| REAL CRÓNICA DE FEBRERO DE 1646
		No. ECOS DE SOCIEDAD Primera semana Durante esta semana, la puerta principal del Louvre ha hervido de actividad. Pretendientes a cargos ministeriales y militares entraban y salían a cada momento, cargados con los rollos de lata que contenían los papeles con que acreditaban sus méritos. 
 -Bueno, la verdad es que he decidido tomarme una temporada sabática, sin responsabilidades, ni civiles ni militares. Creo que mi familia necesita que le dedique más tiempo, monsieur le Secretaire. Más tarde, Le Baron de Muzillac hizo válida su promesa acompañando a su familia a le Théatre Royale, donde alquiló un palco exclusivo para ellos. La lástima fue que la obra no estuvo a la altura de las circunstancias, y la familia se aburrió soberanamente. Muy al contrario, en otro palco no lejano, le chevalier Brass de Creville y Jean-Luc Hullin, que habían acudido con sus respectivas damas, se divirtieron de lo lindo, manteniendo una animada conversación totalmente ajenos a lo que sucedía en el escenario. Tanto, que preguntados después qué opinaban de la calidad de la obra, ambos respondieron casi al unísono: "Ah, no ha estado del todo mal". * * * 
 Oculta en la sombra de un bosquecillo de pinos cercano, una figura le observaba desde algunos días atrás. Valmont sabía que era observado, y la figura se imaginaba que Valmont conocía su existencia, por lo que al final fue el ex-Ministro de Estado quien rompió el hielo: -¿Vais a quedaros allí para siempre? Si quisierais matarme lo habríais hecho hace meses. Venid aquí, dejad que os vea. La sombra dio dos pasos tímidos en silencio, mostrando una cara maltrecha por una vida en la clandestinidad. -¿Du Calamar? ¿Sois vos? Sí que os ha tratado mal el tiempo. Erais un hombre prometedor y ahora no pasáis de ser un mero vagabundo, parece. Con paso más firme, Du Calamar avanzó hasta llegar a Valmont. Con cara seria hincó una rodilla en tierra a modo de saludo, se levantó al momento, y finalmente sin ningún preámbulo le dijo: 
 El Marqués de la Garrigue pasó un brazo por los hombros de Du Calamar. -No sé si Francia me necesita o no, pero vos sí que necesitáis un baño caliente, comer algo decente y dormir en cama mullida. Venid conmigo. El marqués invitó a André Du Calamar a pasar al interior de la robusta y cálida cabaña. Un hogareño fuego calentaba la estancia que albergaba una mesa rústica, un cama de madera, un armario y un arcón. Phillipe Valmont preparó una nutritiva comida para su inesperado huésped, que la degustó acompañada de un buen vino. -¿Qué os parece el vino? -le preguntó. -Supremo, Excelencia. Ya sabéis que personalmente prefiero los Burdeos, pero siempre habéis tenido buen tino para elegir vuestra bodega. ¿Es un Borgoña? -Casi, es cercano. De elaboración propia, una buena afición que me transmitió el padre de mi amada Evelyne. La vida en el campo nos ha permitido recuperar viejos intereses. -¡Ah! ¿Se encuentra ella bien de salud? -Perfectamente. ¿La habéis visto?- le preguntó Valmont. -Eh... no, no la localicé. -Y espero que dejéis de buscar, ahora que me habéis encontrado -le amedrentó el marqués, para tantearle. -Por supuesto, Excelencia. Os buscaba a vos, no a vuesta familia -Calamar se preguntaba por qué el marqués se encontraba solo y en una cabaña tan humilde, pero juzgó prudente no preguntar. -Ya no soy "Excelencia", monsieur Du Calamar -replicó Valmont-. Ahora soy mucho más feliz que en aquellos tiempos de intrigas y de traidores. -De eso mismo quería hablaros, los traidores campan a sus anchas. -Espero no estar albergando a un fugitivo de la Justicia. -Ehhh...-tardó en responder, mirando al techo de la cabaña. -Dejadlo, prefiero no saberlo. ¿Parrot, Comisionado de Seguridad Pública, decís? -Efectivamente, mi Mariscal -Valmont arqueó una ceja al oir el viejo tratamiento que le daban sus soldados; Du Calamar era astuto, y sabía que apelando a su orgullo militar tendría más posibilidades de convencerle-. Parrot lleva demasiados años en la ciudad, y ha visto más comisionados que prostitutas en los burdeles. Dirige con mano de hierro. Ha aprendido de las locuras de todos sus antecesores. Pasa de perseguido a perseguidor. Pasa de conocer los peores secretos de la ciudad, a dominarlos. Miedo, eso es lo que ha conseguido en la ciudad. Y si en París hay miedo, tened por seguro que se extenderá por todo el Reino. Y vos sabéis perfectamente que un soldado lleva sus miedos de París al frente, y un soldado asustado no defiende el reino como debe defenderlo. -Me extraña mucho de Le Maitre que le permita ser Comisionado. Siempre tuvo mucha iniciativa, y era apresurado en sus planes, pero siempre fue un buen soldado. Una jugada así no es propia de él; o al menos no era propia de él. Este tipo de astucias son más del estilo del desafortunado d'Arzac. Muy mal deben estar las cosas para que un traidor a Francia ocupe un cargo de su Majestad. ¿Guillaume de Foix no será Ministro de Justicia? -No, monsieur, el cargo lo ocupa Emile Goulet. D'Arzac ha sido apartado completamente del gobierno. Todo rastro de lo que fue un gobierno de verdad ha sido borrado, dejando paso a un mando de locura y fuerza fruta, de desgobierno -aquí el marqués hizo un gesto de desagrado con la cabeza, y Du Calamar lo aprovechó para insistir. -Entonces, ¿volveréis a París? El marqués miró a su interlocutor a los ojos. -No. Du Calamar se apoyó en la mesa, desesperado, rindiéndose a la realidad. Definitivamente, su misión había fracasado. -Parrot dejó de ser asunto mío cuando marché de la Cité. Si la Reina tolera semejante infamia, no puedo hacer nada; nunca iré en contra de su voluntad. No olvidéis que Parrot yacería en la fosa de los ahorcados si su graciosa Majestad no hubiera retrasado su ejecución. Siempre estuvo encaprichada del traidor; es lógico en quien se relacionó con ingleses. -Entonces todo ha terminado. Francia está perdida. -Seguro que hay hombres capaces de recordar el honor, la lealtad y la dignidad. Buscadlos. Ignoro cuántas de vuestras palabras son ciertas y cuáles son fruto de vuestros propios intereses. -¡Os juro que todo lo que digo es cierto! Uno no recorre media Francia buscando una aguja en un pajar por una mentira. Vos conocéis mejor que yo a todos los que hoy llevan las riendas, y sabéis que es así. Entiendo que vos estáis aquí precisamente por eso, por cómo son, pero no podéis huir siempre: algún día tendréis que volver, y tenía la esperanza de que fuera ahora. No miento, y vos lo sabéis muy bien. -Seguro que no, monsieur Du Calamar. Seguro que no mentís. Dormid bien esta noche. Este hogar no es lujoso pero sí confortable -Valmont abrió la puerta y el frío de la noche se coló, haciendo palidecer la hoguera-. Mañana por la mañana, abandonad este lugar. Notificaré a las autoridades locales que alguien parece haber ocupado mi vieja cabaña. -¿Vais a algún lado cuando reina la luna, Mariscal? -Voy a buscar consejo espiritual. ¡Adiós, y buena suerte! El mariscal salió por la puerta. A la mañana siguiente André du Calamar no esperó a que saliera el sol, y antes de que amaneciera ya había partido en una montura con rumbo desconocido. * * * 
Otrora caballero, hoy lo tildan de patán. Segunda semana Fray Bernard se afanaba en su despacho, acabando de llenar los últimos escritos del día. Se le había acumulado el trabajo, y quería dejarlo todo liquidado para cuando llegase el carruaje de Joss Len Beaumont, Ch.d'H.. Justo cuando dejaba la pluma en su soporte, llamaron a la puerta para darle aviso. Con un suspiro de satisfacción, se levantó y salió del despacho en dirección a las escaleras para recibir a sus invitados. Había querido dar un aire de solemnidad al nombramiento del responsable de formación militar del Hospicio, y lo que vio no le decepcionó. Joss Len Beaumont, Ch.d'H. había acudido en uniforme de gala, y las damas que le acompañaban también estaban radiantes. Les dio la bienvenida y les acompañó hacia el interior. * * * Ya anocheciendo, el chevalier Brass de Creville llegó a su casa, procedente de la ceremonia que había organizado fray Bernard en el hospicio. Subió a su habitación y, como siempre que salía, agradeció amablemente a su criado Crispín que hubiese encendido el brasero antes de su llegada. Como de costumbre, el criado se despidió y se dirigió a la planta inferior, donde podía acercarse al fuego de las cocinas comunales y tomar su caldo caliente de cada noche, mientras charlaba con los otros criados. Creville se preparó para acostarse, y, en el momento de tumbarse en la cama, se desató el infierno. Una tremenda explosión hizo saltar todo por los aires. Su última visión fue la montaña de escombros que se le vino encima cuando se precipitó, hecho pedazos, al piso de abajo. La explosión provocó el incendio del edificio donde vivía Creville y también del de su lado. Los inquilinos supervivientes, cubiertos de sangre y hollín, salían como podían de las llamas, mientras que los vecinos, temerosos de que el fuego se extendiese a sus casas, reaccionaron rápidamente acarreando cubos de agua y combatiendo el fuego como mejor podían. Finalmente, al amanecer, comenzó a caer una fina lluvia que acabó por apagar el doble incendio. Las primeras luces del día encontraron a Crispín, con el brazo en cabestrillo, llorando quedamente, abrazado a lo que quedaba del cadáver de su amo. Tercera semana Joss Len Beaumont, Ch.d'H. decidió celebrar su nombramiento como tutor militar del Hospicio. Organizó una fiesta con una copiosa cena, a la que de nuevo asistió con su uniforme de gala, y se cuidó de que no faltase ningún detalle: música, malabaristas y funambulistas, vinos y licores excelentes... Pero su principal foco de atención fue Eleonor d'Yberville, a la que presentó a todos los invitados que aún no conocía, compartió con ella todos los bailes y brindis y, en general, se comportó como un enamorado anfitrión. Cuarta semana Apenas hubo actividad destacada al final del mes: entre la práctica de esgrima y el teatro (porque hubo incautos que cayeron en la trampa que les había tendido el Théatre Royale), la semana pasó sin más incidentes, siendo el tema de conversación principal la explosión que se produjo en la Villete y que acabó con la vida de chevalier Brass de Creville. EL CABALLERO DEL MES El título de Caballero del mes corresponde a: EL PATÁN DEL MES El título de Patán del mes queda NOMBRAMIENTOS HABIDOS ESTE MES 
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 AGRADECIMIENTOS A Joan y Víctor, por el relato del encuentro entre Du Calamar y Valmont. A Hibou, como de costumbre, por su coplilla. Y a Ninon, que me ha pedido que de momento no os diga quién es (la mayoría de vosotros ni la conocéis), por su esfuerzo en esa nueva "Fleur de la Canelle". FECHA LÍMITE PARA EL PRÓXIMO TURNO El plazo de entrega del próximo turno finaliza el viernes, 12 de abril de 2013, a la medianoche (hora española peninsular). Tengo que retrasarlo un poco, porque tengo un viaje que me pilla el final de mes. Esperemos que la cosa no se complique y que no nos comamos el mes de abril. ¡Hasta pronto! ®"En Garde!" es una marca registrada de Margam Evans Limited |