|  | REAL CRÓNICA DE DICIEMBRE DE 1649(Número 281)
		No es París para viejos...Jean Parrot
 ECOS DE SOCIEDAD Primera semana 
Le Baron du Parrot sale satisfecho de Palacio. Esta vez cree firmemente que sus
opciones para ser el próximo Ministro de Estado no sólo son más sólidas
que nunca, sino que cuentan con el beneplácito de varios altos
estamentos del gobierno. Parece algo hecho, y tiene muchos planes,
elaborados años ha. Sonríe. Absorto en esos pensamientos baja
mesuradamente la escalinata en pos de su carruaje sin ver al jovenzuelo
que, a la vez y distraído, las sube de dos en dos. El choque es
inevitable y, de hecho, se produce para sorpresa de uno y espanto del
otro. Aún en el suelo, tendido en los escalones, sin sombrero,
desvencijado y aturdido, Parrot mira al joven que, como accionado por un
resorte, ya se ha puesto en pie y le mira desde las alturas.
 
- Disculpad, monsieur, ¿me permitís ayudaros a levantaros?
  
Dolorido, el marsellés gruñe y asiente, alargándole la mano. Se
incorpora, se arregla los ropajes, recupera la compostura y tratando de
recomponer su honorabilidad le espeta, furibundo:
 
- Pero, ¡caballero! ¿No tenéis ojos en la cara? ¿Acaso no veis que no
podéis ir así por la calle, como si el mundo fuera vuestro? ¡Voto a Dios
que os mereceríais un buen escarmiento!
 
Ante estas palabras y con la atención de todo el entorno centrada en
ellos, el jovenzuelo trata de disculparse, encogiéndose en señal de
contrición con la mirada asustada, balbuceando palabras que Parrot ya no
escucha... El marsellés sólo se fija en el chico, y recuerda cuando él
mismo llegó a París: la misma edad, el mismo arrojo, la misma
insensatez, la misma ropa gastada, la misma mirada... Todo igual,
salvo que de ese momento a ahora han pasado muchos años. Muchos.
Demasiados. Ignorando con un gesto de desdén al joven caballero, Parrot
prosigue cabizbajo hasta su carruaje. Su fiel Gaston le abre la portezuela,
pero antes de subirse en él, siente la necesidad de conocer un poco más a aquel
jovenzuelo, de establecer con él un vínculo que, de alguna manera, sea un vínculo
con su propio pasado. Se gira al joven caballero para preguntarle:
 
- Decidme, joven: ¿Cuál es vuestro nombre?
 
El interpelado, sorprendido ante la pregunta, intuye de repente que se encuentra ante
alguien poderoso. Se queda helado: no sabe si dar su nombre le hará presa fácil de represalias, o si
la pregunta nace de la simple curiosidad. Pero, ¿qué otra opción tiene? Negarse podría ser fatal. Con
un ligero temblor en la voz, responde: - Me... me llamo André du Guerrier, Excelencia -no sabe quién es el caballero
pero lo intuye noble, así que el tratamiento no hará ningún mal, piensa-. Para serviros en lo que gustéis.
 
- Bien, monsieur du Guerrier, aceptad mi consejo: de ahora en adelante, mirad siempre donde pisáis.
 * * * -¿Estáis seguro de lo que decís? El confidente se revolvió en su asiento. -Tan seguro como de que os veo, Excelencia. Gente muy poderosa anda tras de vos. Hullin ha
conseguido llegar a los oídos de Su Majestad y de altos personajes como el Delfín y el mismo Mazarino. Ha hecho llegar a los reales oídos una petición en la que os acusa de diversos crímenes y de conspirar contra la Corona y contra Francia, y ha conseguido que se contravengan vuestras órdenes y se libere a Edmond Narcís d'Estrées.  Se dice además que se ha entrevistado con Nicolas de Villeroy, que custodia y guía a Su Majestad, y hay quien asegura que el mismísimo Rey Luis XIV ha consentido en recibirle. Sea quien sea el pescador que recoja la ganancia de este río revuelto que es la Fronda, no gozaréis de sus simpatías. 
 -Graves noticias me traéis. No agradan a mi oído, pero las valoro en lo que a mi seguridad atañe. Tomad esta muestra de agradecimiento -aquí Lemaitre le entregó al confidente una bolsa llena de monedas-, y sobre todo recordad que me debéis la máxima discreción. -Descuidad, Excelencia. Sé lo que me conviene, y quedo a vuestra disposición. El personaje tomó la bolsa de monedas con una agradecida inclinación de cabeza, se levantó, y abandonó la estancia entre reverencias. Lemaitre se quedó pensativo. -Por lo que me ha contado este individuo -se dijo-, mi cabeza peligra. Es cobarde como una rata y no le confiaría mi vida ni por un segundo, ni en el frente ni como padrino de duelo, pero no cabe duda de que, además de los defectos de la rata, tiene sus virtudes: sabe reptar por donde conviene y recoger la información precisa, de manera discreta y eficaz. En esto sí que puedo fiarme de él. Siguió meditando en silencio y finalmente se levantó: 
-Creo que será mejor que desaparezca una temporada. De momento, a Noisy le Sec, a visitar a la familia, y si veo que me conviente alejarme más, ya decidiré. Sí, un poco de tranquilidad me vendrá bien. Mejor una retirada estratégica ahora que una derrota en el tajo del verdugo después. Le daremos un poco de cuerda a Hullin, para que se ahorque solo. Y, sumido en estos pensamientos, se dirigió al salón donde Constance escuchaba leer junto al fuego, a comunicarle su decisión. Seguro que le apetecería pasar una temporada en el campo...
 * * * Segunda semana El Ministro de la Guerra está de muy mal humor. Las fronteras exteriores
están tranquilas, los diplomáticos y espías no preveen conflictos
inminentes, y las únicas preocupaciones son las que provocan los
frondistas. Y tampoco el problema que representan éstos puede
solucionarse con las armas. Recapacita y sonríe. Un poco de paz, para variar, tampoco
irá mal. Se incorpora en la silla. Arregla los legajos de papeles que
tiene sobre el escritorio. Al poco, recompone los utensilios de
escritura. Un poco más tarde suspira mientras se hace traer una copa de
vino. Aburrido en la espera, contempla su reflejo en uno de los espejos
del salón. Lo que ve no le gusta. Frunce el ceño. Piensa, y lo frunce
más. Así que, tras darle varias vueltas, se pone a escribir. Al cabo de
un rato, lacrando ya las dos cartas, llega el esperado vino. Fulminando
con la mirada al asistente, espera a que éste abandone su presencia.
Tras el primer sorbo, tamborilean sus dedos mientras contempla pensativo
las cartas de renuncia a sus cargos.
 * * * 
Edmond Narcis d'Estrées, absorto en la lectura, levantó la cabeza al oir pasos acercándose a su celda. En efecto, a los pocos segundos se abrió la puerta y apareció la familiar figura del carcelero. Le dirigió a éste una pulla irónica: -¿Y bien? ¿Cuál es el desafío de Lemaitre para hoy? ¿Acaso una partida de quinze? Seguro que con su baraja de cartas marcadas... -Pues no, Monsieur. Hoy no es día de juegos de cartas. Sois libre. -¿Libre? ¿Ha cambiado su opinión sobre mí el todopoderoso Lemaitre? -De hecho, Monsieur, no es Su Excelencia Le Duc quien ha dado orden de liberaros, sino un miembro del Consejo Real, quizás el propio Villeroy. Al parecer, un amigo ha intercedido por vos ante Su Majestad. La expresión de D'Estreés cambió del sarcasmo al asombro. -¿Un amigo, decís? No se me ocu... Un momento. ¡Hullin! ¡Ha tenido que ser él! -Se levantó de un salto, recogió su capote y su sombrero, y salió hacia la puerta, casi atropellando al carcelero, que se apartó como pudo-. ¿Dónde está? ¡Tengo que agradecérselo! ¿Qué ha pasado con Lemaitre? ¡Dejadme salir! -se le oía gritar por los pasillos-. El carcelero suspiró. Tantos cambios en el poder, tantas intrigas... Hacía bien en no comprometerse con nadie y limitarse a hacer su labor: por un bando o por otro, él sabía que nunca le faltaría el trabajo. * * * 
 Tercera semana 
En el salón de esgrima se desarrolla una danza entre maestros. Los
lances se suceden en un intercambio de golpes incesante, electrizante,
donde la velocidad de uno se contrarresta con la experiencia de otro,
donde la fuerza del instructor se anula con la habilidad del alumno. No
parece haber un punto de desequilibrio, tanto, que a ojos de un
inexperto parecería un duelo entre iguales, sin un final previsible. Un
experto, sin embargo, vería en esos lances otra cosa, no el batirse por
una victoria sino por la búsqueda de la perfección en el Arte del Acero.
 
En el momento convenido, los adversarios se separan, posan, saludan y el
combate finaliza. El instructor se desviste de las protecciones y con
una jocosa risa le espeta al alumno:
 
- Monsieur Parrot, os veo torpe y lento. Hoy sólo me habéis hecho sudar
un par de mares. ¿Demasiadas distracciones?
 
El aludido, recuperando el aliento y con una mueca indolente, responde
al maestro:
 
- Phillipe, nadie excepto vos me supone ya un desafío. Estoy hastiado.
¿Dónde están los caballeros de antaño? Añoro los viejos tiempos...
 * * * Cuarta semana 
En uno de los reservados de l'Epée d'Or está la familia Parrot al
completo, disfrutando de las últimas horas del año mientras una alegre
orquesta ameniza la velada. Como tantas otras veces, el barón no ha
puesto  muchos problemas a compartir su fiesta privada con el resto de
los habituales del club. La música lo llena todo. La bebida corre a
raudales. Las risas se oyen por doquier, y el servicio del club cumple
su labor llenando copas y reponiendo viandas. Parrot mira a su
encantadora Evelyne mientras juguetea con Alain y Amanda, sus hijos.
Sonríe amorosamente, y antes de que una lágrima anegue sus ojos,
devuelve la atención al salón. Como en los mejores tiempos de sus
famosas fiestas, bulle rebosante de caballeros y damas, pero se muestra
vacío de recuerdos, de amigos o de enemigos... de sus pares, en
definitiva. Tras un profundo suspiro y cercana ya la medianoche,
escancia otra copa y se interna en el bullicio para alzar la copa y
pronunciar unas palabras que despedirán el año y darán la bienvenida a
uno nuevo. Sólo que, se dice él para sus adentros, no es sólo un año lo
que termina esa noche...
 
 * * * 
Camino a Marsella. Fonda La Joliette. Sentado en una mesa apartada,
Gastón Lerroux saborea y valora el momento de paz que le proporciona el
vino caliente, la lumbre en la chimenea, y el clima relajado que se
percibe en la gran sala. A una jornada de Marsella, también hizo alto
aquí cuando con su señor Parrot se dirigió a París hace más de veinte
años. Ahora, en cambio, vuelven a casa, cosa de la que llegó a dudar más
de una vez. Pero su señor así lo ha decidido y, sin muchos preámbulos y
muy pocas discusiones, él y su esposa lo han dispuesto todo para que así
sea. Ahora duermen, junto con los pequeños, en una de las habitaciones
del piso superior. El viaje llega a su fin, y Gastón está inquieto, casi
nervioso. Regresar al hogar que te vio nacer siempre tiene algo que te
agita las entrañas, que te hace vibrar, que te devuelve recuerdos y
sentimientos enterrados por el tiempo. Por eso, mantener entre sus manos
esa copa caliente, le reconforta. Y así está cuando ve a su señor bajar
por las escaleras al salón. Éste otea la sala en su busca, parece,
porque tras cruzarse sus miradas se acerca hacia su mesa. Al sentarse
con él, Parrot rompe su máscara hierática y esboza una leve sonrisa
mientras se miran a los ojos. Pide al servicio una botella entera, y
mientras la traen, se acomoda en la silla que cruje bajo su peso. Una
vez servido, el barón alza su copa hacia él, y susurra:
 
- Gaston, mi fiel amigo, no es París para viejos.
 
El criado escruta la mirada de su señor, traduce el sentido de sus
palabras, asiente y alza también la copa, entrechocándolas. Sí, piensa.
Es tiempo de paz, de retiro, de olvido... es la vuelta definitiva al hogar.
 * * * 
 EL CABALLERO DEL MES El título de Caballero del mes corresponde a: JPR
Por decreto del Real Secretario, por el peaso crónica que ha escrito.
 
 EL PATÁN DEL MES El título de Patán del mes queda DESIERTO
Por exceso de dispersión de votos.
 
 
 * * * ANUNCIOS DE PRESENTACIONES A CARGOS 
Edmond Narcis d'Estrées anuncia que se presentará a Ministro de Estado (C01). 
 * * * CARGOS PARA EL MES DE ENERO
| Cargo | Requisitos | N.S. mínimo | Quién nombra | 
|---|
 | Ministro de Estado | General o Comte | 12 | Rey |  | Ministro de la Guerra | Tte.Gral. o Viscomte | 12 | Rey |  | Rector | Cura | 6 | Vicario |  
 CARGOS PARA EL MES DE FEBRERO
| Cargo | Requisitos | N.S. mínimo | Quién nombra | 
|---|
 | Ministro de Justicia | Brigadier o Baron | 8 | Min.Estado |  | Canciller de Finanzas | Brigadier o Baron | 10 | Min.Estado |  | Comis.Seguridad Publ. | Coronel o Chevalier | 6 | Min.Estado |  | Maréchal de France | General o superior | 12 | Rey |  | Inspector Gral.Infant. | Tte.General o superior | 10 | Min.Guerra |  | Inspec.Gral.Caballeria | Tte.General o superior | 12 | Min.Guerra |  
 
 * * * AGRADECIMIENTOS A Enric, por la espectacular crónica de la despedida de Jean Parrot. Yo creo que, aparte de su gran calidad, es la más larga que he recibido en mucho tiempo.
 NOTAS DE LOS ÁRBITROS 
Bueno, ha llegado diciembre. Tal y como se habló, algunos personajes, que han llegado a la cúspide, han empezado a retirarse. Esta retirada se irá haciendo de manera gradual, y al mismo tiempo irán entrando personajes nuevos, tanto de los mismos jugadores como de otros que están llegando poco a poco (por cierto: ¡bienvenidos!). También hemos empezado a trabajar en la renovación del software con el que llevamos la partida. Dicho software funcionaba bien para los primeros tiempos de la partida, pero al ir ganando poder e influencia los jugadores se había quedado pequeño. Ahora vamos a prepararlo para cuando la partida vuelva a madurar, de forma que no vuelva a suponer un freno. De momento seguiremos con el software actual, de modo que no notaréis cambios. Cuando llegue el momento, os avisaremos (aunque vosotros no tendréis que hacer nada). Seguramente los cambios para vosotros serán en el formato de la ficha de personaje (aunque mostrará la misma información), en la web, etc. Seguiremos informando. 
 También os pedimos que, si conocéis a alguien a quien pueda interesar jugar, le pongáis en contacto con nosotros; como ya os dijimos, la idea es ampliar el número de jugadores para que esto se anime. Por cierto: ¡FELIZ 2017/1650!
 FECHA LÍMITE PARA EL PRÓXIMO TURNO El plazo de entrega del próximo turno finaliza el viernes, 3 de febrero de 2017, a la medianoche (hora española peninsular). ¡Hasta pronto! 
 Volver a la página principal. 
 ®"En Garde!" es una marca registrada de Margam Evans Limited |  |