tenéis.
 - Pensaré en ello, señor barón... -consigue vocalizar el joven, levantándose del sillón con una resolución inusitada.
 - ¡No me hagáis sentir más tonto de lo que soy! ¡Ya lo habéis pensado, pardiez! Se os ve en la mirada...
 - ...
 - Partid de regreso a París, al alba. Y si necesitáis ayuda, os daré el nombre de alguien que os la podrá brindar, aunque su pago os pueda resultar excesivo. ¡Ah! Y un último consejo... Mi Coronel en los Cadetes de la Gascuña me inculcó una frase que deberíais tener siempre presente: buscad la finta dentro de la finta dentro de la finta...
 - ¿Cómo puedo agradeceros vuestra ayuda?
 El más mayor de los dos, estrechando la mano del joven, mantiene el apretón, lo atrae hacia él y le susurra dos palabras al oído.
 * * * 
Anochecía cuando François de Hadoque llegó a la puerta de la parroquia de Saint Honoré. Se sorprendió de encontrarla cerrada ya que las iglesias tienen que estar abiertas a todas las almas, pero con los tiempos que corren comprendió que era lo más razonable. Llamó, y el recio portón de madera no tardó en abrirse. La silueta del padre Orland se destacó contra el vano de la puerta. 
-Padre, vengo a pediros confesión. -En verdad que no puedo negárosla, pero os ruego que hoy nos limitemos al Santo Sacramento y no nos extendamos en una charla posterior, porque tengo que deciros que me encuentro enfermo y no estoy en condiciones de mantener una velada larga. -Padre, estoy convencido de que la bestia que asesina en las calles de París es el Anticristo, y estoy dispuesto a acabar con él. Sé que no es empresa exenta de peligros, y por eso os pido confesión, absolución de mis pecados, y... -aquí se echó la mano al coleto y le tendió una pequeña bolsa de cuero que produjo un tintineo metálico- tomad esto, para misas por mi alma si pierdo la vida en el empeño. El sacerdote dudó un momento. Se giró de lado hacia el interior, y Hadoque pudo apreciar entonces la palidez de su rostro. -Está bien, hijo. Pasad. El espíritu me pide intentar disuadiros, pero el cuerpo se muestra débil ante vuestra determinación. Todo lo que puedo deciros es que recapacitéis, y que si después de hacerlo seguís dispuesto a la cacería, que Dios os acompañe. Pasad, y os confesaré en buena forma.
 * * * Tercera semana 
le Baron de la Touche, Le Baron du Foix y Renné Gade, Ch.d'H., apoyados en la barra principal de L'Epée D'Or, acompañados de sus respectivas damas, conversaban animadamente, haciendo tiempo hasta que Broglia hiciera su aparición. Tenían la esperanza de que el Ayuda de Cámara del Delfín viniese acompañado de éste, y el piamontés no les decepcionó. Al cabo de un rato, ambos hicieron su aparición. -Messieurs -dijo el Delfín mientras tomaba asiento en una mesa-, estoy hambriento. ¡Pidamos algo de comer! Dicho y hecho, aparecieron en la mesa unos quesos y fiambres. ¡No se hace esperar al Delfín de Francia! -Esto es sólo para amenizar la espera mientras preparamos el asado, Alteza -dijo nerviosamente el camarero-. El interpelado hizo un gesto de aprobación, y con la mano llamó al resto de presentes a sentarse a su mesa. Cuando por fin llegó el asado, empezó a desaparecer en un santiamén. Durante la cena, Broglia anunció que el próximo mes tenía previsto estrenar su obra de teatro en le Théatre Royale, y animó a los presentes, Delfín incluido, a asistir. Después, lo de siempre: bailes, música y bebida hasta bien entrada la madrugada.
 * * * 
Detrás del convento de las Carmelitas, François de Hadoque acariciaba nerviosamente el puño de su espada de madera, que llevaba en una vaina. Se giró de repente al oír unos pasos detrás suyo e instintivamente echó mano a la otra arma, la verdadera, su fiel rapier que colgaba de otra vaina en su cinto. Se relajó al instante al reconocer a el aviñonés. -Buenas noches, mon ami. ¿Listo para la ronda? -Totalmente, monsieur. ¿Por dónde empezamos? Y echaron a andar, internándose en los callejones que rodean los muelles de embarque del Sena. Ojeadas en las puertas de las tabernas, jarras de vino compartidas en figones inmundos con el oído alerta por si captaban alguna pista interesante, preguntas discretas aquí y allá jarra por medio, pero nada. Poco a poco, el alcohol, la fatiga y el desánimo empezaron a hacer mella en los improvisados detectives, que decidieron rematar la noche en Les Chasseurs con unos vinos de mejor calidad. * * * Pero está claro que no buscaron en el lugar adecuado. Damien Moreau llevó a Isabelle d'Artois a Le Crapaud et l'Apricot, donde disfrutaron de una cena tranquila y romántica, sólo interrumpida por una breve conversación con François Lampourde, quien los saludó al verlos en el club pero, al ver por la actitud acaramelada de la pareja que su presencia estaba de más, se retiró discretamente pretextando otros compromisos. Cuando salieron del club ya era casi noche cerrada. La temperatura era tan agradable para el mes de febrero que la pareja decidió dar un paseo. No habían andado mucho cuando la dama lanzó un chillido: frente a ellos había aparecido de repente un ser indescriptible, muy alto y desgarbado de forma grotesca y desproporcionada, apenas visible bajo la poca luz del callejón. Damien Moreau no perdió ni medio segundo en plantarse delante de Isabelle mientras desenfundaba el rapier, y de un tajo hizo retroceder a la Bestia, quien, bramando malherida, huyó hacia el río dando grandes saltos, dejando caer tras de sí un relicario de cobre oxidado. Al recogerlo, Moreau vio un rastro de sangre en el suelo. "Parece que lo he herido", pensó. Recogió la caja y la abrió, y en ese momento la curiosidad pudo más que el miedo en el corazón de Isabelle y se asomó por encima del hombro de su amado para ver el contenido de la caja. Un nuevo chillido resonó en los callejones: dentro del relicario había un espantoso collar hecho de falanges humanas. Sin perder la calma, Damien Moreau cerró la caja, la guardó bajo su capa, y acompañó a la dama a su casa, sumida en un profundo estado de histeria.
 * * * Cuarta semana 
La cuarta semana, ya sea por el mal tiempo que imperó, por el temor despertado por el asesino suelto, o por una combinación de ambos, fue inusualmente tranquila y las calles se veían casi vacías. Damien Moreau tenía previsto ir al teatro con Isabelle d'Artois, a quien cortejó con éxito hace dos semanas, pero al llegar a casa de la dama a recogerla se encontró con que ésta estaba tan afectada por el incidente de la semana anterior que estaba guardando cama y no pudo acompañar a su galán, el cual acabó yendo solo y quedándose en la platea. Otros no temen al asesino, pero prefieren estar preparados; por ejemplo, Alain Dumont, Jean Duprey y Jean de Fallois, que se dedicaron a practicar esgrima con gran intensidad. Y otro que no tiene miedo de la Bestia es du Guerrier, que llevó a Christine Daé a L'Epée D'Or, donde disfrutaron de una cena, como decimos, inusualmente tranquila ya que no había nadie más en el club. Y finalmente el auvernés fue a misa con Eléonor d'Yberville. Aunque el sermón no fue gran cosa, la velada se cerró sin incidentes. Renné Gade, Ch.d'H. Propuso a la dama visitar el club, pero ella prefirió retirarse temprano.
 * * * 
Y a final de mes, una sorpresa para el padre Orland, que empieza a estar repuesto de su enfermedad. Los niños del orfanato que había visitado el mes pasado han aparecido en la iglesia, subidos en un carro tirado por el asno Malherbe, a su vez guiado por su dueño François Lampourde. El sacerdote, auqnue aún debilitado, los recibió con alegría, sobre todo cuando los niños formaron tres filas en la iglesia (no sin gran esfuerzo de las dos monjas que los acompañaban, mientras Lampourde miraba divertido) y, con más voluntad que talento, cantaron a coro un motete, tras lo cual la bulliciosa comitiva volvió por donde había venido. El sacerdote agradeció la visita, aunque al final de la misma se le notaban síntomas de fatiga.
 * * * EL CABALLERO DEL MES El título de Caballero del mes corresponde a:le chevalier Dussel
Por su arrojo en campaña, que le ha valido el título de Chevalier d'Honneur.
 
 EL PATÁN DEL MES El título de Patán del mes queda:DESIERTO
Por falta de votos suficientes.
 
 * * * NOMBRAMIENTOS HABIDOS ESTE MES 
Cael de Rouen ha sido nombrado Inspector General de CaballeríaGuillaume de Foix ha sido nombrado Inspector General de InfanteríaGuillaume de Foix ha sido nombrado Auditor General de FinanzasJacques de la Touche ha sido nombrado Teniente General de la PolicíaTessier Dusel ha recibido el título de Chevalier d'Honneur 
 * * * ANUNCIOS DE PRESENTACIONES A CARGOS 
Cael de Rouen anuncia que se presentará a Mando de Ejército (M02).Guillaume de Foix anuncia que se presentará a Mando de Ejército (M02).Guillaume de Foix anuncia que se presentará a Ayudante General (M06).Tessier Dusel anuncia que se presentará a Mando de Ejército (M02).Tessier Dusel anuncia que se presentará a Ayudante General (M06).Tessier Dusel anuncia que se presentará a Mando de Brigada (M10).Tessier Dusel anuncia que se presentará a Aide de chambre du Maréchal (M12). 
 * * * 
 ------------ Inicio de la estación de PRIMAVERA ------------ 
 CARGOS PARA EL MES DE MARZO
| Cargo | Requisitos | N.S. mínimo | Quién nombra | 
|---|
 | Ministro del Bienestar | Brgder. o Baron | 10 | Min.Estado |  | Ayudante General | General o superior | 8 | Maréchal France |  | Jefes de Ejercito | General o superior | 10 | Maréchal France |  | Aide camara Maréchal | Teniente Coronel | 6 | Maréchal France |  | General capellán | Arzobispo | 13 | Maréchal France |  | Jefes de Brigada | Brigadier General | 6 | Inspectores Generales |    CARGOS PARA EL MES DE ABRIL
| Cargo | Requisitos | N.S. mínimo | Quién nombra | 
|---|
 | Jefes de División | Tte.General o superior | 8 | Aide General |  | Aides de Ejercito | Coronel | 5 | Jefes Ejercs. |  | Mayores de Brigada | Mayor | 3 | Jefes Bgdas. |  | Quartermasters | Brigadier General | 6 | Jefes Ejercs. |  | Admin. diocesano | Obispo | 12 | Cardenal |  
 * * * AGRADECIMIENTOS 
Al autor de la escena de la conversación junto al fuego de la segunda semana, que nos ha pedido que no revelemos su nombre.
 * * * NOTAS DE LOS REALES SECRETARIOS 
En esta crónica hay algunas referencias que pueden resultar desconocidas para los que habéis llegado a la partida hace relativamente poco, así que corresponde una pequeña explicación: Hace ya más de diez años (entre 1634 y 1643 más o menos) ocurrió en la partida una serie de hechos relacionados con una organización secreta llamada los Trece Sapos, que fue finalmente desarticulada, aunque nunca se supo si todos sus responsables habían sido capturados.
 * * * FECHA LÍMITE PARA EL PRÓXIMO TURNO El plazo de entrega del próximo turno finaliza el viernes, 31 de marzo de 2023, a la medianoche (hora española peninsular). ¡Hasta pronto! 
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