| REAL CRÓNICA DE ENERO DE 1646
		Hay gente que no sabe apostar... ECOS DE SOCIEDAD Primera semana La mañana del lunes comienza de forma extraña en el barrio de l'Ille de la Cité. Un desharrapado grupo de individuos, una mezcla de mendigos, matachines y personajes de baja estofa recorren las calles. Muy lejos de su hábitat natural, ya que se encuentran en el mejor barrio de la ciudad. Debido a lo temprano de la hora, y a que por el momento se limitan a invadir las calles sin armar demasiado alboroto, todavía no ha habido ocasión de que la Guardia intervenga. Parecen dirigirse a algún lugar en concreto, y los comentarios que se oyen en el tumulto así lo atestiguan. -Va a pasar por aquí -dicen unos. Recordad lo que nos han dicho -comentan otros-. Hay que pararle, o si no, no nos pagará. De repente, un carruaje negro, con las armas de la casa Lemaître grabadas en la puerta, dobla la esquina y se da de bruces con el tumulto. -¡¡¡AHÍ ESTÁ!!! -De repente, alguien en el tumulto señala el carruaje. La vil cohorte lo rodea y le impide el paso en medio de la calle, mientras gritan: -¡ROUEN! ¡DU CALAMAR ESTÁ EN ROUEN! ¡BUSCADLO ALLÍ! ¿DÓNDE ESTÁN MIS CINCO MIL CORONAS? ¡OS HE DICHO DÓNDE ESTÁ! ¡ME DEBÉIS CINCO MIL CORONAS! El cochero, impotente, intenta avanzar abriéndose paso a latigazos, pero el tumulto es demasiado numeroso y el carruaje del Ministro de Estado no logra llegar al final de la calle. Los caballos, espantados, cocean a diestro y siniestro, pero las filas de delante no pueden apartarse, empujadas por los que desde atrás también reclaman su paga. Finalmente, el carruaje vuelca y arrastra a los caballos en su caída. El cochero aguanta el tipo como puede repartiendo rebencazos, llegando incluso a subirse sobre la puerta del vehículo. De repente, un destacamento de la Guardia personal del Ministro de Estado aparece por la bocacalle. Una parte de la turba se percata de la presencia de los soldados y se dispersa dudando entre huir o hacerles frente, mientras que el resto no se ha percatado de la aparición de refuerzos y sigue atacando el carruaje. Pero en el último momento, extrañamente, los jinetes doblan una esquina y se alejan a toda velocidad en dirección contraria, abandonando a su suerte el vehículo del Ministro de Estado. Poco después, el pequeño grupo de jinetes llega a la explanada del Louvre. Uno de ellos sale de la fila y se coloca al frente, mientras el sargento le cede respetuosamente el puesto: -Todo ha salido a pedir de boca, Excelencia. Un gran plan, si me permitís decirlo. -Claro que os lo permito, sargento, claro que os lo permito... -Lemaitre no puede evitar una sonrisa de astucia mientras el grupo recorre los pasos finales hasta la puerta principal de Palacio. * * * -Vuestra morada ha permanecido intacta. No he permitido que nadie la ocupara, monseiur -el casero, de pelo canoso y al que le faltaban dos dientes, sonreía de tener de vuelta a su inquilino. Pagaba puntual, y por Navidad daba buenos aguinaldos. -Bien, bien -el caballero inspeccionaba el cuarto-. Vuelvo a quedarme con la habitación, Jean-Paul. Esta misma tarde recibiréis el alquiler del mes. -Muchas gracias, monseiur du Foix -dijo el casero mientras se retiraba. -¡Pierre! -llamó du Foix a su criado-. Mandad que traigan mis cosas de nuevo aquí. -Ya están en camino, señor. -Siempre un paso por delante mío... está bien, redactaré unas cartas un momento y se las llevaréis a los Coroneles de los Coraceros del Principe de Condé y a los Coraceros del Delfín. Movilizaré a los Regimientos al frente inmediatamente... -Me temo, señor -interrumpió el criado-, que eso no será posible. -¿Cómo? -Me he tomado la libertad de aceptar en vuestro nombre la invitación de Monseiur Brass de Creville para asistir al estreno teatral de este mes. El carruaje os espera abajo, para pasar a recoger a Mademoiselle d'Avignon. Y Mademoiselle ha dicho que... bueno, no repetiré sus palabras, pero sabed que no me pareció nada propio de una dama lo que dijo que os haría si no acudíais, y aún menos lo que me haría a mi si no conseguía que fuerais. Las risas de Guillaume du Foix se escucharon desde la calle -No os preocupéis Pierre. Georgette es una mujer con carácter, habéis hecho bien. Además, me sentará bien París... creo que la idea de irme al frente no era tan buena al fin y al cabo. * * * 
Un bando se ha publicado, Segunda semana Los pies de Guillaume du Foix pisaron, una vez más, la Rue de l'Arbre-Sec. Se detuvo un instante delante de la puerta que daba paso al cuartel de los Mosqueteros del Rey y tras un ligero suspiro se encaminó hacia dentro. Tan sólo 4 pasos después, uno de los guardias le dio el alto. -Deteneos, Monseiur. ¿Qué asuntos os traen al cuartel de los Mosqueteros? El Coronel está ocupado y no recibe a nadie sin cita previa. Con una mirada entre divertida y enojada Monseiur du Foix se dirigió al guardia: -Soldado, ¿hace cuánto que servís en el cuerpo? Sin duda tendréis un superior al mando durante la guardia, llamadle a él o a vuestro sargento. Y daos prisa. Tras dar una rápida voz y esperar unos segundos, un sargento de los Mosqueteros se acercó a paso rápido y gritándole al guardia: -Muchacho, espero que sea importante porque me has interrumpido el desayu... -cortó sus palabras en seco al ver a Monseiur du Foix esperando delante de la puerta-. Mon Dieu! No puede ser verdad lo que ven mis ojos. ¡Excelencia! ¡Cuánto tiempo! -Aquí me tenéis, Armand -Du Foix sonrió al ver al veterano sargento, con el que había trabado camaradería en el frente. Cierto que no era más que un sargento, pero hay situaciones extremas que crean vínculos más allá del rango militar, y este suboficial le había salvado la vida al menos dos veces, que él recordara-. Permitidme abrazaros viejo amigo- y se dirigió hacia él, ante el asombro del joven soldado. -Gracias, señor, pero pasad dentro y no os quedéis fuera como un viandante cualquiera. El Coronel está ocupado planeando las próximas maniobras, pero sin duda se llevará una grata sorpresa al recibiros. -Muchas gracias por vuestro recibimiento, Armand. Veo que a pesar de todo seguís cuidándoos perfectamente -dijo, palmeando ligeramente la barriga del sargento. Y girándose al guardia de la puerta, antes de entrar añadió: -Y a vos muchacho, os espero en el salón de esgrima cuando terminéis la guardia. Hace mucho que no practico y seguro que a vos os vendrá bien un poco de entrenamiento -Y emprendió la marcha hacia dentro-. -Joven, creo que le habéis caído bien al Teniente General du Foix -le dijo el sargento-. -Du Foix... -es lo único que acertó a decir el joven guardia antes de tragar saliva. * * * El lujo y el dinero corrían en las mesas de juego en el Gran Casino de París. Grandes nombres de la Corte estaban allí bebiendo y jugando hasta altas horas de la noche. Lestat du Pointlac pidió una copa de vino de Borgoña y observó cómo, en el fondo del salón, el Ministro de Estado Joseph Lemaître se acercaba a una mesa y solicitaba unos dados para jugar. El Canciller de finanzas se aproximó a saludarle. -¡Vaya! Si es nuestro querido Canciller du Pointlac -le saludó el Ministro de Estado mientras apuraba su copa de vino de Champagne-. ¡Mozo! Un armagnac. -Felicidades por la renovación de vuestro cargo, Monsieur Ministro. Enhorabuena. Era de esperar que renovarais pero os felicito igualmente... Lemaitre quitó importancia al asunto con un manotazo al aire y cogió un par de dados. -Pensé que era necesario. Simplemente, tengo demasiados temas pendientes en París y fuera. Demasiada responsabilidad para apartarme a un lado ¿no creéis? Al decir esto último miró a Pointlac y sonrió. -Espero que vos no os equivoquéis, y apostéis a ganador. No conviene arriesgarse y perderlo todo. Porque nunca olvidéis esto, viejo amigo: -Lemaitre miró fijamente a Pointlac y apuró lentamente su copa, haciendo una pausa-. Hay gente que no sabe apostar... Y diciendo esto, el Ministro de Estado se alejó del Canciller de Finanzas y salió del Gran Salón custodiado por su guardia personal. Tercera semana Esta semana, chevalier Brass de Creville celebró su acceso al selecto club L'Epée D'Or invitando a Joss Len Beaumont, Ch.d'H., Jean-Luc Hullin, Jean Parrot, Ch.d'H. y, por supuesto, sus respectivas damas, incluyendo a Charlotte Pézet. De celebración en celebración y de brindis en brindis, la hora se hizo realmente tardía. Cuarta semana La última semana, Jean Parrot, Ch.d'H. y Evelyne volvieron al club con la esperanza de encontrarlo mucho más tranquilo, y así fue. A pesar de haberse divertido la semana anterior, necesitaban calma para afrontar la planificación de su ceremonia de boda y posterior recepción, así que agradecieron que el club estuviera prácticamente desierto. EL CABALLERO DEL MES El título de Caballero del mes corresponde a: Fray Bernard du Robier EL PATÁN DEL MES El título de Patán del mes corresponde a: Jean Parrot, Ch.d'H. NOMBRAMIENTOS HABIDOS ESTE MES 
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 AGRADECIMIENTOS A Fernando y a Sergio, por sus respectivos fragmentos de crónica (¡dos cada uno!). A Hibou, como siempre, por la coplilla. FECHA LÍMITE PARA EL PRÓXIMO TURNO El plazo de entrega del próximo turno finaliza el viernes, 1 de marzo de 2013, a la medianoche (hora española peninsular). ¡Hasta pronto! ®"En Garde!" es una marca registrada de Margam Evans Limited |