¿Nadie ha pensado en traerse una baraja?
		Henri Daralan
	
GACETA MILITAR
Cerca de Lens
"Efectivamente, esta vez no me han cogido".Al norte de Arrás
Encarcelado, exhausto, fuera de límites, sin tiempo para pensar, sin tiempo para urdir un plan, desganado y quizás debilitado... Jean Parrot yace en un rincón de la celda, ajeno a todo lo que acontece a su alrededor... Una mirada perdida fija en el horizonte invisible, unos pensamientos vagando erráticos por toda una vida, una respiración pesada digna de un moribundo...
ECOS DE SOCIEDAD
Primera semana
En un hermoso domingo soleado, el corazón de Renaud d'Anterroches ardía de pasión.
Sentado en el banco de les Tulleries, observaba cómo gentiles caballeros ofrecían
su brazo a bellas damas. Renaud sabía que ella estaba allí. En alguna parte.
Como una isla desconocida, esperando a ser descubierta, aunque jamás
conquistada.
En tal ensimismamiento lo vio Giovanni P. da Palestrina cuando pasó cerca de él, también disfrutando del
sol de otoño, que se detuvo y se quedó contemplándolo unos instantes, tras lo cual se
encogió de hombros y continuó descubriendo su nueva ciudad de residencia.
Mientras tanto, Sevère de Montmorency intentaba, sin demasiado éxito, olvidar el riesgo que le esperaba dentro de pocos días, cuando partiera en la operación de rescate que se estaba organizando. Se sabía, por espías y ojeadores, que la cosa tenía su riesgo, pero pese a todo había que ir. En estas cábalas estaba, apoyado en una columna de la sala principal del Théatre Royale, sin prestar atención a la excelente obra, mientras Michelle Gillette, sentada a su lado en una silla traída expresamente, no se perdía detalle de la representación.
Segunda semana
Mientras la mayoría de parisinos se dedicaban a practicar esgrima furiosamente, Giovanni P. da Palestrina y Jean Lecauchois coincidieron en Phillippe Le Rouge. El club estaba muy tranquilo, y se produjo una curiosa confusión entre ambos ya que cada uno, siendo su primera visita al club, pensaba que el otro era un miembro ya veterano.
De nuevo se ha producido un asalto en las calles pretendidamente respetables de París, esta vez a la salida de Les Chasseurs. Uno de los socios, cuyo nombre no nos ha llegado aún, fue asaltado y despojado de su bolsa cuando abandonaba el club, ya entrada la noche. El modus operandi, el mismo de siempre: aprovechando el exceso de alcohol y la oscuridad de la noche, el asaltante emboscó a la víctima dándole un golpe seco en la cabeza con una estaca y arrastrándolo hasta un callejón.
Tercera semana
La reunión para planear la operación de rescate debía tener lugar en el campamento de los Marines Reales. El primero en
llegar fue Renaud d'Anterroches. Al llegar al campamento, Renaud vió ante sus ojos lo que más temía: la decadencia de la guerra. Al instante,
los recuerdos de las historias del frente que su padre contaba a los invitados, y que Renaud escuchaba agazapado en la
escalera, acudieron a su mente. ¿Era este el momento tan esperado? ¿Estaba su padre observándolo? Con rabia en su
mirada, Renaud afrontó su destino. Tal vez así es como debía terminar, o empezar, todo.
La llegada de los demás le sacó de sus reflexiones: Olivier d'Arzac, Sevère de Montmorency, Joseph Lemaitre y Jean Lecauchois, éste último con unas botellas de calvados
"para celebrar nuestro futuro éxito o nuestro funeral", según dijo. La carcajada general sorprendió a Renaud. "¿Tan
acostumbrados están estos hombres a vérselas con la muerte, o es solamente un intento desesperado de
tranquilizarse?", pensó.
Pese a la forzada ausencia de Parrot, la Cofradía sigue su caritativo trabajo día a día, no exento en ocasiones de alguna sorpresa. Al abrir el almacén por la mañana, el criado se encontró una ventana levemente forzada, sin llegar a romperla. Teniendo en cuenta las fuertes rejas que protegen las ventanas, el intento de robo era bastante absurdo, así que el fiel ayudante de Parrot no se intranquilizó, y atribuyó la apertura a un golpe de viento. Cuando fue a cerrar la ventana, tuvo la sorpresa de encontrarse en el suelo una bolsa con 300 coronas y una nota:
Como véis alguien se ocupa de los necesitados, aunque no sea quien vuestra merced cree. Olvidaos
de que os ayuden los que nos gobiernan, no son más que un hatajo de traidores a su patria y
asesinos sin escrúpulos.
Atentamente
X.
Cuarta semana
Escondido en la penumbra, Renaud observó a sus nuevos compañeros. Gente
noble, admirable, y con un valor fuera de toda duda. Aunque su musculoso
cuerpo dijera lo contrario, Renaud no estaba habituado a la guerra, y mucho
menos a la infiltración. Sin embargo, la adrenalina ya fluía agresiva por
sus venas, tal vez herencia genética, o tal vez memoria histórica. Ahora ya
daba igual. Ahora no había marcha atrás. Aguantando la respiración por un
momento, salió de la penumbra. Era el momento de enfrentarse a la dama de
negro. ¿Podría esquivar su mellada guadaña?
Interrumpió sus meditaciones el gesto, discreto pero enérgico, realizado por
Olivier d'Arzac a cierta distancia. Era la señal convenida para indicar que había dado
buena cuenta del centinela y que podían seguir avanzando. Comenzaron a moverse
hasta llegar al lindero del campamento enemigo, situado en una antigua granja. Una
rápida inspección les reveló la situación aproximada de los vivacs, la fogata central,
el edificio principal destinado a los oficiales, y un cobertizo de herramientas con un
centinela en la puerta. "Ahí debe ser", pensaron todos.
Comenzaron a rodear el campamento sigilosamente, pero la fortuna no estuvo de su lado.
Un soldado, desarmado y sin trinchas, se levantó de las proximidades de la hoguera y
vino directamente hacia ellos, como si los hubiese visto. No podían liquidarlo sin salir de la
espesura y dejarse ver por él, ni tampoco podían permitirse el ruido de un disparo. Alguno de ellos
debió mover alguna rama, porque de repente el soldado se quedó quieto un instante, dio media vuelta
y echó a correr hacia la hoguera gritando. Inmediatamente el infierno se desencadenó. "¡Vamos, vamos,
a correr, salgamos de aquí!", gritó Jean Lecauchois. Justo en aquel momento, una bala lo atravesó y cayó muerto. Los demás,
corriendo desesperadamente entre los árboles, intentaron huir. Olivier d'Arzac y Sevère de Montmorency consiguieron ponerse a salvo, pero
Renaud d'Anterroches y Joseph Lemaitre fueron capturados y, al poco rato, pasaron a hacer compañía a Jean Parrot y Henri Daralan en el cobertizo.
                                             R.I.P.
                                 Rogad a Dios por el alma de
                                      JEAN LECAUCHOIS
										 
	![[Cruz para la tumba]](/headstone.gif) 
							Su familia y amigos agradecerán
                                       UNA ORACIÓN
NOMBRAMIENTOS HABIDOS ESTE MES
CARGOS PARA EL MES DE OCTUBRE
                                                  N.S.     Quien
         Cargo            Requisitos             minimo    nombra
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Capitan Escolta Real    Capitan de Guardia Real     9    Gob.Mil.Paris
Capitan Escolta Carden. Capitan Guardia Cardenal    7    Gob.Mil.Paris
Abanderado Escolta Real Subalterno Guardia Real     9    Gob.Mil.Paris
Abander.Escolta Carden. Subalt.Guardia Cardenal     6    Gob.Mil.Paris
CARGOS PARA EL MES DE NOVIEMBRE
                                                 N.S.     Quien
         Cargo            Requisitos            minimo    nombra
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Soldados escolta Real   Soldado Guardia Real       8    Capitan Escolta
Sold.escolta Cardenal   Soldado Guardia Cardenal   5    Capitan Escolta
NOTAS DE LOS ÁRBITROS
Gracias a Carles Arenado por los inspirados párrafos sobre la vida interior de Rénaud, y a Enric que, pese a no tener tiempo para nada estos días, ha enviado unas líneas para relatar la desesperación del prisionero.
El plazo de entrega del próximo turno finaliza el viernes 2 de noviembre de 2007, a la medianoche (hora española peninsular).
¡Hasta pronto!
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