Primera semana Mientras tanto, Eric du Perpignan decidió pasar la velada con Laure Palmère en L'Epée d'Or. Cuando llegaban, observaron un carruaje
cerrado, de color oscuro, que partía a toda velocidad del patio trasero del club. Después de un par de frases de comentario,
no le dieron mayor importancia al incidente.
 Esta semana la dedicaron Jacques de la Loire y Louise Codolon a buscar un lugar donde vivir a partir del próximo mes. El asunto trajo más
complicación de la esperada, porque Jacques de la Loire se encaprichó de una casa que, aunque muy espaciosa y bien acabada, se
encontraba en la mismísima orilla del Sena.
 -¡Ya tenemos casa! Me encanta. íNos la quedamos! 
Y claro, la opinión de la futura señora de la Loire prevaleció, y el pobre Jacques tuvo que acomodarse a buscar otra
residencia.
 Poco más que contar esta semana: Silvestre Ruisseau pasó una solitaria velada en les Tuiles Bleues, y Philippe de Vendôme llevó a Francine Davelet
a un palco del Théatre Royale a disfrutar del arte teatral, aunque luego resultó que la obra no había por dónde cogerla.
También Laurent de Boisier llevó a Christine Daé y ambos salieron con malas caras, mientras que Jean François LaCroix, Jean La Fontaine Michel de Bidouze y Pascal Bierce querían
tomar al asalto el escenario para dar a los actores una lección de habilidad interpretativa.
 Segunda semana -¿Monsieur de la Loire? A la llegada al Cuartel le recibió Jean François LaCroix, General y
Gobernador Militar de la Provence, en un estado de extrema agitación.
Jacques de la Loire no podía creer a sus oídos cuando el Gobernador le explicó que varias provincias
del sur se habían rebelado contra el gobierno de Su Majestad, y que se temía una guerra
civil. Acto seguido le condujo a la sala de mapas, donde se encontraban Denis Lavosier,
Mariscal de Francia y, cómo no, su Ayuda de Cámara, Eric du Perpignan, Coronel de la Guardia Real.
 Sin más demora el Mariscal le explicó el asunto:
 -Monsieur, la situación es muy grave; el enemigo ha
conseguido sublevar por sorpresa varias fortalezas en el sur. Además, se han
descubierto varios espías en la ciudad y por ello se ha decidido trasladar la sede
del Alto Mando a un lugar secreto donde podrán elaborarse los planes de defensa y
contraataque. Necesitamos vuestra colaboración incondicional.
 Sin dejarle tiempo para asimilar lo ocurrido, los
presentes condujeron al atónito Jacques a un carruaje cerrado y bien
escoltado donde subieron además Eric du Perpignan y Jean François LaCroix. Denis Lavoisier se despidió
de ellos:
 -Messieurs, yo no os puedo acompañar porque debo de partir de inmediato
al frente para organizar debidamente las fuerzas. Nos veremos en los Pirineos.
 Así partieron los dos carruajes, uno cerrado, con Jacques de la Loire y sus guías por
un lado, y otro con las armas condales en dirección opuesta.
 Al poco, el carruaje que conducía a Jacques de la Loire se detuvo en L'Epée D'Or, donde un pasillo de honor formado por
sus compañeros Mosqueteros, encabezados por Jean-Paul Morrow y Phillipe Dubois
le condujo al interior del local, donde esperaban un nutrido grupo: Armand de la Fère, Jean Picard, Laurent de Boisier, el padre Martin du Heyn, Nicolas Poussin y Pierre Duval. Mientras
el sorprendido Jacques de la Loire atravesaba el pasillo sus compañeros gritaban: "íViva Jacques de la Loire!
íViva Francia!"
 Una vez dentro, el padre Duval se dirigió al séquito: Una vez acomodados alrededor de la mesa, los altos cargos presentes se turnaron para
explicar la estrategia a tomar por parte de la Compañía del capitán de la Loire, al mismo tiempo
que se destapaban algunas botellas de vino.
 -Bien, monsieur, el objetivo para recuperar las posiciones perdidas es capturar la Fortaleza
Codolon.
 -íJA, JA, JA, JA! -Aquí las crecientes sospechas del capitán se vieron confirmadas, y no pudo contener
una sonora carcajada-. La verdad es que me engañasteis durante un buen rato. ¡Hasta el Conde d'Ille está
metido en esto! Bien, veamos cuál es vuestro plan de ataque.
 -Para conquistar la fortaleza -explicó Nicolas Poussin-, la compañía partirá de una garganta situada
en los Pirineos, dirigiéndose hacia un desfiladero secreto oculto entre dos
grandes montañas de forma redondeada rematadas por picos puntiagudos. Una vez pasado el desfiladero,
se recorrerá con presteza y aprovechando la noche una gran llanura hasta llegar a un pequeño hundimiento
del terreno donde la compañía puede resguardarse del ataque enemigo. Cuando esten preparadas las
tropas se realizará el asalto final, que deberá atravesar primero un frondoso bosque lleno de peligros insospechados.
 Tan insospechados que en estos momentos hizo su aparición Armand de la Fère
con un grupo de danzarinas turcas especializadas en la danza del vientre y
de los siete velos, danzas que bailaron delante de Jaques de la Loire.
En ese momento salió fray Pierre Duval de las sombras y se situó
al lado de Jaques de la Loire; mientras duró la danza, mantuvo una mano
sobre su hombro repitiéndole constantemente, a la manera de los antiguos procónsules
romanos: "Recuerda que eres mortal". Al finalizar el baile volvió a retirarse a un discreto rincón.
 Después de esta dura prueba se detalló la localización final de la fortaleza, en otra
garganta, ésta más profunda: "Una vez allí, el capitán Jacques de la Loire habrá
capturado el más bello tesoro de nuestros enemigos, y con ello habremos recuperado el terreno perdido".
 Acabada la broma, se destapó el resto de las botellas y se comenzó a comer y beber. Al poco rato, sin embargo,
empezaron a suceder cosas extrañas. Jacques de la Loire se levantó y, al grito de "¡Ya la veo! ¡Allí está la fortaleza! ¡A
por ella, mis valientes!" saltó por encima de la mesa para acabar arrojándose contra uno de los guardafuegos de la
chimenea. Fray Pierre Duval se dedicaba a buscar bajo las mesas, tras los muebles, etc, algo que había perdido. Al
final desistió y comenzó a apilar sillas en el centro del salón, formando una pirámide. El sorprendido Jean Picard se acercó y le preguntó el porqué de
su conducta. La respuesta fue sorprendente:
 -¡Me he olvidado de un detalle para la preparación de la boda! Tengo que subir a hablar con Dios un momento
para aclararlo bien. Mejor ahora que luego, que estas cosas luego se olvidan.
 Incapaz de responder a tal observación, Picard se encogió de hombros y dejó al buen presbítero con su manía escalatoria. Sin
embargo, tuvo que esforzarse para esquivar a Nicolas Poussin, que le había tomado por una de las danzarinas turcas e intentó
agarrarle por el trasero. Fue Pierre Duval quien hizo el único comentario con algún sentido:
 -A este vino le han echado algo. Al amanecer, el salón principal de l'Epée d'Or parecía un campo de batalla: cuerpos esparcidos por todos los rincones,
un fraile tirado en mitad de una montaña de sillas rotas, y un par de caballeros dirigiendo a los criados para recoger
a las víctimas y llevarlas a sus casas.
 Mucho más tranquilo fue el ambiente en Chasseurs: Lucien Teau du Lit, que esperaba disfrutar de una solitaria y tranquila velada, encontró
una inesperada audiencia en Isabelle Girard, a quien estuvo explicando espeluznantes relatos del frente durante toda la noche.
Menos suerte tuvo Armand de Noisel, que pasó todo el tiempo solo en le Cripaud et l'Apricot, mientras que Villiers Daugé de Chevreuse fue visto paseando con
Silvie Cristelle por el parque de les Tulleries. Rene Boilot cometió el error de asistir al teatro sin leer las críticas, y así le fue.
 Como nota final, cuando le Comte d'Ille dejó a sus amigos llevándose a Jacques de la Loire, se dirigió a los salones de entrenamiento
de la Guardia Real y, tras una breve revista a las tropas, estuvo practicando esgrima y bromeando con la tropa, haciendo
gala de un excelente humor y aumentando aún más el aprecio que sus hombre sienten por él.
 Tercera semana Cuarta semana Al comenzar la ceremonia se hallaban presentes Jean François LaCroix, Eric du Perpignan, Jean-Paul Morrow, Philippe Dubois, Armand de la Fère y Nicolas Poussin. el padre Martin du Heyn y Pierre Duval, ya preparados, esperaban
en el altar de Nôtre Dame. La llegada del novio se produjo en una calesa
ricamente ataviada tirada por 2 caballos de raza española. El novio descendió
de la misma vistiendo el uniforme de gala de Capitán de los
Mosqueteros y del brazo de su santa madre Doña Catalina Des Bagnes. Juntos
recorrieron la gran alfombra que llevaba hasta la entrada, y en el interior de la iglesia cada banco
estaba adornado con lirios blancos, formando un pasillo hacia el altar, adornado con flores.
Cuando la espera comenzaba a hacerse eterna, llegó otra calesa, tirada por 2 gráciles
caballos, de la que bajó Louise Codolon, llevando un traje blanco, de
larga cola, con cierre en el cuello,acompañado de un bello collar de su
familia, un ramo de flores silvestres en sus manos y una diadema, también de flores,
en la cabeza. A la entrada de la novia sonaron las notas del Canticorum Jubilo, y la ceremonia
comenzó...
 Con posterioridad, la pareja ofreció una recepción en su casa "lejos del río", como se empeñó en recalcar el novio.
El menú consistió en codornices en salsa de moras, ternera a las finas hierbas, paté de
ganso a la pimienta, pollo al chilindrón, salmón ahumado, frutas variadas, y todos los dulces que los invitados
habían traído, tal como es tradición.
 Un ambiente muy distinto reinó en el acuartelamiento de los Cadetes de la Gascuña:
el mayor De Vendôme quiso celebrar una fiesta en
los cuarteles del regimiento en honor a la aventura de su
rescate en el frente, y Villiers accedió encantado, contratando incluso a unos músicos
y apareciendo en los cuarteles junto con un grupo de malabaristas. Philippe se
encargó de conseguir las barricas de vino y de organizar una
competición de esgrima entre los asistentes a la fiesta, tanto Cadetes
como invitados de otros Regimientos. Entre unos y otros encontramos a
Jean La Fontaine, Michel de Bidouze, Nicolas Poussin, Pascal Bierce, Rene Boilot, Silvestre Ruisseau y, llegando algo más tarde, Armand de Noisel, quien
aspiraba a ingresar en los Cadetes y se encontró con una animada reunión
en lugar del habitual ambiente cuartelario. Pero Villiers le esperaba. El coronel había recibido una
carta en la que se le recomendaba a este caballero y una
solicitud suya para entrar en los Cadetes de la Gascuña como
capitán. Villiers le planteó una condición: batirse con él a primera sangre.
Se preparó pues el lance, y ambos intercambiaron furiosas estocadas durante un rato, hasta que
de repente Villiers dejó caer su arma con un gesto de descuido y, con un rápido movimiento,
le dio la espalda y se dirigió al cabo furriel diciéndole: "Bien, muy bien. Que le den enseguida
los galones", mientras esquivaba, sin verlo, el lance que Noisel no había conseguido interrumpir
a tiempo ante el súbito abandono de su oponente. Villiers volvió a girarse y abrazó al sorprendido
Armand, diciéndole: "Bienvenido a los Cadetes, capitán. Guardad vuestras energías para cuando
realmente nos hagan falta. Ahora, a celebrarlo."
 Continuó la juerga, Villiers bebió, danzó, bromeó, se sacó de la
manga una flauta y tocó una zambra gitana con los músicos.
Más tarde, un soldado medio borracho se acercó al mayor De
Vendôme y le dijo: "el coronel Daugé va a hablar a los hombres
del regimiento en privado, señor". Armand de Noisel también fué
invitado a la habitación, pero nadie más que no fuera un cadete
de la Gascuña fue avisado de la reunión. Posteriormente pudimos
enterarnos del contenido general del discurso, si bien no de las
palabras exactas: Villiers les manifestó su gratitud y amor fraternal,
sus palabras fueron extrañas pero había fuego en sus ojos... habló
del valor en términos poéticos, dijo que aún no veía el suficiente valor
en los hombres que tenía ante sí, que el auténtico valor era capaz de
hacer pedazos el mundo, valor para la demolición y para la
creación; no fue un discurso largo, añadió que más adelante
hablaría por separado con quien lo deseara así, y todos
regresaron a la fiesta. Villiers desapareció al poco, alguno lo
vería sentado afuera, en los barracones, hablando solo o a su
botella. Al tiempo, volvió a entrar, parecía más alegre, siguió
bebiendo y bebiendo, dió tres o cuatro caladas a su pipa y esa
noche durmió en los cuarteles.
 Cuando Armand de Noisel se dirigió al cabo furriel para recoger sus galones, éste
le preguntó:
 -¿Comprendeis ahora, mi capitán? 
 
 
 
 
 
¡Vaya mes! Uno de los turnos más complicados que recuerdo, y encima con una jornada laboral
de doce horas diarias como promedio. Y luego las fiestas... (-: La verdad es que me acuerdo mucho
de vosotros cuando organizamos los "tester parties"; sólo nos faltan los enemigos regimentales para
darles un poco más de sal (-: En fin, eso, que he estado trabajando mucho y divirtiéndome mucho estos
días, y vosotros lo habeis pagado a base de paciencia. Gracias por ella.
 Y una nota especial de agradecimiento a Víctor y Alberto, por sus excelentes descripciones de la despedida
de soltero y la boda, en un estilo tal que me ha ahorrado mucho trabajo de redacción: básicamente sólo he
tenido que cortar, pegar, y cambiar tiempos verbales de futuro a pasado, aunque he tenido que cambiar
el final de la despedida porque algo "imprevisto" ocurrió durante la misma. Pero bueno, supongo que no
os molesta que edite un poco los textos que me mandais, porque a veces las acciones de otros
jugadores, o incluso los dados, interfieren con vuestros planes iniciales. De cualquier manera, GRACIAS. Y gracias también a Nemo, aunque
en él ya es habitual mandarme textos largos y acciones complicadas, que ayudan a enriquecer la partida.
 La fecha límite para el envío del próximo turno es el viernes, 7
de diciembre de 2001 (no es el día 1 porque ese fin de semana vuelvo a
Barcelona). La hora limite es las 23:59 hora europea, o sea, al final del día.
Espero que ese turno lo podré procesar otra vez con Marc.
 
Atentos saludos del Secretariado de Su Majestad Luis XIII 
 
ECOS DE SOCIEDAD
El acontecimiento que ha marcado la primera semana del mes ha sido de tipo político: Su Excelencia el Ministro
de Estado, Denis Lavoisier, le Comte d'Ille, ha nombrado un nuevo Comisionado de Seguridad Pública. En un gesto
carente de precedentes directos pero avalado por el modelo de Su Eminencia el Cardenal, Su Excelencia ha cesado
a Jean François LaCroix y ha puesto al padre Martin du Heyn al frente de la seguridad interior del reino. Un audaz movimiento
que esperamos dé prontos resultados.
-Pero, ¿te crees que vamos a vivir al lado del río? ¿Crees que voy a consentir tener que andar todo el día con un
pañuelo perfumado en la nariz para poder soportar el hedor? ¡Ni hablar!
Semana de relajación y preparación espiritual. Eso es lo que debió pensar el pobre Jacques de la Loire, que decidió quedarse en su
casa entregado a la lectura de "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha". Pero la vida es lo que te pasa mientras
estás haciendo otros planes, y no había nuestro caballero llegado al episodio de los leones cuando lo sobresaltaron unos
fuertes golpes en la puerta. Con el rapier presto por si acaso, Jacques abrió y se encontró con una patrulla de la Guardia Real.
-Yo mismo. ¿Ocurre algo?
-Tenemos órdenes de rogaros nos acompañéis a nuestro acuartelamiento para un asunto de la máxima urgencia y gravedad.
-¿A qué tanto alboroto? ¿y quién traeis entre vosotros, hijos míos?
A lo que Jean-Paul Morrow contestó:
-A un truhán y un bribón, padre, que se nos quiere casar.
-¡Por Dios Santo!
-No, padre, por el amor de una mujer.
-Sentaos pues todos, que algo habrá que hacer.
-¿Algo? -fue la respuesta de Armand de la Fère-. ¿Queréis decir? Pues yo no noto nada, aparte de un agradable calorcillo.
-Pues algo pasa, pero tampoco importa; parece que se están divirtiendo. El único problema es que después tendreis
que ayudarme a cargarlos hasta sus casas.
-Será un placer, monsieur, si es que no acabamos cayendo nosotros también.
Como siempre, la tercera semana fue de descanso y preparación. Aunque algunos caballeros se pasaron un momento por
sus respectivos clubs (Armand de Noisel, Rene Boilot, Jean Picard), el vacío reinante los hizo desistir de quedarse mucho tiempo. Jean François LaCroix y Philippe Dubois, sin
embargo, sí que permanecieron largo rato en L'Epée d'Or departiendo animadamente, siendo Philippe Dubois el que pagó las
bebidas "por la deferencia que Jean François LaCroix tuvo conmigo cuando ingresé en los Mosqueteros". Philippe de Vendôme y Francine Davelet
pasearon por el parque y, curiosamente, el bodrio representado en le Théatre Royale batió récords de asistencia: entre
las víctimas del desaguisado teatral se encontraban Jean-Paul Morrow, Silvestre Ruisseau, Armand Leclerc, Lucien Teau du Lit y Eric du Perpignan, que compartió palco con el mismísimo Denis Lavoisier, Comte d'Ille.
Por cierto que también Villiers Daugé de Chevreuse fue visto por los pasillos del teatro, pero al parecer tuvo el buen sentido de no entrar en
la sala principal.
Dos acontecimientos marcaron la cuarta semana: el enlace matrimonial de Jacques de la Loire y la fiesta que el Regimiento de Cadetes de la Gascuña
quiso dar en honor de su héroe y Coronel, Villiers Daugé de Chevreuse. Lucien Teau du Lit se relajaba dando un solitario paseo por el parque, con una Biblia en
sus manos, acaso buscando la inspiración divina, y Denis Lavoisier, Comte d'Ille pasó la semana en L'Epée d'Or, donde el padre Martin du Heyn tuvo una breve
reunión con él uno de los días. Pero pasemos a relatar la boda de Jacques de la Loire, porque seguro que nuestros lectores están ansiosos
por saber qué ocurrió:
-¿Si comprendo el qué?
-¿Comprendéis ahora lo que se dice del coronel Daugé y los cadetes? ¿Comprendeis cómo llegó tan deprisa a coronel?
-Creo que sí, cabo, creo que sí.
-Mi capitán, si en este mismo instante se abriese en el suelo de este cuartel un gigantesco agujero escupiendo llamas, y el
coronel Daugé se dirigiese a su tropa diciéndole: "Cadetes, este agujero conduce directamente al infierno. ¡Seguidme!",
puedo aseguraros que ni un solo cadete dudaría ni un instante en seguir a su coronel. Se dice que somos el Regimiento
más canalla y con menos prestigio de cuantos sirven a Su Majestad, pero seguro que en ningún otro podreis encontrar
gente como la nuestra. Mi capitán, permitid que estreche vuestra mano para felicitaros por el lugar al que acabais de llegar.
                                                 N.S.     Quien
         Cargo            Requisitos            minimo    nombra
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Soldados escolta Real   Soldado Guardia Real       8    Capitan Escolta
Sold.escolta Cardenal   Soldado Guardia Cardenal   5    Capitan Escolta
                                                 N.S.     Quien
         Cargo            Requisitos            minimo    nombra
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1 Ministro sin Cartera  Brgder. o Baron           10    Min.Estado
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